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Elecciones

La consigna de Puig tras la derrota: no repetir el error de 1995

La continuidad del ‘president’ en el PSPV tras el 28M busca estabilidad interna y evitar la larga guerra tras la salida de Lerma. Un modelo para la dirección actual es Salvador Illa en Cataluña, que tampoco es portavoz parlamentario

Alfons Garcia

Alfons Garcia

No repetir los errores de 1995. Es la prioridad que la dirección del PSPV se ha puesto tras los resultados del domingo y la que está marcando las primeras decisiones, entre ellas, la más importante, la continuidad de Ximo Puig al frente del partido durante esta travesía con la intención de regresar al poder en 2027. 

Como ahora, un 28 de mayo, pero de 1995, el partido se llevó una derrota contra un PP liderado por Eduardo Zaplana. Como ahora, no entraba en la mayoría de cálculos. El día después fue la marcha del hasta entonces presidente socialista Joan Lerma al Gobierno de España como ministro. La solución fue también una renovación interna, pero esta derivó en una batalla orgánica que se prolongó durante años, con congresos cerrados en falso, como el de 1997, con una victoria por tres votos (a favor de Joan Romero) y tal nivel de cuestionamiento interno que el candidato dimitía a dos meses de las elecciones, o como el siguiente (1999), en el que el líder elegido (Joan Ignasi Pla) renunciaba a las 48 horas.

No hace tanto de todo eso, algunos de los dirigentes actuales lo vivieron, y el objetivo número uno ahora es evitar un escenario similar. «Si hay un liderazgo sólido y valorado, por qué ponerse a construir otro, algo que necesita mucho tiempo», sentencian en la dirección del partido. Porque, añaden, el contexto actual es de ciclos rápidos, como se ha visto en otros lugares de Europa. La dirección socialista está convencida de que con Puig puede haber una opción en 2023. Sin él, sería más difícil. Sería necesaria una ola contraria a la que ha sucedido ahora. 

La dirección asume que habrá turbulencias en este tiempo, pero entienden que será más fácil salvarlas con el aval de Puig, porque las posiciones al final se reducirán a dos: o estar con él o no. 

Uno de los ejemplos que se maneja es el de Salvador Illa, que ganó las elecciones catalanas, no pudo gobernar y ha seguido al frente del partido en una posición pareja a la que ahora quiere ensayar Puig: secretario general y presidente del grupo parlamentario pero no portavoz.

En el caso valenciano, la decisión del president obliga a la elección de un síndic parlamentario que lleve la brega diaria con el Gobierno de la derecha. Una opción sería la continuidad de Carmen Martínez, síndica adjunta esta legislatura. Otra es la de algunos de los ahora consellers, como Arcadi España o Rebeca Torró. Con otro perfil, pero no descartados, están Rafa Simó y Toni Gaspar.

No obstante, el momento general es de alta inestabilidad y mucho efecto mariposa. Hay elementos ahora desconocidos que pueden alterar los planes incluso a corto plazo. El primer mojón en la travesía son las elecciones generales del 23 de julio. Si después de ellas Pedro Sánchez continúa o no al frente del Gobierno y del partido marcará también que haya más o menos movimientos en las federaciones. Los tiempos del partido están en manos del líder. Si convoca un congreso extraordinario pronto (en el otoño de este año o la primavera de 2024), los demás vendrán en cascada. El tono del primero, el federal, también impregnará el valenciano. Eso es futuro. De momento, los socialistas han preferido evitar convulsiones internas.

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