«Menos mal que el 29-O no hizo frío, habríamos tenido más víctimas aún por hipotermia»
El jefe técnico de la emergencia dice que hubo que esperar al día siguiente para rescatar a más de mil personas en marquesinas y zonas altas

El agua arrastró coches y dejó zonas totalmente inundadas aún días después de la dana. | FRANCISCO CALABUIG
«Menos mal que el 29-O no hizo frío, si no habríamos tenido más víctimas por hipotermia». Así de dura y esclarecedora resultaba hace unos días la reflexión de José Miguel Basset, director técnico de la emergencia aquel día al ser jefe del Consorcio Provincial de Bomberos, cuatro meses después de la tragedia. Los primeros rescates tras la barrancada del Poyo no llegaron hasta el miércoles 30 por la enorme dificultad para acceder a las zonas siniestradas. «Fueron más de mil por tierra y aire», señalaba Basset, para subrayar: «Mucha gente pasó la noche mojada, en marquesinas o elementos altos esperando a que pudiéramos llegar». El relato sale a la luz ahora tras su participación en una jornada sobre riesgos y desastres naturales en Lanzarote.
«La extensión (de la inundación) fue tan grande que el día 29 por la noche no se pudo hacer mucho más que intentar sacar gente de los coches, no podían llegar a sus casas», comentaba. De hecho, algunos de los parques de bomberos fueron habilitados para que centenares de afectados pudieran pernoctar hasta la llegada de la luz del día. «A las tres de la tarde del día 30 estaban todas las víctimas que permanecían en sitios inaccesibles rescatadas con seis helicópteros, dos de la UME, otro de Salvamento Marítimo y otros dos que recuerdo de donde venían», echaba la vista atrás Basset.
«Era un caos»
No es hasta el día 31 cuando cuando realiza el primer vuelo de reconocimiento. «No alcanzaba a entender qué había pasado el 29-O porque las comunicaciones fallaron, no había forma de hablar con mis mandos, las radios eran un caos», recordaba. Ese trayecto, entre las cuatro y las cinco de la tarde según su versión, no pudo completarlo porque no había suficiente combustible. «La extensión (de los daños) era brutal. No había visto nada igual en los cuarenta años que llevo en esto», remarcaba. «Fue un arrastre de agua, lodo y de grava que lo inundó todo, lo que marca gran parte de las dificultades con independencia de la pérdida de vidas humanas que son irreemplazables», lamentaba.
Basset incide en varios momentos en que el desastre aún podía haber sido de mayores dimensiones, pues el cauce nuevo del Túria estuvo a poco menos de metro y medio de desbordarse. Una situación que podría haber extendido la devastadora inundación a los barrios de València situados en el otro margen del río. Cabe recordar que la capacidad tras su encauzamiento, entre 1969 y 1973, permite asumir un caudal de 5.000 metros3/segundo.
La intervención de Basset en ese foro técnico desvela datos tan relevantes sobre la crisis como los «momentos de pánico» que se generaron apenas tres días después, con una segunda dana, «por miedo a otra riada».
Contra los bulos
La batalla contra la desinformación y los bulos es otro de los frentes en los que incide, así como el hecho de afrontar un escenario inédito hasta la fecha : Miles de coches, toneladas de muebles y enseres domésticos colapsando las calles, suministros básicos como agua y luz cortados, revisión de edificios, apuntalamientos, búsqueda de alojamientos alternativos o el operativo para las personas desaparecidas. Además de «la falta de adaptación operativa de los planes de emergencias tanto sectoriales como territoriales», Basset hacia hincapié en «la falta de mandos para la gestión de los recursos». En la información adelantada por Levante-EMV este pasado sábado cuestionaba, sobre todo, la funcionalidad de los mecanismos de alerta de Aemet y reclamaba mejoras en los mismos «para que permitan tomar decisiones con datos concretos».
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