El agua superó los tres metros en algunos puntos de l’Horta Sud el 29-O
El catedrático de ingeniería cartográfica Josep Pardo Pascual detalla a la jueza de la dana el estudio de los calados de la barrancada con 6.000 mediciones
El barranco del Poyo fue «el principal desbordador», al que se sumaron otros como el Pozalet-Saleta o el de Picassent, pero no intervininieron "ni presas, ni pantanos"
«Nadie se merece morir de esa manera y sin haber avisado, ni tener ningún tipo de noticia», lamenta el yerno de una mujer de 91 años, con movilidad reducida, que falleció en Catarroja

El catedráticó de ingeniería cartográfica Josep Pardo Pascual, a la izquierda, y Salvador Baixauli, el yerno de una mujer fallecida en Catarroja el 29-O. / Laura Ballester
El catedrático de Ingeniería Cartográfica, Geodesia y Fotogrametría de la Universitat Politècnica de València, Josep Pardo Pascual, confirmó ayer a la jueza que investiga los efectos de la dana del 29 de octubre (29-O) que el agua alcanzó más de tres metros de altura en l’Horta Sud. Pardo Pascual realizó un mapa de inundación de los municipios de l’Horta Sud afectados por la dana, de acceso público y que se puede consultar calle a calle.
Pardo Pascual también confirmó a la magistrada de Catarroja, Nuria Ruiz Tobarra, que en los municipios de l’Horta Sud el barranco del Poyo fue «el principal desbordador», al que se sumaron otros barrancos como el Pozalet-Saleta o el de Picassent. Una inundación en la que no intervino «ninguna presa, ni pantano». Una información obvia, pero que cabe recalcar para evitar conspiranoias.
El catedrático de Ingeniería Cartográfica también explicó en su declaración que duró dos horas que el objeto de su trabajo fue estudiar lo que sucedió el 29-O «para prevenir en un futuro y hacer un levantamiento de los calados del agua en l’Horta Sud».
Un grupo de voluntarios
Josep Pardo Pascual ha coordinado el trabajo de un nutrido grupo de voluntarios que iniciaron su tarea en noviembre y desde entonces no han cesado de realizar mediciones: un total de 6.000 puntos captados con mira topográfica para crear un mapa de calados (la altura que alcanzó el agua) en los municipios de l’Horta Sud afectados por la barrancada. Tanto la Conselleria de Medio Ambiente como la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) les han solicitado los datos recopilados.
Las ciudades con mayores calados, con más inundación, fueron Paiporta y Catarroja. «No es una inundación simple de entender», explicó el catedrático en Ingeniería Cartográfica. Los municipios en los que realizaron mediciones son: Torrent, Picanya, Aldaia, Xirivella, Paiporta, Alfafar, Lloc Nou de la Corona, La Torre, Forn d’Alcedo, Benetússer, Sedaví, Catarroja, Massanassa, Alaquàs, Albal y Beniparrell. El resto de zonas afectadas no aparecen «debido a sus limitaciones» ya que la recopilación de datos se realizó con voluntarios.
A preguntas de los abogados, el catedrático confirmó que el nuevo cauce del Turia «funcionó como barrera». Y que en la pedanía de La Torre el agua «no llegó de un único barranco» ya que también se desbordaron La Saleta y Pozalet en Aldaia. Yen el caso de Picassent, el desbordamiento del barranco causó destrozos en la Font de l’Omet y Beniparrell. También señaló que su informe está «inacabado», ya que para tener una visión más completa debería incluir la cuenca del Magro en la Ribera y otras zonas del barranco del Poyo como Chiva o Riba-roja.
Una muerte "casi en vivo"
La magistrada de la dana también siguió tomando ayer declaración a familiares o testigos directos de los 228 fallecimientos del 29-O. Entre ellos el de Salvador Baixauli, vecino de Catarroja, que perdió a su suegra de 91 años en la barrancada. Baixauli compareció junto a otra familiar y una testigo con la esperanza de que con su declaración y la del resto de afectados «esto al final sirva para algo».
El vecino de Catarroja relató a la jueza y a los periodistas que su suegra falleció «sobre las 19.30 de la tarde. Aún no se había dado la alerta. Una ola entró y reventó las paredes de las casas de al lado. La tapó casi de golpe. La cuidadora que estaba con ella se salvó de milagro. Porque no la pudo subir a la terraza. La muerte fue casi en vivo porque estábamos hablando con la cuidadora Sandra y le decíamos: ‘Ahí no suele entrar el agua. Aunque intenta subirla en alto, que no va a pasar nada’. A los diez minutos volvimos a llamar y mi suegra ya se había ahogado. El testimonio es muy triste. No lo hemos superado aún».
La mujer fallecida tenía 91 años y la movilidad reducida. «Nadie se merece morir de esa manera y sin haber avisado, ni tener ningún tipo de noticia», declara. Ni siquiera pudieron bajar a socorrerla. «Vivo en un cuarto dos calles más allá y veía los coches pasar con gente dentro pidiendo auxilio. ‘¡Socorro! Socorro!’ Y vi ahogarse a dos chavales al lado de la avenida de la Rambleta».
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