El impacto de la dana en la salud mental: Pesadillas en los menores y cambios de comportamiento

La Agencia Europea del Medio Ambiente advierte de que si no se frena el cambio clímático a finales de siglo se triplicarán los muertos en inundaciones

"La depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático pueden persistir durante años tras una riada para aquellos cuyas casas se inundaron"

Un flotador de niño sobre el barro en una calle de Paiporta el pasado lunes 18 de noviembre, 20 días después del paso de la dana.

Un flotador de niño sobre el barro en una calle de Paiporta el pasado lunes 18 de noviembre, 20 días después del paso de la dana. / Biel Aliño/ EFE

Rafel Montaner

Rafel Montaner

València

"Fue peor la posguerra que la guerra"... Esta frase que ha resonado en la mayoría de hogares valencianos durante generaciones en boca de aquellos que vivieron de niños la Guerra Civil volverá a la memoria de las familias afectadas por las devastadoras inundaciones que provocó el episodio de precipitaciones extremas desatado por la dana del pasado 29 de octubre. Los próximos meses van a ser muy duros para los que han sobrevivido a la riada, pues según un informe publicado en mayo por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) sobre el impacto sobre la salud de las riadas, alerta de que entre la población que sufre inundaciones "las posibilidades de padecer problemas de salud mental pueden aumentar en un 50 %".

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Germán Caballero

La mortalidad podría crecer un 50 %

Además, el estudio advierte de que "la probabilidad de que se produzcan brotes de enfermedades infecciosas crece después de las riadas", lo que puede llevar a que "las tasas de mortalidad aumenten hasta en un 50 % durante el primer año después de una inundación".

La AEMA apunta que "el cambio climático aumentará aún más la exposición de las personas a fenómenos meteorológicos extremos con graves consecuencias para la salud". Por lo que respecta a las inundaciones, la agencia europea señala que los colectivos de población más vulnerables son "las personas mayores, los niños, los enfermos crónicos, los grupos de ingresos más bajos, los agricultores y los equipos de servicios de emergencia".

Más de 130 muertos al año

Estas son algunas de las conclusiones del informe 'Respuesta a los impactos del cambio climático en la salud humana en Europa: atención a las inundaciones, las sequías y la calidad del agua' de la AEMA. En él se destaca que entre 1980 y 2022 "se contabilizaron 5.582 víctimas directas causadas por inundaciones en los 32 países" miembros de esta agencia, lo que resulta una media anual de 133 fallecidos. Dicho promedio es muy superior a las víctimas de las inundaciones de Valencia, que ya rebasa los 220 fallecidos. En los 42 años estudiados solo hay 8 en los que el conjunto de 32 países europeos sumen más muertes por inundaciones que las ocurridas en la provincia de Valencia el 29 de octubre.

Entre 1980 y 2022 las inundaciones se han cobrado 5.582 vidas en los 32 países miembros de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Gráfico de las muertes anuales .

Entre 1980 y 2022 las inundaciones se han cobrado 5.582 vidas en los 32 países miembros de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Gráfico de las muertes anuales . / European Environment Agency (EEA)

Para el año 2100 el informe estima que, si no se hace nada por reducir las emisiones a la atmósfera de gases que contribuyen al calentamiento global y se adoptan medidas de adaptación al cambio climático, "las inundaciones serán más frecuentes y extremas" por lo que "podrían causar hasta 340 muertes al año" en Europa, casi tres veces más que el promedio actual.

Coches amontonados en una calle de Sedaví el pasado 30 de octubre, al día siguiente de la inundación.

Coches amontonados en una calle de Sedaví el pasado 30 de octubre, al día siguiente de la inundación. / J. M. López

Impacto en la salud mental

En cuanto al impacto en la salud mental de las riadas, el estudio de la AEMA destaca que las personas afectadas por inundaciones "pueden sufrir en el corto plazo traumas y angustia mental, seguidos a menudo por trastorno de estrés postraumático (TEPT), ansiedad, insomnio, psicosis y depresión". Todo esto hace que entre este colectivo, añade, "las posibilidades de padecer problemas de salud mental puedan aumentar en un 50 %". E insiste en que "los desalojos durante las inundaciones, especialmente sin previo aviso, aumentan la probabilidad de los efectos negativos sobre la salud mental". En este sentido, pone como ejemplo que durante las inundaciones de 2021 en los Países Bajos, "casi todos los evacuados padecieron cierto grado de estrés y más de una cuarta parte (el 28%) experimentó una gran cantidad de estrés durante la evacuación".

Barranco del Poyo en Chiva a las 12:00 horas del 29 de octubre

Levante-EMV.

Advierte de que dichos efectos sobre la salud mental "pueden ser duraderos", pues relata que "más de un tercio de las personas afectadas por las inundaciones de 2021 en los Países Bajos continuaron sufriendo un estrés significativo durante varios meses". "La depresión, la ansiedad y el TEPT pueden persistir durante años después de una riada para aquellos cuyas casas se inundaron", resalta. Además, subraya que también puede "afectar negativamente a la salud mental" que los procesos de compensación y reconstrucción se prolonguen demasiado.

Un grupo de escolares camina junto al barranco de la Saleta de Aldaia al salir del colegio.

Un grupo de escolares camina junto al barranco de la Saleta de Aldaia al salir del colegio. / Europa Press

Los niños, los más vulnerables

La AEMA también insiste en que "los niños y adolescentes muestran una mayor vulnerabilidad a los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos". "Los desastres relacionados con el clima, incluidas las inundaciones, tienen un profundo impacto negativo en la salud mental de los niños", apunta el estudio. "Varios factores de desarrollo fisiológico, cognitivo y emocional hacen que los niños sean más vulnerables a incidentes traumáticos como la pérdida de seres queridos, daños a sus pertenencias o desplazamientos". El informe relata que los menores "procesan los eventos traumáticos de manera diferente a los adultos y, a menudo, carecen de estrategias de afrontamiento adecuadas".

Así, "su dependencia de los adultos puede llevar a consecuencias psicosociales de los impactos de las inundaciones en su familia o escuela". Por ello, "los niños presentan un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental si están expuestos a factores estresantes en el período de recuperación posterior a la inundación, como mudarse de casa o cambiar de escuela, o perciben que sus vidas están en peligro".

La tierna imagen de unos niños jugando al fútbol en medio de la destrucción de Aldaia

Sara Fernández

Los niños afectados por inundaciones, según el estudio de la AEMA, "pueden tener dificultades para dormir" y experimentar "cambios de comportamiento como actitudes agresivas, retraimiento, comportamientos regresivos y retrasos en el desarrollo". Además, la exposición a una emergencia en la que ven la vida amenazada y a situaciones que involucran peligro para los padres "puede provocar síntomas de depresión, pesimismo y tristeza". Las consecuencias a largo plazo de las inundaciones para la población infantoadolescente, avanza la agencia europea, "incluyen un mayor riesgo de desarrollar TEPT así como un mayor riesgo de pensamientos suicidas y de uso de sustancias". Asimismo, "la exposición al trauma puede causar cambios en la anatomía y función del cerebro, impidiendo los procesos de aprendizaje y memoria". En este sentido destaca que "los niños con síntomas de TEPT a menudo expresan dificultades para concentrarse, lo que puede dificultar su capacidad de aprender eficazmente en la escuela".

Brotes de enfermedades infecciosas

Otro aspecto que resalta el informe de la AEMA es que durante el año siguiente a una inundación "las tasas de mortalidad pueden elevarse hasta un 50 % debido a que la probabilidad de brotes de enfermedades infecciosas crece por las altas concentraciones de patógenos dañinos en las masas de agua", debido a la escorrentía contaminada por aguas residuales. Esto es así porque "las aguas de inundación pueden contener patógenos originarios de heces o cadáveres de animales, aguas residuales y escorrentía superficial". "Eventos de inundación más frecuentes e intensos pueden aumentar la exposición a patógenos" a través del contacto directo con agua, barro o escombros contaminados. Así, el estudio cifra que entre la población que participó en las tareas de limpieza de las inundaciones de Alemania en 2002 "los casos de diarrea se cuadruplicaron".

Un hombre camina sobre el barro de una calle de Paiporta el pasado 13 de noviembre, dos semanas después de la riada.

Un hombre camina sobre el barro de una calle de Paiporta el pasado 13 de noviembre, dos semanas después de la riada. / Rober Solsona/ Europa Press

Grandes masas de agua estancada después de las inundaciones pueden crear nuevas áreas para la posible exposición a patógenos, y los cortes de electricidad y agua potable "pueden afectar el almacenamiento y la preparación de alimentos y aumentar el riesgo de intoxicaciones alimentarias, especialmente en situaciones de altas temperaturas". Igualmente, "la interrupción o contaminación de los suministros de agua potable puede dar lugar a prácticas higiénicas inadecuadas y contribuir a la transmisión de enfermedades". Además, "el estrés causado por las inundaciones puede reducir la capacidad del cuerpo para combatir los patógenos". Después de las inundaciones, concluye el estudio, "los riesgos de infección son más altos para virus como el norovirus, principalmente a través de la exposición a agua contaminada, rotavirus y hepatitis A; bacterias como E. coli patógena, Salmonella spp. y Campylobacter spp.; y Cryptosporidium spp., que causan infecciones parasitarias".

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