Una mejoría insuficiente para seguir al frente del Palau

Los socialistas crecen cuatro puntos respecto a hace cuatro años, pero lejos de las aspiraciones fijadas en campaña

Ximo Puig lamenta el "crecimiento insuficiente" del PSPV y asume la derrota

Foto: Fernando Bustamante | Vídeo: Levante TV / Arturo Iranzo

Diego Aitor San José

Diego Aitor San José

Crecimiento insuficiente. El PSPV mejora los resultados de hace cuatro años, logra un 28 % frente al 24 % obtenido en 2019, pero es una subida estéril y hasta amarga. Los socialistas no solo pierden la condición de partido más votado, sino que, lo más importante, dejarán de gobernar la Generalitat a la que llegaron hace ocho años tras una larga travesía en el desierto de la oposición a la que regresan.

Y el ambiente en la sede de los del puño y la rosa era acorde con la derrota electoral. Tristeza, lágrimas, abrazos de consolación y hasta cierta incredulidad después de una campaña en la que tocaban con la punta de los dedos un tercer Botànic. El escenario preparado en la calle se quedó vacío, cómplice de los corrillos de cargos y militantes que se formaban tras asumir una derrota dura pese a que algunos veteranos recordaran que ya acumulaban otras heridas de batallas anteriores.

Electoralmente los socialistas regresan a un escenario similar al de 2011, año del 15M y previo a la irrupción de la llamada nueva política. Los 31 diputados que compondrán el grupo de los del puño y la rosa en las Corts los próximos cuatro años supone casi igualar los mejores resultados desde hace 12 años cuando obtuvieron 33 parlamentarios, pero tiene la misma connotación negativa que en aquella cita con las urnas: servirá solo para ser el principal partido de la oposición.

El PSPV crece en las tres circunscripciones en torno a cuatro puntos y en todas les ocurre lo mismo: quedan por debajo del PP que se beneficia de la no entrada de Unides Podem en las Corts para ampliar su ventaja parlamentaria gracias al efecto de ser la primera fuerza. Los socialistas rozan la barrera del 30 % en Castelló y Alicante y se quedan cerca del 28 % en Valencia. Es en esta provincia donde más aumentan, seis puntos respecto a la anterior cita con las urnas, pero quedan lejos de los ‘populares’.

Puig saluda a varios cargos y militantes en la sede del PSPV.

Puig saluda a varios cargos y militantes en la sede del PSPV. / F. Bustamante

Ni siquiera la estrategia de situar a Puig al frente de la lista ha sido suficiente para poder disputar la primera plaza en el territorio que hasta ahora había sido más proclive para la izquierda valenciana. En Castelló, por su parte, la subida es apenas de tres puntos y en Alicante es de cuatro, mejorías que no acaban de suponer un despegue destacado en escaños: cinco más. El aumento electoral es todavía mayor si se mira respecto a 2015 cuando la izquierda recuperó el Palau de la Generalitat tras 20 años en la oposición.

A esta mejoría "insuficiente" se refirió el hasta ahora inquilino del Palau. Puig compareció a las 23:30 horas para admitir la derrota y felicitar al PP por "ganar las elecciones". Lo hizo con un discurso en el que trató de insuflar ánimos a los suyos, si es que eso fuera posible entre abrazos y llantos. "Nos podemos ir con la cara bien alta y las manos limpias", señaló tras destacar la mejoría de todos los indicadores socioeconómicos respecto a hace ocho años, cuando entraron a gobernar. "Ese es nuestro legado", indicó.

Búsqueda del centro

En esta ocasión, Puig ha sido el principal motor electoral de los socialistas en la carrera hacia este 28 de mayo. El jefe del Consell era el candidato más conocido, con índices superiores al 90 % en todas las encuestas, y una valoración que rozaba el aprobado, también de las más altas. La ola nacional donde se ha visto una clara victoria de los 'populares' impulsados en las críticas contra Sánchez ha sido letal para las aspiraciones de los socialistas de encadenar un tercer mandato al frente del Consell.

La apuesta presidencialista tampoco ha generado los efectos esperados. La buena valoración de Puig en los sondeos ha permitido a los del puño y la rosa subir, pero lo ha hecho a costa de sus socios de la izquierda y no de los votos que ha dejado Ciudadanos tras su descomposición. Los guiños al electorado más centrista han acabado siendo insuficientes y quienes respaldaron a Ciudadanos hace cuatro años parecen haberse decantado más por el PP y Vox.

Puig comparece tras los resultados.

Puig comparece tras los resultados. / F. Bustamante

El silencio reinó durante prácticamente toda la noche en los socialistas para los que el recuento ha sido un auténtico mazazo. Los del puño y la rosa han perdido la joya de la corona, la Generalitat, y ayuntamientos emblemáticos como Castelló, Elx, Torrent o la participación en el gobierno de la capital, València. Se han mantenido algunas plazas, pero nada compensa el golpe moral de quedar fuera del Consell. Solo el aplauso desde la calle a la llegada de Ximo Puig desde el Palau rompió el ambiente tenso. Pero nada tenía que ver en las palmas que sonaron hace cuatro años.

Nada tenía que ver con aquella noche del 28 de abril que ayer parecía muy muy lejana. La última situación similar fue en 2011, cuando Jorge Alarte fue el candidato y obtuvo el 28,7 % de los votos frente a una mayoría absolutísima de Francisco Camps. En esta ocasión, sin embargo, el golpe emocional es más parecido al de 1995 cuando Joan Lerma era president de la Generalitat y Eduardo Zaplana le arrebató el gobierno autonómico gracias a un pacto con Unión Valenciana.

En aquella campaña, rememoraban anoche algunos de los veteranos socialistas, los aires de la política nacional también jugaron un papel muy importante. La gran diferencia es que en 1995 los socialistas cayeron en sus apoyos más de seis puntos y en esta ocasión los socialistas han logradon un incremento que no cambia el resultado final: acabar en la oposición ante un gobierno del PP. Además, la pérdida del ejecutivo autonómico supuso en aquel momento el inicio de una serie de cuitas internas que debilitaron a los del puño y la rosa. Ese elefante en la habitación también sobrevoló en la sede de los socialistas donde el único respiro fue mantener la Diputación de Valencia.