Lgtbifobia
Víctimas de las terapias de conversión, al obispo Munilla: "Dios también ama a los homosexuales"
Piden que estas prácticas dejen de sancionarse solo con multas y sean consideradas delitos penales
Varios afectados aconsejan a otras víctimas que cuenten su historia: "nuestro silencio les fortalece, nuestros testimonios les debilitan".

Arturo Iranzo / Gonzalo Sánchez
"Si Dios nos ha creado y ha hecho todo bien, también ama a los homosexuales". Así termina la carta que una víctima de las terapias de conversión, católica practicante, ha escrito al obispo de Alicante José Ignacio Munilla, quien ha defendido estas pseudoterapias prohibidas en más de una ocasión.
"No habléis en nombre de todos los cristianos porque lo único que conseguís es manchar su imagen. Por mucho que penséis que estáis sufriendo una caza de brujas, la verdadera caza de brujas la hemos sufrido nosotros cuando éramos pequeños", reclama otra víctima.
Este diario ha sacado a la luz decenas de casos de personas que han sufrido estas "torturas" (así lo califican muchas) y la mayoría de ellas pertenecen al entorno católico, como es el caso de M., que prefiere mantenerse en el anonimato.
La reivindicación para el obispo es una: "respeto y que nadie sufra lo que yo sufrí". Pero también hacen una llamada: "tenemos que coger el miedo de la mano y contar nuestras experiencias para que no se salgan con la suya. Este es el mejor momento para hacerlo. Nuestro silencio les fortalece, nuestros testimonios les debilitan".
A la luz de la defensa de estas prácticas por parte del obispo Munilla -la última el pasado jueves- una de las víctimas comienza diciendo que "estoy de acuerdo con él en que hay que acompañar a las personas homosexuales, con sus sentimientos, su vida y todo lo que ello conlleva. Es una de las tareas pendientes de la Iglesia en el Siglo XXI. Es algo serio, muy serio". Sin embargo, le gustaría que se hiciera "desde el repeto de la persona, de su dignidad, y sabiendo que entrar en la via de la otra persona pisa terreno sagrado, y por tanto que hay que cuidar como la obra de dios que es".
Mal llamadas terapias
En estas mal llamadas terapias (pues no hay evidencia científica de ninguna de las prácticas, mas bien al contrario) "se manipula a la persona, ya que se le dice qu eno es lo que siente, que vive en una mentira, se le quita toda la dignidad al despreciarla y tratarla como una enferma y querer que cambie", explica M. "Se nos hace sentir seres inferiores. Ha sido una tortura que ha anulado mi autoestima. Se culpabiliza a los padres como causantes de muchas cosas, lo cual es más que un atrevimiento. Se pide a sus padres que tiren de casa a sus hijos que viven así", cuenta.
En su intento de explicar estas terapias al obispo, M cuenta que "se nos somete a tratamientos psiquiátricos como enfermos, cuando no es verdad y se está haciendo mucho daño a la persona". Todo ello, continúa "con muchas secuelas, trastornos de personalidad y alimentarios".
Mal llamados profesores
Uno de los presuntos perpetradores de estas terapias es el "monstruo" de Alaquàs, ya que las víctimas no quieren llamarle profesor. "Un profesor no hace esas cosas a unos alumnos", critica una. "Nadie le ha dado permiso a provocar tanto dolor en la vida de esos niños, los cuales al mirar hoy la escuela provoca que lloren, habiéndoles robado la infancia que es lo más precioso de un niño".
"Me da rabia que nosotros tengamos que salir de espaldas, irreconocibles, con voz distorsionada... mientras esta gente defiende públicamente esto y no se avergüenza. Tristemente, los monstruos parecemos nosotros", reivindica otra víctima.
Las víctimas (muchas católicas) lamentan la posición de perfil del Arzobispado: "están ignorando el tema". Por otro lado, critican que las actuales sanciones económicas "son ridículas" y piden que este tipo de prácticas que las Naciones Unidas equiparan a la tortura tengan consecuencias penales. "La sanción económica actual no es suficiente para castigar a estos monstruos. Para ellos el dinero no es un problema, hasta que no suponga un delito penal estas torturas no pararán".
"Se creen mesías"
"La gente que practica este tipo de 'terapias' se creen mesías. Piensan que son enviados de dios. Pero si dios bajara los primeros en entrar en el infierno serían ellos por hacer tanto daño, no nosotros. Nosotros no hemos hecho nada malo", reivindica una víctima.
Ahora que 7 diócesis españolas están siendo investigadas las víctimas reclaman una mayor contundencia en las actuaciones. "Estas prácticas se llevan a cabo desde el franquismo y hace un año que están prohibidas, pero todavía no ha habido ni una sola condena".
"Cada vez me doy más cuenta de que el infierno que tanto nombra la Iglesia no existe, porque todos los demonios etán en realidad entre nosotros".
Las personas que deseen ofrecer testimonios, datos o cualquier información relacionada con este tema pueden escribir a este periódico dirigiéndose al siguiente correo electrónico: gsanchez@levante-emv.com
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