La lenta y compleja batalla de los garajes

Los protocolos de seguridad, la competencia desleal entre empresas y la falta de medios ralentiza el desalojo y limpieza de los aparcamientos privados

Se han terminado los trabajos en 50 garajes

Imagen de un garaje limpio tras el paso del operativo de la Diputación

Imagen de un garaje limpio tras el paso del operativo de la Diputación / Diputación de Valencia

València

La situación de los garajes se ha convertido en uno de los frentes de la dana que más desasosiego está causando a los vecinos. La alcaldesa de Benetússer ponía voz al malestar ciudadano esta semana: “Quedan por limpiar 49 garajes, a este ritmo quizá en el 2027 tengamos la solución”, afirmaba Eva Sanz, en un reproche a la Diputación de Valencia.

La preocupación vecinal es fundada. Según los datos facilitados por el Cecopi este miércoles, de los 894 contabilizados, se han finalizado los trabajos en 542. El 40 % están en proceso o en espera de iniciar los trabajos.

Si fuese un teatro de operaciones bélico, ahora mismo habría desplegados en la zona cero de la dana tres niveles de actuación. Por un lado, en el terreno hay empresas privadas a las que las comunidades de vecinos están contratando directamente para realizar los trabajos de limpieza. Vecinos de Catarroja denunciaban esta semana los precios abusivos que, en algunos casos, se están encontrando en un mercado que ahora mismo tiene la oferta saturada: 10.000 euros al día para un párking de 28 plazas. Un ejemplo: 500 euros por retirada de cada vehículo y desplazamiento a la campa municipal. Otro: 1.900 euros/día por secado de las paredes con ventiladores industriales.

En esta situación, las comunidades de vecinos se ven obligadas a esperar la ayuda pública. Tanto efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) como del Consorcio Provincial de Bomberos están realizando estos trabajos. Sin embargo, tienen la orden, tras los informes de Invassat, de no superar la cota -1 para primar la seguridad. Es decir, que no entran a la segunda y tercera planta subterránea.

La Diputación ha trasladado formalmente a la Conselleria de Emergencias la petición para que el Cecopi forme también a la UME y a los bomberos para que puedan bajar a las segundas y terceras plantas, lo que supondría un incremento de recursos importante. Los expertos creen que es factible hacer una formación suficiente en dos o tres días. 

El monóxido de carbono

Como explica Salvador Peiró, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública e investigador en Fisabio, el riesgo de acceso a los sótanos inferiores se debe a que, cuanto más profundos estén los espacios, menos ventilados están. Para la extracción de lodos se trabaja con maquinaria de combustión, de gasolina, sobre todo una especie de tractores pequeños con palas llamados minis, y ponerlos en marcha “se come el oxígeno” y genera monóxido de carbono, explica Peiró, una sustancia que puede generar intoxicaciones y desmayos. Por eso, el primer requisito de entrada es llevar un detector de monóxido de carbono, para medir en tiempo real la concentración de estas partículas. Si este valor es alto, se debe buscar la forma de ventilar o “entrar con oxígeno, como hacen a veces los bomberos”. 

De ahí esa necesidad de formación. Las empresas que sí tienen autorización de bajar a los sótanos inferiores son las que normalmente trabajan en fosas sépticas o depuradoras, y que por lo tanto saben actuar en espacios no ventilados. Pero es formación “no es especialmente problemática ni compleja”, explica Peiró. Se podría hacer en tres días, menos de una semana, y está convencido de que las empresas especializadas manejan unos protocolos que podrían compartir. “Los equipos individuales son relativamente sencillos y fáciles de manejar, y los detectores no son demasiado caros”, asegura.

Pero no todos los garajes están igual de ventilados. “Los de dos entradas suelen ventilar muy bien, pero hay otros problemáticos”, indica el investigador de Fisabio. En circunstancias normales, buscar la ventilación forzada con ventiladores o sistemas de extracción como tubos podría ser una opción, pero el problema añadido es que, en la mayoría de estos sótanos, no hay electricidad a consecuencia de la dana. Además, aparte del agua y el lodo puede haber dificultades añadidas, como que haya “otras cosas descomponiéndose o fermentando”, materia orgánica.

No se ha comenzado a trabajar en 300 garajes

En este contexto, son las empresas contratadas por la Diputación sobre las que recae un peso importante. La competencia de la limpieza es, en primer lugar, vecinal, y posteriormente de los ayuntamientos. Pero ante la magnitud de la emergencia y la situación precaria de los municipios, la Diputación asumió esta tarea, debido también al peligro de salubridad. Son ocho empresas las que contrató la corporación provincial para trabajar en once municipios. El dispositivo desplegado por estas empresas, coordinado por el área de Agua y Residuos de la Diputación tiene 664 garajes adjudicados para limpiar, consta de 320 operarios, más de 100 máquinas y en él se han invertido siete millones de euros. Con ello, se han iniciado trabajos en un centenar de espacios, en algunos con ayuda de los bomberos del Consorcio. Hay alrededor de 50 garajes ya terminados y 300 donde todavía no se han empezado las actuaciones.

Los problemas del dispositivo

Imagen de un desprendimiento en un garaje en el que trabaja la corporación provincial

Imagen de un desprendimiento en un garaje en el que trabaja la corporación provincial / Diputación de Valencia

Pero el trabajo está yendo más lento de lo que quisieran, tal como atestigua, 50 días después, el número de aparcamientos pendientes. Tras extraer el lodo y sacar los coches, el problema se lo están encontrando también en los trasteros. “Hay garajes a los que era imposible acceder. Ha habido que romper paredes que requerían informe del arquitecto para evitar problemas”, explican fuentes de la Diputación. 

Un operario retira a mano enseres enlodados de un garaje

Un operario retira a mano enseres enlodados de un garaje / Diputación de Valencia

No es el único problema. En Benetússer, por ejemplo, cuya alcaldesa protestaba por el ritmo de las actuaciones, desde la Diputación aseguran que en dos edificios hay 102 trasteros que se limpian a mano porque no puede acceder la maquinaria. Además, los detectores de monóxido de carbono se disparan con frecuencia y el dispositivo tiene que salir por seguridad hasta que se ventila, lo que ralentiza los tiempos. Otro factor a tener en cuenta son los desprendimientos y hundimientos de forjado a consecuencia del agua con que se encuentran los operarios. Concluyen que el operativo provincial “lo limpia todo”: no solo hace la extracción de lodos, sino que limpia los trasteros a mano, incluida la desinfección y el arreglo de las bajantes dañadas.

La falta de maquinaria es otro problema. En concreto de cubas (chuponas), muy solicitadas y de las que no disponen las empresas de obra pública tan frecuentemente como de otras máquinas. La falta de mdios ha desembocado en un problema de competencia desleal similar al que tuvo lugar en la pandemia ante la falta de oferta de mascarillas. Fuentes conocedoras señalan que, de los 120 euros por hora en que estaba en el mercado el servicio de desagüe, la Diputación elevó el precio a alrededor de 250 euros. Sin embargo, desde otras administraciones se está pagando hasta 350 euros por hora, gracias a la flexibilidad que ofrecen estos contratos de emergencia. Ante esa falta de recursos, toda ayuda es poca: han venido incluso máquinas de Marruecos para trabajar en el alcantarillado.

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