Migraciones
De la Guardia Civil al centro de menores: el camino de los jóvenes migrantes en España
Los delitos protagonizados por menores extranjeros no han parado de descender en una década
La última reforma del reglamento de extranjería en 2022 ha logrado que la mayoría de estos jóvenes salgan del centro con un trabajo

Dos migrantes acogidos por Cruz Roja en una playa de Gandía. / Perales Iborra

Omar llegó a los 16 años en patera por Almería, trabajó de cocinero, en varias ETT y en una fábrica de cristales. Ahora, a los 24 años, es educador en el centro de Tarragona que le acogió nada más llegar. Usman huyó de Gambia con 12 años y a los 17 empezó a trabajar en una carpintería metálica en València. Hicham llegó a los 20 años a Madrid, y Accem le dio la oportunidad de estudiar y tener un techo, hoy vive en Sagunto y trabaja de cocinero a sus 23 años. Está tramitando sus papeles para tener un permiso de residencia más largo.
Son jóvenes con ganas de estudiar y trabajar. Sus países les obligaron a crecer demasiado rápido, y migraron a España con la presión en las espaldas de tener que ayudar a su familia. Su vida no ha sido nada fácil, pero han aprovechado cada oportunidad que les han dado. Son dos caras entre los números de la migración, cuyo último capítulo se vive esta semana con el polémico 'reparto' del Gobierno de 4.000 menores migrantes entre las distintas autonomías. Los territorios controlados por el Partido Popular, incluída la C.Valenciana, se han negado -aunque la ley les obliga-.
¿De qué hablamos cuando hablamos de jóvenes extranjeros? Mayoritariamente, de Hicham y Omar. "Casi todos mis compañeros en el centro de menores tienen el carnet de coche y trabajan. Claro que hay alguno que ha ido por el mal camino, pero la mayoría no somos así", reivindica Omar, que vive en un pueblo de Cataluña.
Las declaraciones del president de la Generalitat, Carlos Mazón, vinculando migración y delincuencia, no solo son falsas con los datos de criminalidad en la mano, sino que además no hacen justicia a unos jóvenes que se han tenido que esforzar el doble que el resto para conseguir sus empleos.
"No es cierto que vengan para delinquir. Es una barbaridad decir eso. Es verdad que algunos chicos se quedan en situación de calle y cuando pasas varios días sin comer acabas tomando caminos equivocados, pero la gran mayoría de chicos que pasan por aquí, si se lo proponen, encuentran trabajo", explican varias trabajadoras de centros de menores consultadas por este diario.
El camino de la infancia migrante
El camino que sigue un menor extranjero no acompañado es el siguiente. A su llegada en patera a las costas (o en avión con visado de turista) es interceptado por la Guardia Civil y recibido generalmente por Cruz Roja. Tras pasar una primera noche en dependencias policiales, se le traslada a uno de los centros de recepción de menores extranjeros no acompañados (Menas), en València está el de Alborache.
Mientras tanto, Fiscalía de Menores encarga unas pruebas de verificación de la edad para los migrantes de los cuales se dude. Suele utilizarse la prueba de la muñeca, en la que midiendo el desarrollo óseo se puede tener una estimación con un margen de error de dos años. Si la prueba estima que el joven tiene 18 años, siempre se presume la minoría de edad ya que la prueba es imprecisa y podría tener 16.
En el centro de recepción los menores tienen una estancia corta y después suelen ser derviados a los centros de menores donde serán tutelados hasta que cumplan los 18 años. Dependiendo del caso completan su formación en el propio centro o en un instituto cercano, como un estudiante más, aunque esto es mucho más común en el caso de los menores tutelados españoles. Cabe remarcar que en un centro de menores conviven todos los niños, niñas y adolescentes sin referentes familiares, independientemente de su origen.
La administración se convierte en los "padres" de estos menores, y tiene la obligación de tramitar sus papeles en un plazo de 3 meses. Si el menor lleva algún documento encima -como su pasaporte- es mucho más sencillo, si no, el proceso se suele dilatar, pero el joven debe salir del centro a los 18 años con un permiso de residencia y trabajo (que no es lo mismo que la nacionalidad).
Este punto era, hasta hace bien poco, el más dramático, pues era el momento en el que la administración le daba la "patada en el culo" a estos jóvenes que se debían apañar por su cuenta, teniendo como resultado muchos casos de chavales malviviendo en la calle y acabando en la delicuencia. En 2022, sin embargo, una reforma del reglamento de extranjería marcó que se ofrecería a estos jóvenes (ya mayores de edad) la posibilidad de hacer curso de formación o FP hasta los 20 años, incluyendo un sitio donde alojarse. Los resultados de esta medida han sido muy satisfactorios, y ya la mayoría de menores tutelados (extranjeros y españoles) consiguen encauzar su vida y un trabajo con el que mantenerse a los 20. Eso sí, aún hay casos de jóvenes que acaban en la calle, pues este "itinerario de emancipación" no tiene todavía suficientes plazas.
Datos contra los bulos
En los últimos años estos adolescentes se han convertido en una pieza clave de la estrategia ultra, Vox rompió sus pactos en las autonomías en las que gobernaba, incluída la valenciana, por este tema. Ahora, el president Carlos Mazón ha abrazado el discurso ultra para encarrilar unos presupuestos que espera sacar adelante este jueves.
¿Y qué dicen los datos? Según las últimas estadísticas del Consejo General del Poder Judicial el número de menores extranjeros condenados no ha parado de bajar en una década. En 2012 fueron 563 (un 20 % del total) en 2022 fueron 315 (un 17 % del total). La población extranjera representa un 16 % del total de la Comunitat Valenciana. En 2023 -último año con datos disponibles- hubo 415 menores extranjeros condenados, la mayoría de América Latina, frente a los 1.600 menores españoles condenados por algún delito. En delitos sexuales sucede lo mismo. En 2017 los extranjeros perpetraban un 27 por ciento de delitos sexuales cometidos por menores, y en 2022 fueron un 20 %. No solo baja el número de delitos con los años, sino también el peso de la población migrante en ellos.
La Generalitat Valenciana tiene a 481 menores migrantes no acompañados acogidos, pese a un sistema que (solo en centros de menores) tiene 317 plazas. Son los últimos datos aportados por el Consell, hace unos 6 meses.
Descofianza y prejuicios
Paco Solans, abogado extranjerista y presidente de Extranjeristas en Red, asegura que la actitud de las oficinas de extranjería hacia estos migrantes aún es de "desconfianza" pese a que "deberían recibir un trato de acogida y protección".
"Se les hacen unas pruebas muy invasivas, sin aceptar en muchas ocasiones la documentación que puedan llevar como prueba", denuncia Solans. Después, las condiciones de acogida varían en cada territorio, aquí, en la C. Valenciana el sistema siempre ha funcionado razonablemente bien porque nunca ha estado sometido a una gran presión como sí ha pasado en Canarias o Andalucía.
Solans asegura que tras la última reforma del reglamento de extranjería la realidad con los centros de menores está siendo mucho más positiva, y condena las palabras del president de la Generalitat en las que vincula migracion y delincuencia.
"Ligó inmigración y delincuencia pero no se apoyó en ningún dato. Criminalizar al migrante no denota racionalidad, sino racismo. Tendrían que justificar esa afirmación, pero no la justifican, la lanzan. Es falso además de triste. Los datos dicen que no hay relación directa entre inmigración y delincuencia", reivindica Solans.
Según varias trabajadoras de centros de menores, la mayoría de jóvenes extutelados se quedan en la C.Valenciana para desarrollar su proyecto de vida, salvo una pequeña parte que migran a Barcelona o a Francia para reunirse con algún familiar. Es el caso de Hicham, que quiere quedarse a vivir en el país que le acogió y le dio una oportunidad "en vacaciones iré a visitar a mis padres, pero en España se está muy a gusto", asegura entre risas.
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