Análisis

Mazón se queda a la intemperie

Cuatro meses después de la riada, el jefe del Consell se sabe señalado. Su relato del día D no ha prosperado ni en la prensa conservadora de Madrid y, cuando esa línea de opinión es general, es que algo se mueve en el PP

Mazón se queda a la intemperie

Mazón se queda a la intemperie / Eduardo Manzana / Europa Press

Alfons Garcia

Alfons Garcia

Jueves 27 de febrero de 2025, 121 días después de la gran riada. Un vistazo a la prensa de Madrid: «Mazón caerá por la dana», dice el director de ABC. «Feijóo no prevé forzar un relevo rápido de Mazón, pero crece la incomodidad en el PP» (El País). «En el PP pesa cada día más la continuidad de Mazón en su puesto. Cargos nacionales y valencianos ven la situación ‘insostenible’ por el cambio de versión» (portada de La Razón). Ana Rosa Quintana le pide la dimisión al empezar su programa de ayer por las «contradicciones» sobre el 29 de octubre. Vicente Vallés en el informativo de la noche anterior de Antena 3 ponía su puntada: «Ha habido muchas dudas sin resolver, porque quien podía resolverlas, el propio Mazón, no ha querido que se resolvieran […] Sitúa al PP en una posición muy difícil de sostener».

Jueves, 27 de febrero. 9.30 horas. Mazón llega a un congreso sobre Formación Profesional en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de València. No elude a los micrófonos y cámaras. El foco de las preguntas disparadas a bocajarro en estricto directo televisivo van por su dimisión. Rechaza la idea. Sigue como puede hasta el auditorio, empieza el acto, sube al estrado y se encuentra con gritos de «dimisión», casi el pan de cada día. Pide respeto para el acto. Para el president ya asume que es otra cosa. Acaba saliendo por una puerta lateral del Museo Príncipe Felipe.

Mazón sabe que está señalado. El lunes, en su regreso a Madrid que le ha acabado creando más contratiempos que ventajas, ya deslizó que el relato no le estaba funcionando. Porque no había estado en eso, justificó. Fue el inicio de una semana que ha corroborado esa impresión. El martes informó a la jueza de Catarroja que no estaba en el Cecopi cuando se envió la alerta masiva (20:11). El miércoles desveló que llegó a las 20:28, que es bastante diferente a lo dicho el 8 de noviembre de que había entrado «pasadas las 19:00», y ayer se difundió la imagen de su entrada en el recinto de emergencias para tapar la boca a los que insisten en que estaba antes. Sin embargo, la lectura que ha quedado en los entornos madrileños es que está «desorientado» y «se mueve en clave penal» (en la línea de lo escrito en estas páginas), con cambios de versión aunque él diga que no lo son.

Cuando la prensa tradicional de orientación conservadora es unánime en su juicio es que algo se mueve detrás. Es increíble esa opinión casi general y que los mandamases de la calle Génova piensen de una manera opuesta, porque el periodismo se hace tratando con fuentes. Mazón sabe cómo funcionan los entornos informativos.

La cuestión en este momento es si esa línea de presión puede acelerar las decisiones de la dirección nacional del PP. Porque hasta ahora ha dejado hacer. No se ha dejado notar demasiado en el PPCV a pesar de todo lo caído en estos 121 días. Pero los focos en estas situaciones acaban mirando hacia el que mantiene al señalado.

Feijóo tenía una estrategia lenta. Y es la que siguen defendiendo los cercanos. Porque sería dar la razón a lo hecho por el Gobierno de Pedro Sánchez y también por necesidad. No solo por la dificultad de un relevo y una salida más o menos digna para Mazón, sino porque cualquier decisión pasa necesariamente por Vox: sus 13 escaños son necesarios para cualquier cambio y no parece lógico que dé oxígeno al partido rival de la derecha facilitando una sustitución en la presidencia. El partido de Abascal guarda un elocuente silencio estos días sobre Mazón, mientras otros están hiperactivos. Ya le va bien con este ruido en torno al president y el PP.

Dejemos las personas. Cuatro meses después de la riada y tres meses después de la reforma del Consell para impulsar la recuperación (a la que el president ha ligado su supervivencia política), Mazón está en sus horas más bajas, en su momento de mayor soledad, solo con su guardia pretoriana, su equipo de confianza, y señalado ya también por focos de distinta orientación desde Madrid. Pero el daño no es solo personal, lo sufre también la institución a la que representa, la Generalitat.

Una reflexión final. De nuevo, las miradas se giran hacia la capital como si allí residieran todas las soluciones a la situación política de la Comunitat Valenciana. Todo pasa por lo que Génova pueda decidir o no, aunque por debajo fluyan movimientos de los mandos valencianos. Lo dicho, para hacérselo mirar tras tanto ensalzar el autogobierno.

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