El trasvase de médicos a la privada aumenta un 12 % en seis años

Salvador Folgado es anestesista y lleva 24 años trabajando exclusivamente en la sanidad privada. Al finalizar su residencia, estuvo cinco años compaginándolo con la pública, pero decidió hacer el salto definitivo a cambio de una mejor conciliación, una mayor retribución y la posibilidad de desarrollar su carrera profesional fuera de los circuitos cerrados y estrictos de los hospitales valencianos; por veteranía. "No me he arrepentido nunca de mi decisión", cuenta a Levante-EMV. En su día, su elección era anómala: de sus nueve compañeros de promoción, únicamente él optó por este camino.

Casi un cuarto de siglo después, la situación ha cambiado con una tendencia mayor a compaginar ambos sectores o a abandonar la sanidad pública. Hay varios indicadores que lo revelan. Uno de ellos es la apertura, cada vez mayor, de nuevos hospitales privados en la ciudad de València, como IMED Colón en abril, o los futuros centros -en construcción- de Ascires, Vithas e IMED. Pero lo reflejan, también, las cifras del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Valencia (ICOMV) que, aunque estimativas, recogen este fenómeno. De los 18.900 colegiados, 4.900 -el 25,9 %- han notificado trabajar, de forma parcial o completa, en la sanidad privada. Hace seis años, la cifra llegaba a los 4.372, por lo que el incremento ha sido de un 12 %. Desde la entidad, insisten en que los colegiados no están obligados a informar de ello, por lo que "es de suponer que la cifra real sea mayor a la registrada", aunque coinciden en observar un "crecimiento, poco a poco, en los últimos años".

Cambio generacional

Algunos, como Vicente Domingo, presidente de la Sociedad Valenciana Anestesiología, siguen compaginando su trabajo en la pública y la privada. En la actualidad, trabaja en el Arnau, pero gran parte de su carrera la ha ejercido en el hospital de Xàtiva, fue donde tuvo la posibilidad de conseguir su primer contrato, pero reconoce que la predisposición de las nuevas generaciones no es la misma, "tienen otras prioridades". Cree que se "deben de hacer muchas cosas para cambiar este fenómeno" y que "se están haciendo pocas". Entre los motivos, arguye los mismos que llevaron a Salvador a dar el salto: una retribución no ajustada al tiempo de formación de un médico, el desarrollo de la carrera profesional y la conciliación familiar. "Tienes que tener muchos incentivos y eso es complicado", asegura. Y es que, en los últimos años, se ha producido un cambio generacional y social; los jóvenes valoran su trabajo, pero no a cualquier precio; también tienen el deseo de disfrutar de la vida.

"Buscamos tener calidad de vida", insiste María Blesa, residente de segundo año en la especialidad de Anestesiología y miembro, junto a Folgado y Domingo de la directiva de la Sociedad Valenciana de Anestesia, Reanimación y Terapia del Dolor. No tiene decidido qué hará en su futuro profesional; es pronto, le quedan dos años de residencia y tampoco conoce el entorno de la privada, aunque le causa curiosidad y hace preguntas a los adjuntos que compaginan ambos sectores. "No conozco a ningún residente recién graduado que se haya pasado a la pública -, añade-, pero los jóvenes queremos seguridad económica y la privada es una opción".

El asunto en el largo plazo

El déficit de médicos es un problema estructural de la sanidad pública, más presente en los últimos meses en la agenda pública y política por el conflicto con los MIR de cara al verano. ¿Es sostenible un sistema público que invierte en la formación de médicos para que luego acaben en la privada? "El problema no está ahí, sino mucho antes -, asegura Folgado-. Está en la cantidad de plazas en las facultades y en las convocatorias MIR. Hay muchos estudiantes que se van fuera a formarse porque no se les permite hacerlo aquí".

Para el doctor, el sistema es insostenible sin el sector privado. "La atracción de médicos a la privada se da porque hay demanda y porque sirve para aliviar la sobrecarga del sector público", concluye.

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