La generación de cristal demuestra que es de hierro

Cientos de jóvenes han aprovechado que no tenían clase en las universidades e institutos para volver a los municipios de l’Horta Sud y ayudar a los afectados por la Dana. «No podíamos quedarnos en casa». 

Las voluntarias Alba, Daniela, Elsa, Nadine  y Amira limpian el agua y el fango en las calles de Alfafar.

Las voluntarias Alba, Daniela, Elsa, Nadine y Amira limpian el agua y el fango en las calles de Alfafar. / Voro Contreras

Voro Contreras

Voro Contreras

«Ey, aquí está la generación de cristal», suelta Julia con evidente ironía mientras posa para una foto junto a sus amigas y junto a Paco Martínez, el vecino de Massanassa al que este grupo de estudiantes universitarias acaba de ayudar a sacar los muebles embarrados del bajo de su casa. Media hora antes Beni -la mujer de Paco, que prefiere no salir en la foto- se había encontrado al grupo por la calle y le había pedido ayuda. «Claro, claro, para eso hemos venido», ha contestado otra de las chicas. «De generación de cristal, nada», les dice Paco cuando se van. «Sois maravillosas».

La Dana arrasó el pasado martes varios municipios de la provincia de Valencia y desde el mismo día siguiente fue la solidaridad la que inundó la zona devastada por el agua y el fango. El viernes, día festivo, miles de personas empezaron a cruzar a pie los puentes que separan la ciudad de València y l’Horta unos para ayudar a familiares y amigos que habían quedado allí atrapados y otros para ayudar a cualquier persona que lo necesitase. El sábado otros miles lo hicieron en autobuses fletados por la Generalitat. Durante el fin de semana ni siquiera el decreto del Consell limitando los accesos pudo parar esta ola solidaria. 

"No íbamos a quedarnos en casa"

Ayer lunes era día laboral y muchos voluntarios no pudieron regresar a la zona con sus palas, escobas y carros de alimentos porque tenían que trabajar. Pero las universidades y los institutos de València habían decidido mantener la suspensión de sus clases un día más y, a tenor de lo visto de nuevo en los municipios de la riada, muchos de sus estudiantes también decidieron emplear su día libre en ayudar de nuevo a los habitantes de l’Horta Sur.

Julia, la que se ríe de eso de «la generación de cristal», es de Valladolid pero estudia un máster en la Universitat de València. De ingeniería hidráulica, por cierto. En su grupo de ayuda van también una valenciana y dos coruñesas de 22 años que desde hace dos estudian Turismo en València. Una de ellas, Carmen, explica que «como justo nos han cancelado las clases en la universidad por esto, pues lo normal es que vengamos a ayudar y no nos quedemos en casa porque no son vacaciones. Es por una desgracia, claro».

«Soy una herramienta»

A ellas se les ha unido este lunes Raquel, una madrileña (de Arganda del Rey, en concreto) de 22 años que el domingo decidió venirse por su cuenta a València con la disposición de ayudar a quien hiciera falta. 

«Yo soy una herramienta», proclama Raquel después de relatar su historia: «El domingo conseguí encontrar una mujer con una plaza disponible en una furgoneta que venían a traer comida a València. Al llegar estuve buscando sitio para hospedarme, pero no encontraba y dieron la alerta roja por lluvia. Entonces, un amigo de un amigo me contactó y me dijo: oye, estoy en un Airbnb, hablo con el matrimonio, vente para acá. Me quedo hasta esta noche, pero voy un poco a ciegas y mi intención es estar en València toda la semana, así que si alguien tiene un sitio en casa...». 

Junto a bomberos, militares y policías

Raquel viene a ayudar porque, dice, «si no ayudan desde arriba, el pueblo se tiene que unir». Cerca de la casa de Paco, pero ya en término de Alfafar, decenas de veinteañeros se mezclan con bomberos, militares y policías locales procedentes de diversos municipos de España para intentar reducir el río de fango que cubre las calles Xúquer, Sénia y Segura.

Allí están Alba, Daniela, Elsa, Nadine y Amira, que han llegado desde València, Paterna y Burjassot y esperan indicaciones para relevar a sus amigos con los cepillos. «Estuvimos aquí el viernes, volvimos el sábado y el domingo y hoy, como no teníamos clase, hemos decidido volver», explica Alba quien, por cierto, estudia un grado de Emergencias y Protección Civil porque su intención es la de ser bombera. Otra estudia un grado de psicología on-line y otra uno de atención a la dependencia. 

«Sí, por desgracia están siendo unas buenas prácticas», comenta una de ellas porque, en un paisaje tan devastador, no está mal quitarle algo de hierro al asunto. Para hierro, el de la voluntad que está mostrando tras la catástrofe la mal llamada generación de cristal.

Paco Martínez con las jóvenes que le han ayudado a limpiar su casa de Massanassa.

Paco Martínez con las jóvenes que le han ayudado a limpiar su casa de Massanassa. / Voro Contreras

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