RADIOGRAFÍA DE LAS FEDERACIONES SOCIALISTAS (XVII)

PSPV, una federación con el guion trastocado por la DANA

La federación valenciana llega a Sevilla con la renovación completada en la persona de la ministra Diana Morant, líder indiscutida internamente, perfectamente alineada con Moncloa y Ferraz, pero sin afianzar socialmente

Diana Morant junto a Pedro Sánchez en un acto electoral.

Diana Morant junto a Pedro Sánchez en un acto electoral. / Andreu Esteban

Borja Campoy

Nada en la Comunitat Valenciana está libre del ‘shock’ de la mayor catástrofe natural en Europa en el siglo XXI. Tampoco el PSPV. También hay un antes y un después político tras una “avenida relámpago” que deja más de 220 muertos y sitúa al Gobierno del ‘popular’ Carlos Mazón en el alero por su gestión de la emergencia. Todo es posible en un territorio en tensión máxima desde el pasado 29 de octubre, desde la dimisión del president hasta un adelanto electoral, si bien Mazón muestra una voluntad clara de resistir. La cuestión es si los socialistas valencianos están preparados para un escenario inestable y de alto voltaje en las calles contra el Consell y el Gobierno de España.

Por un lado, el PSPV llega a este momento con los deberes hechos. Culminó en marzo pasado un proceso de renovación que aupó a la ministra de Ciencia y Universidades, Diana Morant, a la secretaría general. Sánchez no quiso esperar: fue la primera de las grandes autonomías que cambió de rostro tras la derrota de Ximo Puig en unas elecciones en las que el presidente del Gobierno se implicó poco. Y Sánchez señaló desde el minuto uno a la elegida y ayudó a limpiar el camino cuando salieron aspirantes con peso orgánico (los barones provinciales de València, Carlos Fernández Bielsa, y Alicante, Alejandro Soler). El pacto sellado en Ferraz bajo la mirada de Santos Cerdán trajo una paz interna que, con algún contratiempo, perdura.

No obstante, el de la exalcaldesa de Gandia es un liderazgo aún por afianzar, pensado en el horizonte de 2027 y sorprendido con el terremoto político y social provocado por una riada histórica. Las encuestas le dan un nivel de conocimiento bajo entre la ciudadanía y su gobierno de la federación lo ha de realizar además durante parte de la semana a distancia, dadas sus ocupaciones en el Gobierno.

Llegados a la crisis de la DANA, Morant ha apostado por un perfil bajo que puede ser la mejor opción a medio plazo (en situaciones extremas lo más difícil para un mando político es no salir quemado), pero que ahora genera algunos recelos entre bases y cargos intermedios. Nada sin embargo que se haya elevado a la categoría de denuncia pública.

La ministra ha ido además moviendo su posición, siempre en la línea de los planteamientos de Moncloa. Ofreció primero colaboración a Mazón, rechazando la moción de censura que pedía Compromís y un adelanto electoral, a pesar de que la tensión interna en el Centro de Coordinación Operativa Integrado (el ya famoso Cecopi), donde están Consell y Gobierno, crecía y el Ejecutivo de Mazón empezaba a poner el foco en la actuación de la Confederación Hidrográfica del Júcar y el Ministerio de Transición Ecológica, del que depende. Así hasta el día de la comparecencia del president en las Corts Valencianes, cuando pasa a ofrecer los votos socialistas a Alberto Núñez Feijóo para sustituir a Mazón por otro dirigente ‘popular’ y convocar elecciones en 2025.

Además del escollo aritmético (la izquierda necesitaría el apoyo de Vox), existe un trasfondo táctico en estas operaciones. La ausencia de la líder en las Corts obstaculiza una moción de censura, porque el reglamento obliga a presentar una candidatura (de entre los diputados) a la presidencia.

Lo que no ha cambiado antes y después de la DANA es el alineamiento de la dirección del PSPV con Moncloa y Ferraz. Es el principal rasgo de la era Morant. Esa vitola funciona también como extintor de conflictos internos, diluidos ante lo que supone un enfrentamiento con el líder del socialismo español. Hubo un conato de incendio a la hora de renovar la dirección provincial de Valencia, pero se abortó. El momento crítico por el caso Koldo de otro factótum del socialismo valenciano, José Luis Ábalos, es otro elemento que neutraliza conflictos.

Pasado el congreso federal, no obstante, se espera otra etapa menos pacífica, en especial cuando toquen cónclaves provinciales y de las grandes capitales. Por el poder provincial de Valencia hay anunciada batalla, a no ser que la dana la desactive. Lo mismo apunta en la ciudad de València, donde Ferraz y Morant preparan el camino a la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé. En Castelló todo ha ido rápido para bendecir sin oposición a Rafa Simó como nuevo líder en la ciudad.

Y después está Alicante, un polvorín interno y un agujero electoral para los socialistas. La situación orgánica allí está marcada por el conflicto en la capital, un problema que se arrastra desde hace décadas, las mismas que el histórico Ángel Franco lleva moviendo las hilos en la sombra. El exsenador mantiene una batalla abierta con la portavoz municipal, la exconsellera Ana Barceló. Esta recientemente pidió la dimisión del secretario local, Miguel Millana, afín a Franco. La respuesta de la dirección de Morant fue ponerse del lado del poderoso exsenador, uno de los aliados que incorporó en su ejecutiva.

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