Dana, viento y mar cálido: la tormenta perfecta

Los expertos sitúan el foco en el calor del mar y advierten de que los episodios serán más extremos y recurrentes

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Sara Fernández

José Luis García Nieves

José Luis García Nieves

Todo lo que pudo pasar, pasó; todo lo que podía salir mal, sucedió. La gran riada que ha llevado la devastación a la provincia de Valencia, con especial virulancia en la Hoya de Buñol, Utiel-Requena, la Ribera y l’Horta Sud, que recogía todas las aguas caídas barrancos y ríos arriba, se sitúa ya entre las más catastróficas de la historia de Valencia. Los número hablan: 491 litros por metro cuadrado en solo ocho horas en Chiva, prácticamente lo que puede llover en un año completo, según Aemet. Más de 300 litros entre Utiel y Chiva. Además, 325 litros de Turís; en Siete Aguas, 324; en Requena, 315; 305 en Buñol, 285 en Cheste; 270 en Sot de Chera, o 250 en Alginet, entre otros, según Avamet.

«Ha sido la tormenta perfecta porque se ha se ha producido todo lo que se podía producir en este tipo de situaciones», resume Samuel Biener, investigador y divulgador en el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. «Ha sido una situación típica de gota fría o Dana. El centro de la gota fría se ha situado en las últimas horas en el Golfo de Cádiz. Esto quiere decir que la zona de divergencia en altura, que es el sector de mayor inestabilidad de la bolsa de aire frío, se ha concentrado en el este y en el sur de la península. Además, se formó una baja presión en el norte de África, en superficie, que impulsó vientos muy húmedos del sureste que discurrieron sobre un Mediterráneo cuyas aguas estaban entre dos y dos grados y medio por encima de lo que sería habitual en esta época del año. Además, el viento fuerte del sureste provocó que en esta ocasión los acumulados más grandes no se produjeran en la costa, sino en el interior. Al interaccionar con estos relieves en el litoral interior de Valencia, pues ahí es donde las tormentas con un alto grado de organización asociadas a ese sector de máximo inestabilidad de la DANA, ayudó a que se regeneraran sobre el mismo punto», explica el experto.

Es lo mismo que sucedió en 2019 en la Vega Baja de Alicante, añade. De hecho, la situación es muy similar, con trenes convectivos que dejaron acumulados muy importantes en franjas muy localizadas. «El problema es que en esta ocasión también, la zona afectada ha sido bastante extensa, a lo largo de una línea y sobre todo siguiendo el cauce del río Magro», señala.

El urbanismo y la huella humana han hecho el resto: «Por desgracia, también en el prelitoral tenemos algunas ramblas que pasan constreñidas o que han sido soterradas en áreas urbanas y eso potencia los efectos de las inundaciones. También tenemos algunas infraestructuras como autovías o la vía del ferrocarril, que como hay taludes embalsan el agua y agrava aún más el problema», dice Biener.

¿Qué es una dana?

¿Qué es una dana? / Andreu Vicedo

«Ha sido una trampa en el área metropolitana», señala Samira Khodayar, la directora del grupo de meteorología y climatología del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM). «Normalmente las situaciones más extremas las esperamos en la costa. Y aquí ha llovido mucho en interior, en zonas altas, con crecidas en ríos y caída del agua donde no lo esperaban: ha sido una trampa en Valencia. La gente ha seguido con sus vidas, yendo a trabajar».

¿Un episodio imprevisto? «En los modelos meteorológicos ya lo avisamos nosotros, han previsto la situación perfectamente. Desde el pasado fin de semana, los mapas indicaban que podían caer 300 o 400 litros», señala Biener. Otra cosa son los protocolos de emergencia.

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Una «normalidad» tropical

Las Danas a orillas del Mediterráneo se han convertido en el fenómeno meteorológico «más peligroso» del país con efectos comparables a los huracanes tropicales, señala el climatólogo Jorge Olcina. Las Danas conllevan más cuantía e intensidad de las precipitaciones que un huracán del Caribe o un tifón asiático, aunque también menos viento.

Para Olcina, estos 500 litros registrados en seis horas se explican por la alta temperatura del Mediterráneo, porque «transfiere mucha energía a los sistemas nubosos y genera estas tormentas tan enérgicas que provoca que el agua caiga en tromba», insiste en relación al factor temperatura del mar. La temperatura del Mediterráneo a la altura del sureste peninsular «todavía» se sitúa en torno a los 23 y 24 grados centígrados «cuando por encima de 20 ya es peligroso». Es otra «evidencia más» del cambio climático. Si hasta hace poco estos episodios se repetían cada 15 años, ahora lo hace cada cinco (en 2019 fue la Dana de la Vega Baja).

¿Como abordar la era del cambio climático en una región de lluvias torrenciales? «Este tipo de fenómenos serán cada vez más extremos. Esto va a suceder de nuevo y hay que cambiar el modelo incluso de ciudad. Hay pueblos que viven en barrancos», lamenta Samira Khodayar, que añade: «Es comprensible que no podemos decir a la gente: ‘Tu casa hay que ponerla en otro sitio’, pero hay que entender el riesgo que eso implica. Es una cuestión de coste/beneficio pero el coste son vidas humanas. Que en un país desarrollado donde en cada periodo otoñal vivamos esta situación, sabiendo que cada vez este tipo de eventos va a ser cada vez más extremos, es reprobable», concluye. 

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