Lluvia de sangre, ¿saben lo que es?

Lluvias Castellón

Lluvias Castellón

Natacha Payá

En mi último artículo hablé sobre la DANA que estaba azotando el sureste peninsular. También de las conocidas como «lluvias de sangre» que hubo en la misma zona y en Baleares hace unos días pero, ¿qué son estas «lluvias de sangre»?

Aunque nos pueda sorprender, las gotitas de agua en nuestra atmósfera no solo están formadas por agua. Generalmente, necesitan lo que conocemos como «núcleo de condensación» para que alcancen un mayor tamaño, hasta caer finalmente. Pueden ser sales, materia orgánica, bacterias o polvo en suspensión. La superficie se calienta por el calor, levantando las partículas, que son arrastradas a grandes distancias por el viento.

Cuando están en suspensión, las partículas se van agregando a las gotitas de agua hasta que acaban cayendo por su propio peso. En España es bastante habitual que se produzca este tipo de lluvia, especialmente en el litoral mediterráneo y en Canarias. Además están yendo a más como consecuencia del cambio climático. Cuando tenemos una borrasca o un área de bajas presiones frente a las costas del oeste peninsular, se impone la circulación del sur, que arrastra las partículas de tierra y barro del Sáhara hacia el norte.

Este fenómeno puede tener lugar en cualquier momento del año, aunque es más habitual que ocurra en los meses de verano y primavera. Puede ser perjudicial para la salud cuando las concentraciones son altas. Las pequeñas partículas pueden entrar en las vías respiratorias, teniendo un impacto negativo en nuestra salud. Cuando las intrusiones de polvo en suspensión son muy acusadas, la calidad del aire empeora. Aumentan las partículas conocidas como PM10 y PM2.5, y cuando se superan los 50 μg/m³ hay que preocuparse, ya que según la OMS es el valor límite diario para la protección de la salud humana.

Aunque siempre nos quejamos cuando aparecen, las lluvias de barro son muy buenas para los campos de agricultura y las plantas en general, ya que aportan numerosos nutrientes a la vegetación, como ocurre en el Amazonas. A modo de ejemplo, los aportes de fósforo que llegan desde el Sáhara son fundamentales para la selva amazónica, donde en sus suelos apenas hay fósforo.