"No somos disminuidos ni minusválidos»
Levante-EMV analiza la importancia del lenguaje en el deporte inclusivo

Rugby en Les Abelles
Disminuido o minusválido son dos términos a suprimir del vocabulario. Los dos figuran en la Real Academia de la Lengua Española (RAE) y son percibidos por las personas con discapacidad como un insulto, aunque no figuran así para la institución encargada del lenguaje, algo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que «disminuido» figuraba en la Constitución Española hasta hace apenas unos días y que el documento para determinar el grado de discapacidad de una persona aún figura como «certificado de minusvalía». Los cambios van muy lentos en lo que al lenguaje se refiere. Más aún en el ámbito social.
Para abordar la importancia del lenguaje en el mundo de la discapacidad y cómo acompaña, en muchas ocasiones, el avance social, Levante-EMV se centra en el deporte inclusivo que va dando pasos de gigante en aras de la igualdad y la inclusión. De nuevo, la importancia del lenguaje sale a la palestra.
En el mundo deportivo (y fuera de él), las personas con discapacidad se revuelven ante términos como disminuido o minusválido. También ante el término discapacitado. Y la clave es que los tres son adjetivos -y aunque no figuran como palabras malsonantes, como sí se reconoce «subnormal»- que generan malestar porque etiquetan a la persona recalcando «una sensación de inferioridad». Para la RAE, disminuido es aquel «que ha perdido fuerzas o aptitudes, o las posee en grado menor a lo normal». Y ahí se marca la línea invisible de lo que es o no, «normal». Minusválido, por su parte, figura como sinónimo de «discapacitado». Y lo mismo ocurre al revés. Tres adjetivos, y ninguno correcto a la hora de referirse a las personas con discapacidad que son, precisamente eso: personas-con-discapacidad. Igual que también son personas con el pelo rizado o los ojos azules. O con arrugas. O con gafas.
«La discapacidad es una condición más, pero no nos describe. Ni diversidad funciona, porque es un eufemismo. Diversos y diferentes somos todos. Nosotros somos personas con discapacidad». Esa es la explicación de la tres veces medallista en los juegos paralímpicos, Mónica Merenciano, una mujer que aplaude un cambio en la Carta Magna que no es baladí y se modifica tras 45 años.
Y es que el artículo 49 de la Constitución Española se refería a las personas con discapacidad como «disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos». Tras el pasado jueves (y a falta del trámite en el Senado), el término se sustituirá por «personas con discapacidad».
Para Vicente Herrero, director de la Fundación Levante UD, ejemplo valenciano en deporte inclusivo es «ridículo» celebrar como un éxito «el cambio» de un término en la Constitución española «tras más de 40 años».
Término despectivo
«Cambiar un término despectivo por otro adecuado ha costado demasiado, y eso no se puede celebrar como una gran victoria porque lo que nos debería generar es vergüenza, por el tiempo que hemos tardado en hacerlo para tratar a la personas con discapacidad con el respeto que merecen en la Constitución Española», añade Herrero, tras recalcar que cuando empezó a formar parte del proyecto de la Fundación Levante UD «lo primero que me explicaron es que son personas con discapacidad. Punto. No es tan complicado».
La Fundación Levante UD lidera desde 2012 la inclusión de las personas con discapacidad a través del deporte en España. Con seis proyectos deportivos y dos formativos, pioneros en el fútbol profesional español, cuenta con la escuela más numerosa de fútbol para personas con discapacidad dentro de la estructura de un club de fútbol profesional.
Vicente Herrero sabe de primera mano las dificultades y las barreras (visibles e invisibles) con las que conviven las personas con discapacidad. Por ello, aprovecha el foco mediático de la importancia del lenguaje para exigir mejoras que dependen de las instituciones y afectan al día a día de los deportistas «como ascensores que no funcionan en el metro y que conllevan retrasos de los jugadores para llegar a los partidos si deciden ir en transporte público, o la falta de instalaciones deportivas adecuadas y accesibles en ayuntamientos o la falta de financiación y apuesta por el deporte inclusivo porque, hay que decirlo claro, nosotros solo hemos encontrado apoyo de la Diputación y estamos muy satisfechos por ello, pero de nadie más». «Ni de la Generalitat, ni del Ayuntamiento de València. Y si todo esto nos lo encontramos nosotros, que somos una entidad con solera, ni me imagino las reivindicaciones y problemas que tendrán los clubes más pequeños que apuestan por la inclusión», remarca.
Desde la fundación levante UD sacan pecho del trabajo que realizan con deportistas paralímpicos valencianos a nivel mundial como David Casinos, Ricardo Ten y Mónica Merenciano y aseguran que «referirse a ellos como personas disminuidas o minusválidas es algo impensable».
Ni más ni menos
Ahora bien, Mónica Merenciano rechaza un trato diferenciado respecto a sus méritos deportivos, algo que comparte el equipo inclusivo de rugby del club Les Abelles, uno de los pioneros en trabajar y fomentar la igualdad en el deporte en València. «En este deporte, el trabajo en equipo, la cooperación y la integración son pilares fundamentales. Pero los jugadores del equipo inclusivo no quieren ningún tipo de diferenciación, ni que les traten de ‘pobrecitos’ ni nada parecido. Persiguen la igualdad y me parece increíble que el término disminuido, propio de la ignorancia al respecto en los años 70 haya durando tanto tiempo», explica el entrenador Luis Rodríguez.
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