Dudas sobre el nuevo proyecto del barranco de La Saleta

Encauzamiento del barranco de la Saleta, junto a la glorieta de la CV-33

Encauzamiento del barranco de la Saleta, junto a la glorieta de la CV-33

Juanjo Villena

Recientemente se ha anunciado a bombo y platillo el ‘Proyecto de Acondicionamiento del Barranco de La Saleta’ -con mayúsculas iniciales porque es un extracto del título oficial-, una rambla que lleva décadas ocasionando graves dolores de cabeza en los pueblos de Aldaia, Alaquàs y Xirivella, así como en algunas pedanías de la ciudad de Valencia. En las últimas fechas sus desmanes se han saldado con varias víctimas y eso ha hecho reabrir el cajón donde estaba guardado el plan, puede que con cierta premura.

No quiero pensar que se ha recuperado porque quizá sea una de las actuaciones más ‘sencillas’ de las pendientes entre la sierra de Chiva y el mar Mediterráneo, por donde transcurren numerosos barrancos que se acaban vertebrando en el Poio. Cambiar el transcurso de la nave nodriza es difícil y muy costoso, pero La Saleta, en su condición de rambla menor, parece más accesible. Y sí, su ejecución es verdaderamente urgente, pero también permite dar la sensación de movimiento. De que se intenta reconducir la situación.

Si se fijan, en el anterior párrafo he usado mucho “quizá” y “parece” porque, si bien es cierto que es un proyecto que, en caso de llevarse a cabo, movilizará menos recursos que poner solución al Poio, no está exento de complejidades. De hecho, me da la sensación de que algunas se han pasado por alto.

En lo que voy a escribir a partir de ahora hay más sospechas que certezas, pero las primeras, ya les digo yo, que no son infundadas. El caudal de evacuación previsto, con una capacidad máxima de 130 m3/s en Aldaia, da a entender que se trata de un proyecto para reconducir únicamente el agua que llega del Pozalet. Esas avenidas son las más recurrentes y, sin duda, requieren de una solución, pero no son las más peligrosas. Tras las de los años 1957, 2000 y 2024 hubo un ‘ente’ superior, el Poio, y sus salidas de tono por el momento no se van a reconducir. Este proyecto las atenuará, pero en estos pueblos habrá que seguir poniendo compuertas en calles y bajos cuando se produzcan danas de gran magnitud.

También me pregunto si este plan ha tenido en cuenta los cambios en la fisionomía del terreno entre Loriguilla y Aldaia. En los últimos 10 años, muchos campos de cultivo han sido convertidos en polígonos industriales, que han impermeabilizado el suelo. Toda la lluvia que se derrama sobre ellos ‘corre’, no se detiene en la tierra, bancales y acequias, algo que necesariamente estará incrementando la cantidad total de agua que llega a la zona que sirve de nexo entre el Pozalet y La Saleta.

Por otro lado, en el proyecto se habla de cómo el agua llegará al cauce nuevo del Turia, y también de las soluciones pensadas en caso de que sea este río el que se salga de madre. El problema será cuando llueva fuera de tiesto en las cabeceras de ambos y las crecidas confluyan, en ese momento la evacuación de La Saleta podría ser imposible en esa parte final, algo que sería problemático para las pedanías de Valencia.

Este proyecto es esperanzador para los vecinos de Aldaia, Alaquàs y Xirivella, pero se tiene que hacer mucha pedagogía. Hay que explicar bien sus limitaciones y los riesgos que aún conlleva. Preguntaré y me comprometo a exponer aquí las respuestas a estas dudas que me asaltan. Si he cometido errores, los reconoceré.

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