¿Se puede evitar que un coche flote en una riada?

Con 20 centímetros de agua se pierde el control del vehículo y se apaga el motor; con 35 centímetros algunos vehículos empiezan a flotar, y si el agua alcanza los 70 centímetros el coche se ve arrastrado por la corriente.

Imagen de la riada del pasado 29 de octubre, en València

Imagen de la riada del pasado 29 de octubre, en València / Fernando Bustamante

Mónica Ros

Mónica Ros

No importa el vehículo que uno tenga. Ante una determinada cantidad de agua, los vehículos flotan. La dana del pasado 29 de octubre dejó imágenes dantescas de vehículos convertido en boyas flotantes, a la deriva, debido a la alta flotabilidad de las cabinas. Según datos de la DGT, una riada con 40 centímetros de profundidad sería capaz de arrastrar algunos vehículos. Si la cifra se eleva a 60 cm, la mayoría van a la deriva, incluidos los todoterrenos.

Es más, se da por sentado que no hay solución técnica posible ya que los vehículos flotan por dos características que cumplen casi todos los vehículos: un motor en la parte delantera del vehículo y un freno de mano que solo afecta a las ruedas traseras. "Los vehículos de combustión tienen la mayoría el motor en la parte delantera, hecho que hace que se levante la parte menos pesada del vehículo, es decir, del tren de ruedas trasero. Son las numerosas imágenes que hemos vivido de vehículos inclinados con el parachoques delantero dentro del agua. Pero, en segundo lugar, hay que destacar que todos los vehículos tienen el freno de estacionamiento o de mano actuando únicamente en las ruedas traseras del vehículo. Esto significa que cuando el vehículo está estacionado en una calle, solamente está frenado por las ruedas traseras, ruedas que con la riada son las primeras de levantarse del suelo, perdiendo toda la estabilidad inicial y siendo arrastrado sin control", explica el inventor, divulgador científico y profesor de la Universitat de Girona, Joaquim Vilà.

Coches tras la dana, en València.

Coches tras la dana, en València. / Perales Iborra

Las danas son fenómenos meteorológicos que generan una gran cantidad de precipitación en poco espacio de tiempo, por eso es importante poder drenar las calles rápidamente. No ocurrió así en barracada y los vehículos y contenedores de reciclaje se convirtieron en "boyas flotantes", que se fueron acumulando en las calles "generando 'cuellos de botella' que solamente empeoraron la situación aumentando aún más el nivel de agua alcanzado, o como diría Sir Archimedes, con más nivel se alcanza más presión; y eso genera aún más destrucción: se rompen más cerramientos de edificios como ventanas, puertas o portales, así como se desplazan más vehículos de manera descontrolada", explica el ingeniero industrial.

Tras la tragedia es necesario gestionar los residuos de 120.000 vehículos, algo que está resultando complejo. "Un coche tiene muchos componentes que pueden contaminar, sobre todo los más nuevos que llevan componentes electrónicos de materiales conocidos como 'tierras raras' que son difíciles en su extracción y reciclaje y por ello se cuestiona la transición ecológica del transporte centrada en el vehículo eléctrico. Los vehículos de combustión llevan baterías de plomo y los motores contienen un conjunto de fluidos para su funcionamiento, como líquidos refrigerantes, aceites del motor u otros lubricantes, líquidos de freno, etc. Todos ellos son muy difíciles de recuperar o reciclar una vez vertidos en el suelo o en las cuencas de los torrentes donde se filtran al subsuelo", añade Vilà.

En busca de una solución técnica

La comunidad científica actualmente es unánime sobre la tendencia en aumentar las precipitaciones y su intensidad, con el aumento del calentamiento global del planeta. Según IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) por cada grado más habrá un 7% más de precipitaciones extremas. "Probablemente no podremos controlar cuándo ni dónde las danas van actuar, pero tenemos el deber de aprender del legado que nos ha dejado y no olvidarlo para buscar junto a las Instituciones soluciones técnicas viables que no solamente pasen por actuar en las infraestructuras para desviar cauces naturales de ríos", concluye el experto 

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