Un pueblo surgido entre las cicatrices del agua
La Comunitat Valenciana ha concentrado la gran mayoría de episodios de lluvias extremas registrados en España desde 1900. Las primeras riadas documentadas se remontan a hace más de siete siglos
El carácter torrencial del Túria y su gran desnivel facilitan las crecidas repentinas de caudal
El valenciano es un pueblo curtido en múltiples catástrofes provocadas por el agua. Pese a ser un territorio ligado desde el exterior al sol y la playa y estar castigado por largos períodos de sequía, las lluvias torrenciales son frecuentes y han dejado cicatrices imborrables en la memoria colectiva de la provincia de Valencia desde hace siglos, con los ríos como macabros protagonistas en los casos más notorios. Riadas, pantanadas y ahora, danas. ‘Al meu país la pluja no sap ploure’, cantaba Raimon.
Los primeros desbordamientos documentados por los historiadores datan de hace más de 700 años, pero los expertos apuntan a que la ciudad de València, fundada en el año 138 antes de Cristo, debió sufrir episodios similares desde la época romana que incluso han incidido en su diseño reciente.
Los datos recopilados desde inicios del siglo XX demuestran esa tendencia a las lluvias torrenciales, que además la comunidad científica alerta de que el cambio climático las convierte en más extremas. Según un informe del departamento de Climatología de la Universidad de Alicante, de los 55 episodios de mayores precipitaciones registrados en España desde el año 1900, 22 han tenido lugar en la Comunitat Valenciana. Algunos de ellos dejaron balances de víctimas y daños estremecedores que por desgracia este último suceso podría superar.
La gota fría que asoló este martes amplias zonas de la provincia de Valencia es ya el peor desastre natural de la historia de España, con los 92 fallecidos provisionales contabilizados al cierre de esta edición. Supera de esta forma la tragedia de Biescas (Huesa), en la que murieron 89 personas, y a la riada de València de 1957, en la que otras 81 perdieron la vida tras desbordarse el Túria.
Alteraciones urbanísticas
Aquella catástrofe, que marcó a fuego a toda una generación, terminó provocando el desvío artificial del lecho del río para sacar su recorrido del centro de la ciudad, una modificación que podría haber sido clave para evitar daños mayores ahora.
Pero el agua ha dejado más desgracias en tierras valencianas en los años recientes, más allá del Túria. Y también más cicatrices en forma de cambios urbanísticos forzosos. La pantanada de Tous provocada por el desmoronamiento de la presa ubicada en esta localidad dejó 38 muertos en la Ribera. Aquel 20 de octubre de 1982, el colapso de la infraestructura hizo que se volcaran 120 millones de metros cúbicos en cuestión de segundos, provando crecidas de barrancos que sorprendieron a los vecinos de las localidades bañadas por el Xúquer, donde según algunos registros rescatados ahora por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) se acumularon casi 1.000 litros por metro cuadrado. Algunas desaparecieron literalmente del mapa y tuvieron que reubicarse en otros lugares.
Una cifra similar a la que se recogería apenas cinco años después en algunos municipios la Safor, donde el 3 de noviembre de 1987 otro episodio de lluvias explosivas dejó más de 815 litros por metro cuadrado en Oliva. En localidades cercanas como Gandia todavía hay placas conmemorativas de hasta dónde llegó el agua.
Mucho más fresco está el recuerdo de la dana que engulló en 2019 buena parte de la Vega Baja, en Alicante, tras descargar más de 540 litros por metro cuadrado en 48 horas. Entonces murieron seis personas y los desalojos se contaron por miles. Todavía hay ayudas pendientes a los afectados. Este suceso guarda paralelismos con el de este martes, pues la lluvia se concentró en altura y terminó desbordando el Segura en su tramo final, concentrando la devastación en los municipios ubicados en esa parte más baja.
Desde los romanos
Este tipo de grandes avenidas de agua no son cuestión de mala suerte, especialmente las acontecidas en la provincia de Valencia. El Túria es un río considerado «torrencial», ya que su caudal irregular lo convierte en propicio a grandes crecidas. Además, busca el Mediterráneo a gran velocidad por los 1.600 metros que desciende en sus cerca de 280 kilómetros de recorrido.
De esto ya se dieron cuenta los romanos hace más de dos milenios, tal y como sospechan historiadores como el cronista de València, Vicent Baydal. El experto remite a un trabajo de la también historiadora Carmen Gozalo Andrés, que en 2003 recogía testimonios de escritores como Richard Ford, quien a inicios del siglo XVIII explicaba en su obra ‘Cosas de España: el país imprevisto’, que la «solidez y amplitud» de los puentes que saltean el antiguo cauce del río que vertebra el cap-i-casal no eran un «antojo» sino una «necesidad» ante las repentinas crecidas cuando se acumula agua montañas arriba.
Incluso otros estudios apuntan a desboramientos muy anteriores. «Entre 1321 y 1957 se registran 22 desbordamientos, 11 crecidas y 15 noticias de inundación», concluyen Pilar Carmona y Joan Olmos en la monografía ‘Río y Ciudad: el caso de València’.
- ¿Por qué huele tan mal el cauce del Túria dos meses y medio después de la dana?
- El Gobierno permite continuar con la estabilización de interinos pese a sobrepasar el plazo legal para acabar los procesos
- La Comunitat Valenciana suma 21 terremotos en 30 días
- Vuelve el frío gélido con temperaturas mínimas de 2ºC en València
- La supresión de autobuses lanzadera dispara las quejas vecinales
- Valencianos en Madrid: Pedro Sánchez ficha a más exaltos cargos del Botànic
- Riba-roja aprueba multas a los puteros por valor de 3.000 euros
- Mazón afirma haber mantenido entre 15 y 17 conversaciones telefónicas en las horas críticas de la dana