Los conductores desaprueban y critican el cierre de la A-3 en Chiva

Íñigo Roy

Íñigo Roy

Una ratonera y una trampa... una 'chapuza'. Así de contundentes se han mostrado los profesionales del sector del transporte que se han visto atrapados durante más de 20 horas en la A-3 a su paso por Chiva.

Aunque reconocen que un episodio de lluvias torrenciales como éste es impredecible y de consecuencias inabarcables, consideran que las decisión de desviar el tráfico en algunos puntos de la A-3 a lugares como el polígono industrial la Pahílla de Chiva fueron una mala decisión que podría haber tenido consecuencias gravísimas.

Sobre las 15:00 horas del martes, la Guardia Civil comenzó a desviar todo el tráfico de la A-3 en sentido Madrid por la salida 323. El destino, el polígono de Chiva; el panorama, una zona inundable sin salida y que apenas una hora después comenzó a inundarse con casi dos palmos de agua. ¿Alternativas? Pocas, dirigirse hacia Chiva con los problemas que estaba sufriendo su casco urbano o bien volver a adentrarse en la autovía pero en sentido València, cortada también un par de cientos de metros más abajo.

En opinión de muchos conductores, el error fue no cortar el tráfico y mantener desde un primer momento la caravana de vehículos parados en la autovía. Salvo puntos muy concretos, próximos a cauces o zonas bajas, las autovías suelen ser estructuras diseñadas en altura para favorecer el drenaje del agua y evitar que se empantane. En su lugar, el polígono de Chiva, tal como demuestra lo sucedido la tarde del martes, era una zona inundable que acabó convertida en un torrente desolador con decenas de coches arrastrados por la corriente, camiones varados, barro y empresas anegadas.

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