La pesca busca sinergias con otros sectores para un futuro más sostenible

Pescadores, científicos y miembros de la administración se reúnen en el Oceanogràfic para debatir sobre los problemas y el impacto que genera esta actividad sobre el medio marino, además de las soluciones para garantizar su supervivencia

Manuel Toharia, Francisco Beltrán, María Maceiras, José Luis Crespo, Amadeu Ros, Eve Galimany y Carmen Rodríguez.

Manuel Toharia, Francisco Beltrán, María Maceiras, José Luis Crespo, Amadeu Ros, Eve Galimany y Carmen Rodríguez. / Fernando Bustamante

Magdalena Aroca

La pesca es una de las actividades más estratégicas de la economía española. Por esta razón, el Oceanogràfic de València –en el marco del «OceanFest»– organizó una mesa redonda el pasado lunes 22 de mayo a la que acudieron seis miembros de los tres sectores implicados en este ámbito: la ciencia, la administración y la propia pesca.

Compartieron ideas Francisco Beltrán, subdirector general de Pesca, de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana; Eve Galimany, del Instituto Catalán de Búsqueda para la Gobernanza del Mar (ICATMAR) y el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC); Carmen Rodríguez, responsable de Acuicultura en la Dirección General de Pesca Marítima en el Gobierno del Principado de Asturias; Amadeu Ros, pescador de arrastre; María Maceiras, premio nacional de la Primera Edición de Talento Joven del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación; y José Luis Crespo, responsable del Área de Conservación de la Fundación Oceanogràfic de València

Todos debatieron sobre los problemas y el impacto que puede tener en el entorno marino, además de plantear posibles mejoras y soluciones para garantizar su supervivencia como una actividad sostenible en el largo plazo. Además, se quiso hacer hincapié en que el sector ya está avanzando en este sentido mediante colaboraciones tanto con los científicos como con la administración.

Las principales conclusiones

En primer lugar, se abordó la relación entre la actividad pesquera y los problemas ambientales que afectan al mar. En este sentido, Francisco Beltrán señaló que la pesca «no es la responsable de todos los aspectos negativos que sufre el mar», una idea muy extendida en foros y medios.

Aunque admitió que durante mucho tiempo sí tuvo un impacto considerable (como muchas otras actividades humanas), también señaló que eso no puede seguir siendo así a día de hoy porque es insostenible. Para ejemplificar su postura, indicó la excesiva urbanización de la costa (donde, salvo algunos tramos, el ladrillo es el rey) y los altos niveles de contaminación que genera en el medio marino.

La colaboración entre pesca y ciencia descubre el tratamiento a un mal de las tortugas marinas

Para mitigarlo, señaló, los pescadores de la Comunitat Valenciana colaboran con los científicos en la observación, recuperación y conservación. Esta labor consiste en la recogida de tortugas y otros animales que se encuentran varados o heridos para así recuperarlos un trabajo del que se encargan instituciones como el Oceanogràfic– y devolverlos al mar. Eso sí, reconoció que sigue siendo necesaria una mayor investigación, sobre todo, para solucionar uno de sus retos más importantes a día de hoy: la antropización del mar, es decir, los efectos que la actividad humana produce sobre el medio.

Una actividad más sostenible

En relación a esto último, otro de los puntos tratados en el encuentro fue cómo mejorar la propia actividad pesquera. Cierto es que se ha extendido de manera exponencial, y a esto se ha unido la mayor escasez de algunos pescados y mariscos y sus consecuentes agravios para nuestra alimentación. Ante esto, «prohibir la pesca no es la solución», indicó Eve Galimany, «sino hacerla cada vez más sostenible».

Ponentes junto al cartel del OceanFest.

Ponentes junto al cartel del OceanFest. / Fernando Bustamante

¿Y eso cómo se consigue? La científica explicó que uno de los caminos para lograrlo sería «apostar por la cogestión, evitar la confrontación y, sobre todo, buscar consensos entre los sectores implicados». Otra opción, señaló, sería tomar medidas aplicadas a las especies marinas que estén expuestas a un mayor riesgo, como la reducción de su número. Por ejemplo, establecer vedas temporales en función de sus ciclos vitales, y espaciales, como la creación de áreas marinas protegidas o incluso aumentar el tamaño de las mallas para evitar la captura de ejemplares jóvenes. Aunque también habría que adaptarse a los efectos del cambio climático, como el calentamiento del agua y el aire.

Sobre esto, Carmen Rodríguez quiso destacar el cultivo de moluscos y equinodermos, como el erizo de mar en Castropol, una especie fuertemente amenazada por el aumento del consumo doméstico en las últimas décadas. Por eso, se estableció una veda en la zona intermareal que permitió el aumento notable de su población. Así, destaca, hoy en día su cultivo está estandarizado y solo en Asturias se producen hasta 30.000 juveniles cada año. Por tanto, Rodríguez cree que «la repoblación puede no ser la solución definitiva, pero sí una herramienta más a combinar con la veda».

La voz de los pescadores

Este tipo de acciones y la necesidad de una actividad pesquera mucho más comprometida ya es una realidad, y de hecho, cuenta con el apoyo de los propios pescadores. Es el caso de Amadeu Ros, que defendió el uso eficiente de los aparejos usados por los barcos en el mar. Y señaló, por experiencia propia, el caso de las redes de arrastre que, cuando llegan al fondo del mar, lo dañan gravemente. Si se elevaran unos pocos metros, explicó, se lograría una pesca menos agresiva y se ahorraría hasta un 10 % de combustible.

Este compromiso del sector pesquero de autocontrolarse se debe a que es plenamente consciente de que le va en ello su supervivencia. El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 14 se refiere al cuidado de la vida de los ecosistemas marinos y el sector intenta adaptarse a él lo máximo posible. Así, esta gestión propia se puede observar tanto en los tiempos de trabajo –antes eran 200 jornadas al año y ahora solo 150–, como en una pesca más eficiente o el cuidado de las comunidades sésiles y móviles, evitando daños a la posidonia y algas.

Mesa redonda en el marco del OceanFest.

Mesa redonda en el marco del OceanFest. / Fernando Bustamante

Por otro lado, las mujeres también tienen su espacio en este sector, aunque en Galicia, solo se dediquen al marisqueo. María Maceiras entró en este mundo, y en concreto, en el de la navegación, con su pareja, también pescador.

Mientras trabajaban, él la grababa mientras ella explicaba a cámara en qué consistía su labor. En uno de esos vídeos contaba por qué devolvía al mar una langosta hembra cargada de huevas, haciendo referencia a su proceso de reproducción. Tras publicar los vídeos en Tik Tok, se hizo viral en muy poco tiempo (80.000 visionados en un solo día). Esta gran repercusión le valió varios reconocimientos, como el premio nacional de Talento Joven del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Sin embargo, la primera sorprendida por el éxito de los vídeos fue ella misma. «Pensé que no los vería nadie [...] pero, poco a poco, me he dado cuenta de que hay mucha gente interesada en el mar y en nuestro oficio», explicaba la ‘influencer’ a Levante-EMV hace unos días. De hecho, reconoce que hay muchos marineros de otras zonas (ella es de Miño (A Coruña) o personas que no se dedican a la pesca que le escriben para preguntarle por su labor.

Un problema que quiso destacar, fue la supervivencia de la profesión. «En mi zona, la pesca no tiene relevo generacional» y, la verdad, allí «no se valora nuestro trabajo. [...] En mi pueblo se piensa que la pesca es para quien no estudia. Pues yo sigo estudiando y formándome».

Sobre el premio otorgado desde el Ministerio de Pesca (MAPA), aunque se mostró agradecida, cree que «no es necesario premiar por respetar el mar y cuidarlo», sino que todo el mundo debe hacerlo, pero aún no pasa «pese a que las mentalidades van cambiando». Y dijo que en su zona, además de respetar mucho el mar, «también hacemos trabajo de limpieza, recogiendo mucha basura que no recogemos; la traemos a tierra y la echamos en los contenedores pertinentes». Otro claro ejemplo del compromiso de los pescadores para cuidar el medio marino. 

Colaboración entre sectores

Más allá de los ámbitos tanto profesionales como institucionales, el de la ciencia también encontró su hueco en la mesa redonda de la mano de José Luis Crespo. El responsable de Conservación de la Fundación Oceanogràfic indicó que, desde un punto de vista científico experimental, la ciencia sigue estudiando día a día para aprender más y «aplicar ese conocimiento a la mejora de la vida submarina».

No obstante, reconoció que «investigar es costoso porque nunca está garantizado el éxito que conduzca a una mejora a corto o medio plazo». Ese elevado coste es el que en muchas ocasiones impide llevar a cabo estos procesos de estudio. Por eso, desde la Fundación Oceanogràfic no solo impulsan este tipo de acciones, sino también su divulgación y todos los proyectos de conservación de la vida marina.