I Congreso del Voluntariado: "La dana nos ha enseñado que estar mal coordinados es una debilidad"

El primer encuentro de voluntarios tras la tragedia destaca la importancia de la formación y rinde homenaje a quienes de forma anónima "dieron, de nuevo, otra lección de dignidad"

Grupos de trabajo durante el I Congreso del Voluntariado.

Grupos de trabajo durante el I Congreso del Voluntariado. / Germán Caballero

Mónica Ros

Mónica Ros

La pandemia mundial de la Covid demostró la potencia y la importancia del voluntariado. En el incendio de Campanar siguió el ejemplo pero tras la dana del pasado 29 de octubre la labor de los voluntarios merece una reflexión que ayer se dio en el I Congreso del Voluntariado en presencia de profesioanes, entidades sociales y administraciones públicas. El acto contó con parlamentos, conferencias, mesas redondas y talleres de formación. El congreso estaba previsto para noviembre y se pospuso a febrero por la tragedia. "En noviembre todo se planteaba de otra manera", explicaron desde la organización. Y es que el de ayer se convirtió en todo un homenaje a las miles de personas que no dudaron en ir hasta el lugar donde sus vecinos sufrían para ayudarles.

El congreso tuvo lugar ayer en el Palacio de la Exposición, llevaba por tema "Con V de Voluntariado" y contó con la presencia del presidente de la Plataforma de Voluntariat de la Comunitat Valenciana quien destacó que "parece que tengan que ocurrir catástrofes para para que se ponga en valor lo importante que sois" y de la concejala de Bienestar Social del Ayuntamiento de Valencia, Marta Torrado, quien calificó al voluntariado como "pilar fundamental" de la sociedad.

Sin embargo, una de las ponencias más llamativas fue la de  del filósofo y sociólogo, Enrique Arnanz, de la Fundación Esplai y una figura destacada en el ámbito del voluntariado. Arnanz aseguró que tras la dana, tras "esa experiencia de destrucción masiva", había dos lecciones a tener en cuenta. "La primera es que no somos habitantes, somos ciudadanos. Entendido como concepto político y ético, que aplicado al voluntariado significa dos cosas: que el voluntariado no tiene el objetivo de remediar las injusticias que el sistema crea o mantiene, sino que nos hacemos voluntarios porque queremos cambiar las cosas. Y que el voluntariado no puede entenderse como un pañuelo de usar y tirar, lo que significa que el consell y los 78 municipios afectados deben crear nuevas políticas de participación", explicó el filósofo.

Y añadió: "La segunda lección es que el voluntariado precisa de acción y formación. En el voluntariado del siglo XXI sobran los buenismos y hacen falta estrategias y técnicas. La dana nos ha enseñando que lo que nos hace más débiles es que no estamos coordinados". Y es que Arnanz lamentó el "espectáculo de guerra de guerrillas que se generó dentro de areas y equipos… Todos trabajando en el mismo territorio y en la misma catástrofe pero son coordinación". "La coordinación es difícil porque hay que querer encontrase y saber ceder", explicó. Por ello, el filósofo instó a los presentes a incluir la coordinación en los programas y acciones "como un elemento estructural de trabajo". "Cuando elaboremos un programa de intervención siempre hay que responder a esta pregunta: para el desarrollo de este programa ¿con quien me voy a coordinar y a que nivel?" El filósofo concluyó su intervención con un mensaje de esperanza desde "el optimismo inteligente" porque "somos voluntarios para defender los derechos de las comunidades y para fomentar cambios sociales. Y este es nuestro momento". 

La presidenta de la Federación de las asociaciones de vecinos de València, Maria José Broseta, puso en valor la importancia y el trabajo de los voluntarios más jóvenes tras la dana e invitó a los asistentes a participar de los talleres de formación que tuvieron lugar a continuación.

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