Universidades

Uno de cada cuatro universitarios ha sufrido depresión y los diagnósticos aumentan

Menos de uno de cada diez estudiantes universitarios son de familias de clase baja

La prevalencia de la ansiedad y otros problemas de salud mental también crece

Estudiantes universitarios en el campus de Tarongers de la Universitat de Valencia

Estudiantes universitarios en el campus de Tarongers de la Universitat de Valencia / F.Calabuig

Gonzalo Sánchez

Gonzalo Sánchez

València

Uno de cada cuatro estudiantes universitarios ha sufrido depresión alguna vez, la mayoría en el último año, y los diagnósticos médicos aumentan desde 2021. Lo mismo ocurre con los problemas de ansiedad. Es una de las conclusiones del informe 'Vía Universitaria' de la Xarxa Vives d'Universitats que ha encuestado a casi 46.000 estudiantes. Un reflejo del preocupante estado de la salud mental de la juventud, recrudecido desde la pandemia de 2020.

El informe analiza la vida estudiantil de todas las universidades de Cataluña, Balears, Andorra y C.Valenciana y trata desde los aspectos puramente educativos hasta los sociales y extrae muchas conclusiones: la principal y prioritaria, la necesidad de mejorar el bienestar emocional de unos estudiantes decaídos. La prevalencia de "otros problemas mentales" es del 20 % según esta encuesta.

Otro de los titulares del informe es el ligero retroceso en la equidad universitaria. Así, sólo el 9 % de los estudiantes universitarios son de familias de clase baja, mientras que más de la mitad (63 %) proviene de la clase alta. Una brecha que, de hecho, se ha agravado ligeramente en los últimos años. Como punto positivo, crecen los estudiantes con familias de origen migrante que acceden a la universidad.

Campus Universidad Politécnica en una fotografía de archivo.

Campus Universidad Politécnica en una fotografía de archivo. / Miguel Ángel Montesinos

Más alumnos que estudian y trabajan

De la misma forma, el informe afirma que cada vez son más estudiantes los que tienen que estudiar y trabajar para costearse un grado, y también los que tienen que dejar la carrera a medias por motivos económicos. En concreto, casi uno de cada cuatro estudiantes ya trabaja y estudia y la proporción de ingresos que vienen de la actividad laboral pasa del 17 % al 22 % de los casos.

Pese al sistema de becas, el informe también arroja que las causas económicas están cada vez detrás de más casos de abandono de los estudios, y lo mismo sucede con las estancias en el extranjero. Las dificultades económicas es la principal razón para que los estudiantes rechacen una estadía Erasmus, según el dossier.

De hecho, las estancias en el extranjero son otro de los aspectos que las universidades se plantean mejorar en los próximos años. Actualmente sólo el 10 % de los estudiantes participan en programas de intercambio con otros países, una cifra muy lejana a la de estados de nuestro entorno.

Archivo - Sala de estudios, biblioteca, universitarios, exámenes

Sala de estudios, biblioteca, universitarios, exámenes / Europa Press

Menos horas estudiando

Otro aspecto que preocupa a los investigadores es que han constatado una reducción de las horas de estudio semanales respecto al anterior informe del año 2021. "Nuestros estudiantes dedican 2/3 de su tiempo en asistir a clase y 1/3 a estudiar, mientras que en el resto de países de Europa es ya al revés. De hecho hay muchos estudios que han demostrado que el factor más importante para aprender es la actitud y las ganas durante el estudio, si no hay más tiempo de dedicación al estudio no mejoraremos la calidad del aprendizaje", explica uno de los autores del informe.

La media de horas al estudio recomendada es de entre 25 a 30 horas por crédito universitario, pero la media del estudiantado es de 22,8 horas, y de hecho con una tendencia a la baja respecto a años anteriores.

Otro aspecto de la investigación es que los estudios a distancia se están consolidando, especialmente en los estudiantes de más de 27 años y que desean seguir especializándose y formándose a lo largo de la vida. Pero no solo en ellos, cada vez hay más estudiantes que optan por esta formación que, en opinión de los autores del informe, no es la ideal, lo cual invita a una reflexión sobre cómo debe adaptarse la universidad. "Si esto sigue así dentro de unos años echaremos de menos la formación presencial, que es ya casi un lujo", explican.

La formación en línea, de hecho, está prácticamente copada por las universidades privadas y por los másters de pago de estas, que han llevado a multiplicar por 12 la matrícula de estos centros en a penas una década.

La brecha de género persiste

Otro problema que persiste es la brecha de género en las carreras. Las hay fuertemente masculinizadas (como las Ingenierías) y muy feminizadas (como las artes, humanidades o Enfermería, por ejemplo). Esta diferenciación por género es algo contra lo que los investigadores luchan sin haber encontrado aún la receta y que, de hecho, se basa en creencias instaladas en la mente de los estudiantes en casa; las mujeres acaban en carreras relacionadas con las humanidades y los cuidados, y los hombres en carreras científicas o proclives a llegar a puestos de poder.

La brecha de género se reproduce también fuera de las aulas. Resulta que las mujeres dedican, de media, dos horas semanales más que los hombres a tareas del hogar o cuidado de familiares, mientras que ellos las dedican a ocio y aficiones.

Pero no es la única brecha que persiste en los estudios, también la hay de clase social. Así, en el informe se ha constatado que los jóvenes de clase baja tienden a elegir siempre carreras "menos arriesgadas" ya que cuentan con menos oportunidades y no las pueden 'desperdiciar'. Hay un número de carreras -las que a priori tienen menos oportunidades de empleo- que están copadas por jóvenes de familias de clase alta.

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