La dana obliga a monitorizar l’Albufera y a regenerar el parque fluvial del Turia
La barrancada arrastró toneladas de residuos al lago en la mayor crisis desde el colapso de los años setenta y la crecida del Turia acaba con las playas de interior

Parque fluvial del Turia a su paso por la localidad de Quart de Poblet / Daniel Tortajada

Las explosivas lluvias de hace exactamente medio año provocaron cuantiosos daños materiales y la pérdida de 228 vidas humanas, pero también unos estragos ambientales descomunales. Aguas arriba, la furiosa crecida del río Turia y sus afluentes provocaron tal devastación a su paso que se tardará años en recuperar los paisajes de ribera y las playas fluviales que caracterizan el Parc Natural del Túria. El otro enclave duramente golpeado aquel último martes de octubre, el Parc Natural de l’Albufera, actuó como una esponja laminando el brutal caudal de hasta seis barrancos. Pero aquella lengua de agua y barro arrastró consigo toneladas de todo tipo de residuos, que ahora se erigen como la mayor amenaza para este espacio que aspira a ser Reserva de la Biosfera Unesco.
Seis meses después, los científicos coinciden en que la capacidad de resiliencia de los humedales ha podido comprobarse en l’Albufera. Más preocupante es la situación del Parc Natural del Túria. «Literalmente ha desaparecido», apunta Emilio Barba, catedrático de Ecología en la Universitat de València. « Los 17 puentes que había ya no están, es un desastre total», enfatiza, para acto seguido subrayar que el daño es mucho mayor que el de l’Albufera. También incide Barba en la necesidad de apostar por una reconstrucción sensata de una zona que ya estaba muy degradada. Investigador del Instituto «Cavanilles» de Biodiversidad y Biología Evolutiva, Barba tenía en marcha antes de la dana un proyecto para estudiar los efectos del paisaje y la infraestructura verde en la movilidad de las aves.
El Gobierno se comprometió el pasado mes de marzo a financiar la limpieza, adecuación y recuperación del entorno del río Turia, mientras que la Confederación Hidrográfica del Júcar anunció una partida de 19,1 millones para obras urgentes en la restauración fluvial. El impacto para muchos municipios de interior, que dependen del turismo de naturaleza, ha sido sido doblemente grave.
Un impacto brutal
La Conselleria de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio, por su parte, cifraba en más de 21,5 millones los daños en todo el cauce. Para l’Albufera, mientras, ratificaba la semana pasada la contratación de actuaciones de emergencia por valor de 26.441.007 euros con las que reparar desperfectos en canalizaciones urbanas y analizar el impacto de la dana en el enclave.
«Hay que entender la dimensión de la perturbación, que ha sido la más impactante desde probablemente la crisis del saneamiento urbano de los años sesenta y setenta», señala Carles Sanchis Ibor, presidente de la Junta Rectora de l’Albufera. Desde hacia más de medio siglo, pues, ninguna acción humana o natural había tenido un efecto similar. «La actuación de las administraciones, especialmente en el tema de la red de alcantarillas, colectores y estaciones depuradoras, que pensábamos que podían ser muy dañinos se solucionaron con una relativa rapidez e inusual efectividad en algunos casos», incide.
Sanchis Ibor destaca el interés e implicación tanto de los colectivos ecologistas y los voluntarios que han venido participando en la retirada de basura, más de 60.000 kilogramos en estos meses, además de las comunidades de regantes y los ayuntamientos ribereños. «Quedan muchos residuos aún procedentes de los polígonos industriales y queda un trabajo muy intenso en los próximos meses e incluso años para limpiar los restos que están dispersos sobre todo por la marjal norte y oeste», explican. «Ambos puntos requerirán de muchas acciones si no queremos que l’Albufera se convierta en un silo que esté emitiendo microplásticos durante años», remarca.
La monitorización del espacio protegido, junto con los parques científicos de las universidades valencianas, se sabe crucial para evaluar la calidad de los suelos, la fauna y el agua. Sanchis Ibor, además, destaca también la importancia de llevar a cabo una batimetría de la laguna y la marjal para comprobar el balance sedimentario. Algo que Sanchis Ibor, investigador del Centro Valenciano de Estudios sobre el Riego de la Universitat Politècnica de València y profesor asociado de la Universitat de València, debería estar resuelto antes de final de año.
Como se recordará, la colmatación de l’Albufera se ha agravado un poco más tras la dana. Un estudio de la Universitat de València cifraba en febrero en seis centímetros más la sedimentación del fondo del lago por todo lo arrastrado por el desbordamiento del barranco del Poyo y que equivale a la tasa habitual de treinta años de la laguna. Algo así como unos 46.000 camiones de escombros depositados en apenas unas horas.
En el caso de l’Albufera, además, la dana ha obligado a que el trámite para ser Reserva de la Unesco haya tenido que regresar a la casilla inicial. Será a partir de mayo cuando se retome el proceso participativo que encalló a las primeras de cambio con la postura muy crítica de los agricultores. Lo cierto es que como remarca Seo Bird/Life, «se encuentra lejos de la normalidad» seis meses después del desastre con acequias obstruidas, gran cantidad de basura y una biodiversidad amenazada. n
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