La ratonera de la pista de Silla: “Dejamos los coches tirados y corrimos por nuestra vida”
Cientos de personas vuelven a pie en medio de una carretera desolada, donde los automóviles convertidos en chatarra se apilan unos encima de otros
Julián, Vanessa y Joan han podido contarlo. “Dejamos los coches tirados en la carretera y corrimos para salvar la vida”, explica el primero. La pista de Silla es este miércoles al comenzar el día un paisaje desolador, donde coches hechos chatarra se acumulan uno encima de otros y al lado de los camiones, todos reventados con (aún) un palmo de agua tras la DANA que ha asolado a la Comunitat Valenciana.
Huele a gasolina y aceite, y todos los concesionarios de la zona han amanecido destrozados. En sentido València, la imagen es de cientos de personas caminando con palos o cañas, llenos de barro, a pie para llegar a València. “La UME nos ha sacado del altillo en el que estábamos y nos ha dicho que fuéramos caminando, no dan a basto a rescatar tanta gente”, explica Joan Bellver.
Él iba conduciendo por la A-7 en la tarde-noche del martes cuando esta se cortó y les desviaron hacia la V-30, se metieron en un área de servicio y entraron en un parking. Fue cuestión, dicen, de "cinco minutos". La UME acudió a su rescate y les metió en un concesionario donde el agua empezó a subir hasta los tres metros, "con todos los coches para tirar", y con ellos resguardados en un altillo hasta que la UME ha vuelto esta mañana.
Vanessa ha pasado la noche con el agua llegándole a la axila. Pudo llegar un extremis a un supermercado de un centro comercial próximo y donde había varias personas y niños Dice que no sintió miedo, pero sí “responsabilidad y adrenalina: tenía que cuidar de ellos”. Tiene la cara cansada y la chaqueta llena de barro y camina por el arcén de la carretera sin saber aún cómo va a llegar a Mislata. Define la noche de la riada con la palabra “apocalipsis”, y explica que está pasando más angustia ahora, que ve toda la zona desolada, que antes, atrapada en un altillo
“Vino una ola y se llevó todos los coches”
El amasijo de coches amontonados llega hasta donde alcanza la vista,y la carretera está completamente impracticable. Una de las principales vías de acceso a València se convirtió rápidamente en una ratonera. “Vino una ola enorme y se empezó a llevar coches”, explica Julián Martínez a su familia por teléfono. Todos se sienten afortunados por poder contarlo,y también todos aseguran que han visto cómo la riada se llevaba a gente.
Cuenta que ha dormido en el segundo piso de la comisaría de Alfafar porque “el agua llegaba a los tres metros”. Camina por una vía de servicio, mirando a todos lados con incredulidad y pensando en cómo va a llegar a Torrent sin nada. Afortunadamente, tiene batería en el móvil, un elemento clave en estos momentos. Todos ellos están volviendo andando mientras la Guardia Civil se apresura a continuar con las labores de rescate, centradas en atender en primer lugar a los niños y a aquellos con mayor dificultad de movilidad
La pista de Silla despierta ahora de la pesadilla de unas lluvias devastadoras, y cuyos destrozos tardarán mucho en poder arreglarse. Eso es lo de menos comparado con la pérdida de vidas humanas. “Acababa de sacar el coche del concesionario hace una hora ¿Te lo puedes creer? Igual no lo dudé ni un segundo a la hora de salir corriendo. Tumbamos una valla y escapamos como pudimos. Lo que impera es la vida”, explica Julián al lado de su automóvil destrozado.
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