Vivir la DANA como migrante: “Muchos son invisibles para el Estado”

La vicepresidenta del Consejo Valenciano de Migraciones, Boutaina El Hadri, denuncia que la ayuda a las familias migrantes la han autogestionado las organizaciones sin colaboración del Consell

Muchos migrantes en situación irregular han huído de la zona cero por el miedo a la presencia de Policía y malviven en asentamientos sin agua ni luz

Dos mujeres, una de Afganistan y otra de Siria, cocina comida para toda la comundiad migrante del hotel de Picanya

Dos mujeres, una de Afganistan y otra de Siria, cocina comida para toda la comundiad migrante del hotel de Picanya / JM López

València

“El otro día una mujer con pañuelo fue a pedir una ayuda y le dijeron ‘para ti no’”. El testimonio le llegó a la vicepresidenta del Consejo Valenciano de Migraciones, Boutaina El Hadri, desde una de las localidades de la zona cero tras la DANA. Enfrentarse al racismo ya es una realidad cotidiana para muchas personas migrantes, que estas semanas han visto cómo la emergencia les ha dejado sin nada. Algunas han perdido familiares o amigos, muchas han visto sus casas destrozadas o han perdido vehículos y muchos de los que están en situación administrativa irregular han huído de la zona cero por miedo a la presencia policial. Las ayudas de la post-emergencia, además, excluyen a las personas sin DNI ni NIE, doblemente castigadas por su doble condición de víctimas de la DANA y de personas migrantes. Muchos son “invisibles para el Estado”.

“Los primeros días de la DANA los pasamos apagando fuegos, enfocados a las familias migrantes que conocemos pero ahora nos damos cuenta de que las necesidades son muy diversas: desde comida caliente, hasta comida halal para las personas musulmanas pasando por una vivienda digna”, explica Boutaina El Hadri. El asunto de la vivienda adquiere tintes dramáticos para el colectivo de personas sin papeles o en situación administrativa irregular que vivía en los municipios más castigados por la tragedia. Muchos lo hacían en pisos o habitaciones subalquilados en negro y, ante la presencia policial y militar en la zona, han decidido huir por miedo a que alguien les pida una documentación que no tienen. “Hay lugares a las afueras de Paiporta, Algemesí u Benetússer donde se están refugiando las personas en situación administrativa irregular que han huído”, explica El Hadri. Las condiciones de los nuevos solares, instalaciones o infraviviendas son pésimas: “Donde están no tienen agua corriente, en una de las zonas hay un pozo con agua fría y con ese agua se están duchando”. 

Esta semana, en algunos de estos espacios se han congregado alrededor de 30 o 40 migrantes. “Tienen frío por la noche, les llevamos mantas a estos sitios que han convertido en dormitorios”, explica Boutaina. Pero es una situación insostenible. “No pueden vivir así ni las ratas”, denuncia. Estos asentamientos no solo se han nutrido del miedo de los migrantes en situación administrativa irregular. “Algunos tienen NIE pero vivían en habitaciones que han quedado inhabitables y se han ido”, añade.

Esas son las nuevas infraviviendas, pero Boutaina El Hadri se pregunta también dónde han ido a parar y cómo se han visto afectadas las personas migrantes que vivían en asentamientos de chabolas en localidades de la zona cero como Aldaia. En cuanto a los municipios donde se concentran más personas migrantes damnificadas, El Hadri no lo sabe a ciencia cierta, pero intuye que hay algunas zonas en las localidades de l’Horta y la Ribera donde el colectivo migrante puede haberse visto muy afectado. Entre estas, cita por ejemplo el barrio del Raval de Algemesí, donde “costó mucho que llegara la ayuda”, pero también alguna zona de Benetússer, el Parque Alcosa, en Alfafar, o el Xenillet, en Torrent. “Las personas cuyas casas han sido arrasadas han ido a casas de familiares, pero las personas migrantes no tienen red, para ellos es ‘sálvese quien pueda’”.

“Se quedarán sin nada”

Las personas migrantes, añade la vicepresidenta del Consejo Valenciano de Migraciones, no solo han visto afectadas sus casas y posesiones, sino que un amplio porcentaje de ellos estará excluido de la reconstrucción. “De las ayudas que han sacado la Generalitat y el Gobierno de España, ninguna está dirigida, ni es accesible, para las personas en situación administrativa irregular, que ya vivían en situación de mucha vulnerabilidad pero ahora se han quedado sin techo y muchos sin sus precarios trabajos en B”, denuncia El Hadri. Sobre las ayudas de 6.000 euros para paliar los daños producidos por la DANA en las viviendas, explica que “puede pedirlas la persona que paga el alquiler o el dueño de la vivienda pero solo se dan una vez por casa, de modo que los dueños de los ‘pisos patera’ las pedirán para ellos y las personas migrantes se quedarán sin nada”.

Los efectos sobre el empleo en estos colectivos son también dramáticos y los alejan de todo derecho laboral. “Las personas migrantes que trabajan sin contrato no tienen el lujo de poder entrar en un ERTE”, dice. Sobre la reivindicación de su derecho a no poner su vida o su salud en riesgo trabajando con alertas meteorológicas o de acudir a trabajar a localidades con movilidad restringida, cree que no es tan sencillo: “Salen los gobiernos a decir ‘quédate en casa’, pero las personas migrantes sin papeles no tienen una legislación laboral a la que acudir, y las que tienen todo en regla temen que les despidan y no poder encontrar otra oportunidad”.

Exclusión administrativa

Ni siquiera las facilidades administrativas para tramitar la documentación que se ha perdido por la DANA tienen en cuenta a las personas migrantes. Las oficinas para la tramitación de documentos que han llegado estas semanas a algunas de las localidades afectadas, denuncia El Hadri y confirman fuentes gubernamentales, solo tramitan nuevos DNI, no NIE, lo que excluye a todas las personas que no tienen la nacionalidad española. “Es un momento de solidaridad, de empatía, y no podemos dejar a esta gente sola”, subraya Boutaina El Hadri.  

De todas estas discriminaciones se están dando cuenta estas semanas las organizaciones que trabajan con personas migrantes a partir del trabajo que están haciendo sobre el terreno. Un trabajo, apunta la también vicepresidenta de Casa Marruecos, que están “autoorganizando”. “Nos habría encantado que la Generalitat se reuniera con nosotros, con el Consejo Valenciano de Migraciones o con las entidades para preocuparse por la situación de este colectivo pero no ha sido así, así que nos estamos autogestionando”, concluye

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