«La serie ‘Adolescencia’ nos obliga a repensar muchas cosas a las familias»
Expertos en psicología, educación y familia aplauden un debate que obliga «a la crítica» y a la «autocrítica»

Consecuencias de la serie "Adolescencia" / L-EMV

La serie «Adolescencia» está en boca de todos. Por lo que dice; por lo que no dice; por cómo está realizada; por la historia real que aborda; por el debate que genera; por los «melones» que abre, y sobre todo, por lo sobrecogedora que resulta al poner un espejo en el que se reflejan las familias. La reflexión es obligada y la recomendación es verla en familia, junto a los hijos y las hijas adolescentes. Si vamos a hablar de adolescencia, escuchemos a los adolescentes.
Levante-EMV entrevista a cuatro expertos en psicología, criminología, educación y familia para profundizar no tanto en la serie en sí misma, sino en el debate que genera en las sobremesas de casa y en los espacios de trabajo. Y es que la producción audiovisual abre tantos «melones» como debates hay entorno a la adolescencia. Así, sobre el eje principal -que es la educación y la relación entre padres e hijos- se abre el debate del sistema productivo donde las obligaciones labores impiden la conciliación, la falta de lesgislación y control en los contenidos digitales a los que acceden los menores, la falta de supervisión y formación en las escuelas, el acoso escolar y otros tipos de violencia, el machismo, el uso de las pantallas y tres palabras que se repiten en todas y cada una de las entrevistas: formación, crítica y autocrítica.
Eva Bernal es criminóloga, experta en violencia y en comunicación, y especializada en infancia y adolescencia. Agradece el debate y es tajante: «La violencia está muy normalizada y hace falta que se hable de todo esto porque las criaturas están muy solas entre adultos que miran hacia otro lado», explica.
Y desarrolla: «La realidad es que vivimos en una sociedad donde no se escucha al niño, no le hacemos participe y les estamos ordenando todo el rato, todo el tiempo. Y si no obeden, amenaza y castigo. Son víctima de una violencia que se aprende. Vivimos en una sociedad muy violenta. Y no hay una violencia, hay muchas violencias; igual que no hay un miedo, sino que hay muchos miedos. Esto no va de culpables, va de responsabilizarnos y reflexionar sobre qué estamos haciendo en casa, cómo estamos educando a nuestros hijos e hijas», recalca Bernal, tras recomendar, de entrada dos cosas: «una educación sin gritos» y «dietas digitales» porque «no es limitar su móvil, que también; es que nosotros estamos todo el día pegados a las pantallas y a quien ha inventado esto le da exactamente lo mismo la adicción que generan».
Pantallas y contenidos
Y es que otro gran debate que introduce la serie británica es el uso de las pantallas, el contenido al que acceden los adolescente yel machismo que descansa en un sistema patriarcal que necesita «una revisión urgente».
Para Silvia Sánchez, psicóloga y psicoterapeuta experta en traumas, la serie triunfa «por lo que dice y por lo que no dice» y hace hincapié en el hecho de que «muestra claramente cómo los traumas no resueltos son transgeneracionales». Además, destaca la «normalizacón de la ira» y de «un machismo que sigue latente y del que todos somos víctimas: hombres y mujeres», y que se perpetúa «mediante contenidos en internet al que acceden los menores con todas las facilidades del mundo y sin supervisión». «Esos contenidos no deberían de existir porque eso no es libertad de expresión. Desde mi punto de vista el problema no está en la tecnología sino en lo obsoleto de este modelo patriarcal», explica. Ahora bien, apunta a la existencia de una infancia «criada en soledad» por unos horarios imposibles que hacen de la conciliación una quimera.
La conciliación, pendiente
Y se abre el tercer melón: el de un sistema que no prioriza la conciliación. El crimen al que hace referencia la serie sucede a las 22.30 horas. ¿Qué hace un niño de 13 años a esa hora, en Inglaterra? ¿Y si fuera en España? Preguntan los expertos.
Para Viviana Moreno, psicoterapeuta infanto juvenil, la adolescencia «es una etapa muy difícil y complicada» en la que el menor «debe estar acompañado» y eso es «responsabilidad de los adultos». «Los niños no nacen adolescentes y hay que buscar la comunicación con ellos, y tener herramientas y voluntad para hacerlo. Igual que hay que buscar alternativas de ocio reales... que muchas veces deciden tres señores adultos en un despacho», explica la experta.
La serie habla de una familia en la que es fácil reconocerse y por ello inquieta a padres y madres que asumen su autocrítica pero apuntan a un cambio necesario de modelo para poder combinar trabajo y familia. Para Rubén Pacheco, presidente de Fampa Valencia, «es fácil sentirse culpable cuando sabes que la prioridad es pagar el alquiler en lugar de pasar tiempo con tus hijos, pero es que no hay opciones. Hay que revisar el sistema y hacerlo ya».
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