Un pacto de última hora evita la guerra total en el congreso de un PSPV fracturado
La tensión se desboca en el congreso con un empate entre los partidarios de Bielsa y Raga para elegir al presidente del cónclave, que finalmente será Gaspar

Momento en el que el plenario del PSPV de la provincia de Valencia vota la confección de la mesa. / Levante-EMV

Un pacto de ultimísima hora evitó la guerra total en el PSPV de la provincia de Valencia, aunque no impidió una bronca histórica en el inicio de su congreso evidenciando que el partido se encuentra fracturado en dos mitades. Tanto que en la votación, inédita, para elegir la composición de la Mesa del congreso terminara en un empate a 172. La formación se ha acostumbrado a bordear el abismo y a retarse en riñas internas para, en último momento, guardar armas y apuntar a objetivos mayores como, por ejemplo, ganar la Generalitat.
Así, este viernes, ante la posibilidad de que la situación descarrilara del todo, lo que no había sido posible durante las horas previas se hizo realidad. Hubo pacto entre el sector de Carlos Fernández Bielsa y el de Robert Raga, intermediarios mediante con apaño para que este órgano que dirigirá la marcha del congreso sea de seis miembros y no de cinco, y con Toni Gaspar al frente, como proponía la dirección provincial, pero el bochorno y la desconfianza quedarán tiempo impregnados en la formación.
El viernes de dolores se convirtió en algo casi literal en el PSPV. Casi tanto como la insignia de ‘Volem votar’. El lema que los socialistas valencianos utilizan para pedir un adelanto electoral a Carlos Mazón les acabó golpeando en la cabeza, exhibiendo un partido incendiado y dividido por la mitad que no acaba de cerrar las heridas abiertas de las primarias entre Bielsa y el sector encabezado por Raga, ganadas por el primero por 21 votos de distancia, una diferencia minimísima que calienta la batalla.
Porque lo que suele ser un mero trámite acabó siendo el foco del conflicto. Aunque el cargo de presidente del congreso sea más bien simbólico, su elección acabó como la mejor representación de la batalla interna en el partido. Pero la frase «esto es el PSPV» siempre tiene la oportunidad de un requiebro más. «Vergüenza» se llegó a escuchar en el plenario por parte de uno de los representantes del partido cuando se anunció que habría dos listas para la mesa, algo que no había ocurrido antes.

El PSPV de la provincia de Valencia comienza su V congreso en Paterna, este viernes. / Levante-EMV
Estas estaban una encabezada por Toni Gaspar, la planteada por la dirección provincial que además incluía a varios del núcleo duro del alcalde de Mislata, y otra con Robert Raga, rival de Bielsa en las primarias, como candidato así como gente afín. A ese momento se llegó con más de una hora de retraso respecto a la organización prevista, con los delegados plantados en la entrada de la sala tras ser vaciada previamente, mientras los equipos negociadores subían y bajaban escaleras trataban de alcanzar un pacto que no llegaba y que no hacía más que dotar de gasolina al momento posterior.
En el proceso de elección acabaron votando los 344 delegados que habían sido elegidos para el congreso con pleno de asistencia, algo que rozó lo histórico, muestra de la movilización interna y lo ajustada de la situación. La desconfianza es tan evidente que para entrar en la sala de votación, se comprobó con DNI y credencial a los delegados. «No lo hemos hecho nunca, veremos cómo lo hacemos», llegó a explicar el secretario de Organización, Vicent Mascarell.
Su propio desarollo no fue sencillo: a mano alzada; primero los partidarios de una lista, después, los de otra y entregando cada uno una cartulina, para evitar que hubiera quien votara dos veces. El recuento, a mano también una a una y sin votos en blanco, estuvo acompañado de momentos de tensión, con algún que otro silbido, nervios y murmullos. Cuando se contaron las papeletas hubo cierta sensación de incredulidad:empate, 172 a 172.
Esa igualdad provocó algún que otro conato de enfrentamiento entre los miembros de ambas candidaturas. Mascarell propuso un receto que ha sido recibido en primer lugar con silbidos y abucheos. «Pues volvemos a votar», indicó. Pero no fue necesario. Los principales referentes de la formación abandonaron el plenario entre algún que otro abucheo, queja y ánimo por resistir. Todo se mezclaba en un ambiente enrarecido, con la duda de si habría que volver a votar y de cómo resolver el entuerto.
Minutos después volvieron a entrar. Bielsa tomó la palabra. «El PSPV está por encima de todo. Hacer un partido fuerte está por encima de todo y tenemos que hacer el esfuerzo. Por encima de todo está que Diana Morant sea presidenta de la Generalitat», señaló dirigiéndose a los delegados presentes y anunció un acuerdo para una mesa compuesta por seis miembros, con Gaspar como presidente y Raga de vicepresidente y otros dos representantes para cada uno de los sectores enfrentados. La desconfianza es máxima y no se acepta que uno de ellos tenga mayoría y pueda imponer los tiempos.
Hubo aplausos, pero también algún que otro portazo fruto del descontento. El pacto supuso un armisticio en un momento en el que parecía que se descontrolaba, pero no entierra el hacha de guerra para futuras batallas. Solo las referencias de «Mazón dimisión» de Gaspar en el discurso de su toma de posesión lograron destensar un poco el ánimo en el plenario y conseguir una mínima coralidad más allá de la división al 50 % reflejada hasta entonces.
Debilidad interna
Este porcentaje tiene mucho de simbólico y supone un difícil inicio de andadura para Bielsa su segundo mandato ya que los suyos confiaban en haber logrado el 57 % de los delegados para el cónclave y en la primera prueba ha quedado evidenciado que no. El riesgo pasa ahora al resto de órganos que se han de votar durante el congreso, a excepción de la ejecutiva. Esta debilidad también afecta a la líder del PSPV, Diana Morant, ausente el viernes, porque sus afines se han mostrado partidarios de Raga y han vuelto a quedarse en el 50 %.
El pacto para la mesa y todo el bochorno previo podría acercar posturas y ejercer de punto de inflexión para desencallar el reparto de la dirección. Sin embargo, lo que queda patente es que las heridas de las primarias, donde Bielsa se impuso por 21 votos a Raga, siguen totalmente abiertas y que el acuerdo que sellaron junto a Morant para evitar una repetición de votaciones tras impugnar el resultado de algunas mesas solo sirvió para preparar las armas para el congreso.
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