Jornada sobre terrorismo yihadista

Ciberguerreros de la yihad: menores vulnerables captados con juegos ‘online’, el nicho creciente del Daesh

Expertos advierten en València del «problema en España y en Europa» con el drástico aumento de adolescentes detenidos por terrorismo islamista: en 2024, fueron 15 de los 81; un 19 %

"La mayoría ni conoce el Corán y sus preceptos. Si hubieran nacido en otro contexto serían nazis", advierte la fiscal de la Audiencia Nacional Ángela Gómez-Rodulfo

Un menor de Sitges planeaba cometer atentados yihadistas

José Luis Roca

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

València

En 2024, las fuerzas de seguridad del Estado batieron récord: hubo 81 detenidos por terrorismo yihadista. Uno de cada cinco era menor de edad. En cifras absolutas, 15 chavales de menos de 18 años. La cifra se había triplicado en un año (la ocupación israelí de Gaza y el genocidio de la población civil palestina no ayudan) y ha hecho saltar todas las alarmas, sobre todo, porque en lo que llevamos de 2025, esa tendencia se mantiene intacta.

Todos los expertos de primer nivel que este martes participaron en la VII Jornada Población, Seguridad y Territorio que organizan la Guardia Civil, la Universidad Católica de Valencia (UCV) y el Instituto de Estudios Estratégicos e Internacionales (IEEI), dedicada este año al terrorismo de corte islamista bajo el título de ‘Radicalización violenta y yihadismo’, han coincidido de que ese hecho, el alarmante aumento de menores captados por el discurso salafista radical dispuestos a cometer acciones violentas es «uno de los principales desafíos» en este momento.

«Hay un problema con los menores en España y en Europa», advierte Carlos Igualada, director del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET). Es él quien ofrece las cifras del número de detenidos por debajo de los 18 años en 2024. Varios de ellos estaban a punto de atentar. 

Hacer volar la basílica de Elx

Es el caso de dos de los cuatro adolescentes de entre 14 y 17 años arrestados en Elx el 19 de diciembre pasado, quienes pretendían causar una explosión en una basílica de la ciudad en Nochevieja o del chico de 16 años apresado a principios de 2024 en Montellano (Sevilla), y condenado a cuatro años y medio de internamiento y cinco de libertad vigilada, por fabricar en su casa el explosivo de fabricación casera conocido como La Madre de Satán, con el que pretendía inmolarse causando una explosión en una comisaría. Fue detenido tras realizar las primeras pruebas en un monte próximo a su domicilio y en casa guardaba todo lo necesario para fabricar más, un machete grande y un chaleco táctico 

Un año antes, otro menor de la misma edad, 16 años, fue detenido en Sitges (Barcelona), cuando ya había experimentado con el mismo tipo de explosivo, con el que pretendía inmolarse en su instituto.

El magistrado José Luis Castro, titular del Juzgado Central de Menores de la Audiencia Nacional, que cerró la jornada, pone el acento en lo mismo. Y advierte: «No hay que alarmarse, pero sí ser consciente de que no es episódico. Nuestros jóvenes y nuestros adolescentes se están radicalizando». Pero da una buena noticia: «Hasta ahora, la reincidencia de los menores detenidos por terrorismo yihadista, una vez superada la condena y el tratamiento de alejamiento de la violencia que se busca durante ese tiempo, es cero». Hay espacio para la esperanza, pues.

Pero sobre todo, lo que debe haber es prevención y conocimiento del terreno. Y ser realista. 

«Esto no va de religión»

Todos los ponentes coincidieron, y esto vale para menores y para adultos, en que cuando se habla de terrorismo yihadista «esto no va de religión. Hay que ir hacia la renuncia a la violencia, no hacia la erradicación de la radicalización. Uno puede ser radical de pensamiento, pero el delito es pasar a la acción. Te han metido en prisión porque has cometido un delito de violencia, de terrorismo. Son los violentos quienes lo camuflan como un asunto religioso para fomentar el victimismo», expone el jefe del grupo de investigaciones y contra la radicalización de la Unidad Central Especial (UCE 2) de la Guardia Civil, Ángel Botello.

Tiene razón. Un dato (lo muestra el juez Castro): solo el 11 % de los menores que han pasado por su despacho tenía conocimiento relevante del Islam y de su conjunto de normas, la sharía. Con los adultos pasa lo mismo. La fiscal de la Audiencia Nacional Ángela Gómez-Rodulfo, especializada en terrorismo salafista lo remacha: «Lo que les mueve es el odio.La mayoría ni conoce el Corán y sus preceptos. Si hubieran nacido en otro contexto serían nazis. Debemos cambiar el concepto radicalización por adoctrinamiento violento».

Terrorismo ‘low cost’

La caída física del Daesh en Siria e Irak en 2017 fue el inicio de un cambio de paradigma. Hasta 2018, era células en suelo europeo o actores solitarios que buscaban grandes atentados con el mayor número posible de víctimas. A partir de ese momento, se instauró una nueva realidad, la del terrorismo ‘low cost’ y el autoadoctrinamiento a través de internet: webs, plataformas de vídeo, aplicaciones como Telegram o Whatsapp. La pandemia de Covid 19 no hizo más que agudizarlo.

Y, ¿quién encaja mejorar en ese perfil? Los menores: «Son nativos digitales». Horas y horas de consumo de propaganda, el gran agente radicalizador, en la soledad de la habitación, sin supervisión parental (el 70 % de los detenidos que han llegado al despacho de Castro estaban en esa situación) para crear auténticos ‘muyaidines’ dispuestos a pasar a la acción en cualquier momento.

El 70 % de los chicos que han pasado por el despacho del juez Castro no estaba sujeto a supervisión parental alguna

El teniente de la Guardia Civil Luis Barragán, responsable de prevención de la radicalización en la UCE 2, y el juez Castro coinciden. Cualquier menor no les sirve. La mayoría suelen tener factores claros de vulnerabilidad. Puede ser socioeconómica, familiar, académica,... Pero también, la simple adolescencia, la búsqueda de identidad, la necesidad de pertenencia al grupo, la falta de control parental... Hay algunos que vienen de entornos musulmanes y otros, «bastantes», conversos guiados por la curiosidad. Los hay que apenas saben árabe... «Es muy difícil perfilar [como ocurre con los adultos], pero lo que está claro es que están siendo instrumentalizados», defiende Barragán.

El menor yihadista detenido por la Guardia Civil en Plasencia a finales de 2023 se había fabricado este videojuego

El Periódico

Plataformas de juego

En el caso de los menores, el entorno adoctrinador es claramente virtual. «Son nativos digitales», describe el juez. «Ciberguerreros de la yihad. La captación es a través de videojuegos, sobre todo, en plataformas de juego online», añade el teniente, quien matiza que «ellos mismos diseñan videojuegos copiando los escenarios que llevan horas y horas viendo en los contenidos propagandísticos del Estado Islámico, con un grado de violencia muy alto.Son escenarios de entrenamiento virtual de alta eficacia, con imágenes acompañadas de ‘nasheed’ [los cánticos pegadizos que se han convertido en la banda sonora del yihadismo].

Como muestra un botón. En la pantalla aparecen imágenes idénticas al Roblox, la plataforma de videojuegos que usan los más pequeños y donde cada jugador elige, pero los escenarios amables y coloridos se han permutado por un desierto árido y los pequeños muñecos de lego se convierten en soldados exterminadores del Daesh. También, una carátula del archiconocido juego de guerra ‘Call of Duty’, pero ahora se lee ‘Call of Jihad’.

Su proceso de radicalización suele ser muy rápido, en pocos meses pueden pasar a la acción. Y lo hacen en el aislamiento de su habitación. Uno de esos chicos, de 16 años (la edad que más se repite) lo hizo en Sidney, en abril del año pasado. Entró en una iglesia cuando un obispo ortodoxo oficiaba una misa que se transmitía por Youtube y lo apuñaló hiriéndolo de gravedad, a sabiendas de que su acto estaba siendo visto ‘online’ en directo. «Es un supuesto preocupante. Eso mismo puede suceder aquí mismo cualquier día», alerta José Luis Castro. No se trata de ser alarmista, sostiene, pero sí realista y trabajar «todos a la vez» en detectar y corregir ese proceso de adoctrinamiento violento porque, insiste, «sí es posible la reinserción y lo estamos demostrando. Pero hay que centrarse en la detección. Colaboremos todos, por favor, Evitando riesgos, evitamos atentados».

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