Las lluvias en las cuencas de l'Horteta y Gallego triplicaron la del Poyo en las horas críticas antes de la riada
Un estudio de la Universitat de València, Aemet y Avamet con la evolución de las precipitaciones por horas descarta que la polémica rambla sea la principal responsable de las catastróficas inundaciones
.«Golpeó primero l’Horteta y seguidamente lo hizo Gallego», es una de las hipótesis. Otra, mientras, sostiene que pudieron juntarse los picos de estos dos y la parte baja del Poyo, la que registró 2.282 m3/sg momentos antes de ser arrancada

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Medio año después de la dana una nueva investigación descarta a la rambla de Poyo como responsable principal de las catastróficas inundaciones del 29-O. Las lluvias caídas en las cuencas de l’Horteta y el Gallego triplicaron la del Poyo en las horas críticas antes de la riada. El análisis de la temporalidad y distribución espacial de las precipitaciones conduce a dos hipótesis y ninguna apunta únicamente al polémico barranco en el que siguen centradas todas las miradas. «Golpeó primero l’Horteta y seguidamente lo hizo Gallego», es una de las hipótesis. Otra, mientras, sostiene que pudieron juntarse los picos de estos dos y la parte baja del Poyo, la que registró 2.282 m3/sg momentos antes de ser arrancada por la lengua de agua y barro.
La riada pudo, pues, triplicar o más esa descomunal cifra. «Estaríamos hablando entonces de 6.000 m3/sg como mínimo y hasta 7.000 m3/sg», señala Alejandro J. Pérez Cueva, catedrático de Geografía Física de la Universitat de València que coordina este trabajo junto a la Agencia Estatal de Meteorología de la Comunitat Valenciana y la Asociació Valenciana de Meteorologia. El estudio incide en que la ola inicial llegó desde l’Horteta, la cuenca en la que más llovió aquel fatídico 29 de octubre según los registros de Avamet. De hecho la estación meteorológica de Mas de Calabarra, en Turís, reportó ese día 184,6 l/m² en una hora. El máximo histórico absoluto registrado en España, con un total acumulado de 771,8l/m2 durante ese martes.
Lluvias explosivas
La evolución horaria de la pluviometría muestra que los aportes de las explosivas lluvias, desde las 16 a las 19 horas, fueron mayores aguas abajo del caudalímetro situado en Riba-roja. Fuera por tanto del aforo del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación del Júcar que tanta polémica ha generado por las críticas del Consell, y sin posibilidad de contar con una medición cincominutal. El control solo era posible con una vigilancia sobre el territorio, que no se dio.
«La precipitación comenzó a caer con fortísimos volúmenes en l’Horteta y Gallego al menos una hora antes de hacerlo en las cabececeras de Poyo», se explica en el análisis que dirige Pérez Cueva. La rambla de l’Horteta confluye con el Poyo en Torrent, justo antes del punto en el que se produjo el ‘tsunami’. «La riada fue tan grande que en esta ocasión se desbordó ya desde este punto, inundando toda la llanura, tanto al norte como al sur del barranco», recogen unos resultados aún preliminares. Solo la zona que se extiende tras la confluencia de los barrancos Grande y Chiva, en Cheste, «tuvo un comportamiento similar al de la no aforada, pero sus aportaciones no llegaron a alcanzar ni un tercio del total».

Red fluvial y subcuenca de la rambla de Poyo y Possalet-Saleta / H.Gimeno
Reconstruir la riada
En el Poyo hay dos picos temporales, a las 18 horas y las 20 horas, especialmente esta última franja que es cuando las lluvias «fueron claramente mayores que los del resto». «La llegada de estas aguas tuvo además una dificultad añadida, pues parte de ellas derivó hacia el noreste y saltó a la cabecera de la la Saleta», señala el documento.
Pérez Cueva insiste en que el único modo de intentar acercarse a lo que pasó aquel día «es reconstruir la riada con un modelo hidráulico alimentado con precipitaciones que tengan la máxima desagregación temporal posible». «Estas, además, deben ser contrastadas rigurosamente pues hubo muchos fallos de registro durante la jornada en las estaciones automáticas», subraya a Levante-EMV Pérez Cueva.
Vida propia
En todo caso, los investigadores insisten en abrir el interrogante de quién golpeó primero y cómo actuaron todos esos barrancos considerados menores. «¿Sumaron sus aguas al pico de crecida de la rambla de Poyo o tuvieron una vida hidráulica propia en la génesis de la riada?», se preguntan. «Lo que seguro no ocurrió es que la responsabilidad principal fuera de Poyo, cuyos grandes aportes fueron más tardíos y más alejados del punto apical del abanico aluvial», coinciden los científicos.
Aemet y Avamet, decisivas
En el análisis de lo sucedido aquel último martes de octubre han participado además de Pérez Cueva, José Ángel Núñez, jefe de Climatología de la Agencia Estatal de Meteorología de la Comunitat Valenciana (Aemet), Ghaleb Fansa Saleh, doctor en Geografía Física de la Universitat de València junto a Rafael Armengot Serrano y Adrià Revert Ferrero, ambos de Avamet. La recogida de los numerosos datos ha sido posible gracias a los registros de Aemet y Avamet, pero también a los de los observatorios del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), los de la Red Forestal y los que incluye el Sisritel de riego telemático.

Aportaciones horarias y medicones / H.Gimeno
Explicaciones del SAIH
En el informe que remitió el Ministerio para la Transición Ecológica al Juzgado de Catarroja que instruye la causa de la dana la Confederación del Júcar ya aclaraba que el sensor situado en Riba-roja de Túria «únicamente puede monitorizar los caudales que se generan en un 50 % de esa cuenca (la de Poyo), los que se originan aguas arriba». «No los que llegan aguas abajo del punto de control automático instalado a la altura de la A-3, donde confluyen importantes barrancos capaces de grandes aportaciones: Horteta, las Cabezas, Gallego, Pelos y Santo Domingo», desgranaba el escrito donde se explicaba el funcionamiento del SAIH sobre el que el Consell de Carlos Mazón ha dirigido casi todas las culpas. La gestión de episodios meteorológicos extremos en este tipo de orografías «requiere de una mayor anticipación, para lo cual sirve la información pluviométrica, pero sobre todo ha de servir la predicción meteorológica».
La ausencia de medidores automáticos, como es el caso, aboca a la observación de las escalas situadas en los puentes. La lectura del aumento o bajada del nivel del agua ha de ser comunicada a los consistorios situados aguas abajo y a Emergencias de la Generalitat.

Bloque de viviendas que recibió el impacto de los caudales del barranco del Poyo y el del’Horteta en su confluencia / Germán Caballero

La Cantera de Calicanto almacenó hasta 2,2 hm3 ese día
La investigación que dirige Alejandro J. Pérez Cueva revela que en lacantera de Calicanto llegaron a almacenarse el día de la dana hasta 2,2 hm3 de agua, lo que da una idea del caudal que portaba l’Horteta. Una tercera parte de la capacidad total máxima de la presa de Buseo, con 7,5 hm3.
Cuando el agua llegó a la altura de la cantera, chocó con toda su fuerza contra una pared de más de 25 metros de altura. El golpe fue de tal magnitud que causó un boquete por donde entraron miles y miles de litros al viejo cráter generando una especie de embalse. Algo que evitó que l’Horteta aportara más agua cuando confluyó con el barranco de Poyo.

Cantera de Calicanto / Levante-EMV
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