Esperando desesperado

Jornada de intensas lluvias en una imagen de archivo.
Entique Moltó
En el momento de escribir esta columna estoy esperando que esta DANA invernal o gota fría haga un buen trabajo y deje una buena regada en las mal llamadas comarcas centrales valencianas, que no están en el centro, sino en el norte de la provincia de Alicante y sur de la provincia de Valencia. Lo que muchos en el mundillo conocen como Gregalandia necesita de una lluvia que deje una buena «saó», concepto un poco difícil de traducir al castellano pero que viene a significar un buen calado del agua en la tierra. Por seguir en el argot, ciertos sectores de la Gregalandia litoral o prelitoral, Safor, Marina alta y alguna parte del Comtat, sí han recibido bastantes litros entre octubre y diciembre, aunque menos de los esperados. No obstante, la Gregalandia interior, la de buena parte de las comarcas de la Vall d’Albaida, Alcoià y el Comtat, necesita un riego para sus campos y para sus acuíferos, que son cabecera de algunos pequeños ríos mediterráneos, y que no puede tener recursos externos. En ese contexto, estamos ansiosos de ver que se cumpla un pronóstico que nos da no menos de 30 o 50 mm, que no nos va a quitar toda la sed, pero puede servir para cambiar la tendencia. En este territorio vivimos en acuíferos de lo acumulado en la excepcional primavera de 2022 y hemos ido tirando en lo superficial del extraordinario mes de mayo de 2023 y de las tormentas de verano que supusieron en 2024 un 60 ó 70% de toda la lluvia caída. Por pedir, es posible incluso que tengamos algo de nieve en las montañas por encima de unos 1.000 metros. No me olvido de mis amigos de lo que podemos llamar la Gregalandia ulterior, el Alto Vinalopó, a la que también le pueden llegar estos temporales si el viento es lo suficientemente fuerte. Todo el centro y sur de la provincia de Alicante está en fuera de juego en esta situación y ya sabe que no puede esperar mucho como no dinamite todas esas montañas béticas que retienen la precipitación en la cara norte. A la hora de cerrar este escrito, a las 17:00 horas del día 16, apenas ha llovido y, aunque lo destacado debería empezar ahora y se prolonga hasta el viernes por la noche, no deja de cundir cierta desesperación, por si el pronóstico nos vuelve a esquivar de forma caprichosa. Por cierto, aunque entiendo a los afectados por la riada de octubre, reivindico el poder desear una lluvia procedente de una gota fría o DANA que no sea vista como sinónimo de desastre, porque éste es casi el único mecanismo pluviométrico que tenemos algunos y sin él nos espera la sequía.
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