El cachalote, cerca de la protección. El lobo, en el punto de mira

Lobo en libertad.

Lobo en libertad. / Pexels

Gonzalo Aupí

El titular que encabeza este comentario no esconde ninguna «verdad a medias». Es tan simple como lo que ha ocurrido en los últimos días en los ámbitos políticos de nuestro país que rigen las políticas medioambientales.

La buena noticia, lógicamente, es la proposición no de ley presentada en el Congreso de los Diputados donde la mayoría de los grupos parlamentarios de las Islas Baleares abogan por la protección de una gran superficie marina en el área geográfica de Menorca. Se trata de una zona donde el cachalote, una especie en peligro de extinción, cría anualmente. De llevarse a cabo esta medida, no solo se incrementaría la superficie marina protegida en nuestro país, sino que además se contribuiría de forma significativa a la conservación de una especie de cetáceo única.

La otra cara de la moneda es la exclusión del lobo de la lista de especies protegidas, así como la autorización, por parte de los gobiernos cántabro y asturiano, para la caza de un número determinado de ejemplares durante los próximos meses.

Una caza que se justifica con el argumento de «equilibrar» la relación entre el ganado extensivo y esta especie depredadora. Sin embargo, una vez más, se pone en tela de juicio nuestra capacidad para desarrollar medidas más eficaces que beneficien a ambas partes: tanto a la industria ganadera como a la preservación de una especie fascinante.

Quizá, desde las montañas convendría mirar hacia las islas. No se trata de priorizar a uno u otro cuando dos elementos comparten entorno y entran en conflicto, sino de buscar un equilibrio, como la naturaleza ha hecho durante millones de años.

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