Análisis
El PSPV tiene un regalo para Mazón en su peor momento
El PSPV dice que ha ganado la democracia, pero Morant ha regalado también al PP y a Mazón el argumento de su debilidad. Lo vivido debería dar lugar a una reflexión.

Bielsa y Morant, en una imagen de archivo, durante una ejecutiva del PSPV. | LEVANTE-EMV
Esto es lo que hay ahí afuera. El mundo en llamas. En una encrucijada histórica. Un populista mesiánico en la Casa Blanca amenaza el orden mundial que ha sostenido los equilibrios de paz durante más de medio siglo. Otro autoritario se perpetúa en la otra gran potencia del siglo XX y pone en jaque la seguridad de Europa. El negacionismo ultra gana posiciones en el planeta y está cerca incluso de tocar el poder en los pilares del viejo continente (Francia, Alemania y Reino Unido). Israel somete al pueblo palestino con una crudeza desconocida.
Esto sucede más cerca. La Comunitat Valenciana ha vivido hace cuatro meses la peor catástrofe: 72 municipios han sufrido daños graves y 227 víctimas mortales. La C. Valenciana ha pasado de la riada al incendio político, con un president señalado y en su peor momento, cada vez más desprotegido en su partido («no estuvo a la altura», dijo ayer el propio líder del PP) y huérfano del cobijo de la prensa conservadora de Madrid. La presión social sobre Carlos Mazón no ha bajado desde el 29 de octubre y el procedimiento judicial profundiza en la responsabilidad de las autoridades en la vulnerabilidad de la ciudadanía. El tablero político se tambalea y el término más frecuente con el que se asocia al jefe del Consell es el de acorralado.
Con todo ese contexto dentro y fuera, los socialistas de la provincia de Valencia decidieron medirse para ver quién controlaba una estructura (la provincia) que choca con la tradición del PSPV. El resultado, con una victoria por 33 votos, si algo tiene, es que no es una sorpresa. Muestra un PSPV partido, lo que se sospechaba desde que se gestó una pugna que no iba de ideas, sino de estrategias y poder (incluidas cuotas de cargos, para ser claros).
¿La secretaria general y cabeza del proyecto común a la Generalitat, Diana Morant, es más líder hoy, después de este proceso? No lo creo. Tiene el mismo reto que hace un año: tratar de arrancar un proyecto alternativo atractivo, solvente y coherente. Es algo que ni siquiera ha conseguido en este periodo de turbulencias que tiene en la UVI al Consell de Mazón, solo que ahora cargará con una imagen de unidad agrietada y con una derrota interna a las espaldas en la provincia donde milita.
Todos en el PSPV dirán ahora que ha ganado la democracia y que eso siempre fortalece. Y sí, pero Morant ha regalado también al PP y a Mazón el argumento de su debilidad. Lo aprovecharán y se lo recordarán todos los días: una aspirante a presidir la Generalitat que no gana ni en su partido, porque por mucho que ella no se presentara y no haya apoyado públicamente a ninguno de los candidatos, esta era una disputa entre el sector más próximo a la líder y el de quien hace un año amagó con disputarle la secretaría general. Si alguien ha perdido más, es el entorno más cercano de Morant, el que mayor énfasis puso en jugar esta partida.
A medio y largo plazo es imposible saber si, para el vencedor, Carlos Fernández Bielsa, esta victoria será mejor que haber aceptado el acuerdo que le propuso la ministra (seguir en la vicesecretaría general de la dirección autonómica, elegir posiblemente un puesto en listas autonómicas o nacionales y esperar), pero ahora se ha ganado manos libres para desarrollar su estrategia en la provincia.
Por último, el que gana también en estas primarias es Ferraz. Era más bien el ganador seguro, pasara lo que pasara. Porque al poder central, al gran poder, siempre le sale a cuenta tener contrapoderes en las jerarquías inferiores: ayudan a sujetar en corto a los niveles de abajo, a que nadie se crea en condiciones de ponerse a la altura del que manda. Es algo viejo en política.
La cuestión, acabada toda esta disputa, continúa siendo la misma que al empezar (y es para todos, perdedores y ganadores): ¿era ‘precís’? Ahora, lo que tocaría, tras este final de capítulo, es hacérselo mirar: repensar la estrategia de liderazgo en la distancia y, muy posiblemente, los equipos.
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