Lo extraordinario se queda corto

Las inundaciones de la última DANA han sido especialmente catastróficas

Las inundaciones de la última DANA han sido especialmente catastróficas / Levante EMV

Jorge Olcina

Dolor, rabia, estupefacción por lo ocurrido en Valencia el pasado día 29 de octubre. Decenas de muertes, cientos de litros por metro cuadrado, miles de metros cúbicos de agua movilizados en pocas horas por barrancos generalmente secos, cientos y cientos de millones de pérdidas. No hay palabras para calificar este episodio que va a ser el más grave ocurrido en nuestro país desde la riada de Santa Teresa en la cuenca del Segura en octubre de 1879 (1.077 víctimas mortales, aunque estimadas por falta de una contabilidad precisa en aquella época). Porque seguramente se superará en estos días el número de víctimas mortales de las inundaciones del Vallés de 1961, cuya cifra resultaba ya difícil de creer. 

Muchas imágenes que estamos viendo por televisión nos retrotraen a octubre de 1957, también por la solidaridad del resto de España con Valencia. Conforme avanzan las labores de auxilio, de desescombro, se van conociendo datos del fenómeno físico ocurrido. Y nos sorprenden. Máximo oficial de precipitación en 24 h, que alcanzó 618 litros por metro cuadrado en Turís, con algún dato algo mayor en la red valenciana de aficionados a la meteorología (Avamet), 640,8 mm en Turís-Canyapar. Y datos no oficiales que hablan en algún punto del interior de la provincia de Valencia de 784 mm el día 29 de octubre. Son datos muy próximos al récord de Oliva de noviembre de 1987 (817 mm) o al estimado recientemente por Rafa Armengot y Vicente Aupí en la cabecera del embalse de Tous en octubre de 1982 (882 mm).  

Pero lo peor fue la intensidad horaria e incluso en minutos alcanzada en este episodio, que ha supuesto un nuevo récord en España: 179 litros por metro cuadrado en Turís en una hora y de ellos 42 mm en tan solo diez minutos. Es un dato de récord en Europa y ha superado el anterior registrado en Vinaròs en 2018 (159 litros por metro cuadrado). Los volúmenes de agua arrastrados por la rambla del Poyo que rebasaron los 2.200 metros cúbicos por segundo, cinco veces el caudal medio del Ebro en la desembocadura. Una inundación relámpago, como nunca antes habíamos conocido en nuestro país. Todo ha sido extraordinario. Como va a ser la cantidad de esfuerzo y presupuesto para recuperar la situación previa en toda la zona afectada por este «tsunami» hidrológico. 

En los últimos años asistimos a eventos de DANA violentos que se suceden con elevada frecuencia. El calentamiento del mar Mediterráneo y la mayor frecuencia de DANAS que se producen en nuestras latitudes tienen la respuesta. Son DANAS de segunda generación, influidas por el proceso de calentamiento climático, sin duda. Negar lo evidente conduce a condenar a la población del litoral mediterráneo español a una vida mucho más difícil, con alto riesgo para su propia vida en las próximas décadas. Ya habrá tiempo de comentar la parte territorial de este episodio, con cientos de viviendas en zona inundable, con infraestructuras lineales perpendiculares a los cursos fluviales que no están bien diseñadas para permitir una evacuación rápida del agua, etc. Esta DANA debe servirnos para hacernos ver que la nueva realidad climática que ya vivimos en el mediterráneo español requiere de la elaboración urgente de planes de adaptación, de inversión constante para la reducción del riesgo en los presupuestos estatales, regionales y locales. Y, sobre todo, de una política a la altura de las situaciones complejas que se van a tener que gestionar a partir de ahora.  

Tracking Pixel Contents