Un desfile moro que cambia la historia en Alcoi

La ciudad vivió un día histórico con una Entrada Mora en la que Ana Gisbert Mira-Perceval, acaparó el protagonismo al convertirse en la primera mujer en ostentar un cargo central en las Fiestas, todo ello en medio del caluroso aplauso del público

Si algo merece quedar inscrito en la historia, es sin duda aquello que rompe moldes, que inaugura caminos nuevos. Y eso es, precisamente, lo que ha ocurrido este sábado en Alcoy durante las Fiestas de Moros y Cristianos. En un hecho sin precedentes, Ana Gisbert Mira-Perceval ha debutado como alférez mora de su filà, Marrakesch, marcando un hito que no era suyo en origen, sino un sueño heredado. Fue su padre, Juan Antonio Gisbert, quien siempre anheló ostentar el cargo de capitán, un deseo truncado por su fallecimiento antes de poder cumplirlo. Pero este sábado, su hija ha tomado el relevo, emocionando a toda la ciudad desde el Partidor hasta la Plaza de España, donde el público la ovacionó en pie a lo largo de todo el recorrido. Después de tantos años, una mujer ha ocupado por fin un cargo de esta magnitud en la Festa.

El boato que acompañó a Ana fue una auténtica declaración de principios: una oda a la fortaleza femenina. En una de las carrozas, la reconocida bailarina alcoyana Sol Picó protagonizó una impactante escena sobre una pared que escalaba, simbolizando los muros que la mujer ha tenido que superar a lo largo de la historia, con el alma de una guerrera sin límites. No solo la vista quedó cautivada: uno de los carros, empujado por tres mujeres de la misma filà, esparcía aroma a incienso, añadiendo una dimensión sensorial al paso de la alférez.

Bailes vibrantes, jinetes y una veintena de muharibs (hombres y mujeres) escoltaban a Ana Gisbert, junto a sus hijos, que iban en otra de las carrozas del boato. La música también rindió homenaje: la banda de Xixona y La Xafigà interpretaron la pieza «Kapytan» en honor a su padre, Juan Antonio. En la carroza principal, dos turbantes colocados detrás de la alférez (uno Marrakesch y otro Judío) ofrecieron un emotivo guiño al legado de su progenitor, quien desfiló en ambas filaes.

Huestes de la media luna

Las huestes moras de Al-Azraq comenzaron a divisarse sobre las 17:15 horas por el carrer Sant Nicolau. La filà Abencerrajes, encargada este año de ostentar la capitanía mora, fue la primera en abrir paso. Lo hizo con un ballet en tonos dorados, acompañadas de majestuosas estructuras en forma de flor de más de dos metros de altura que anunciaban la llegada del capitán. Les siguieron damas y caballeros, componiendo una escena de corte real en pleno corazón de Alcoy.

La originalidad se hizo presente con una espectacular puesta en escena: una entrada a palacio formada por arcos que evocaban la arquitectura de una mezquita, marcando el paso solemne de la carroza familiar del capitán. Sobre ella, sus tres hijos, las nueras y cinco nietos, rodeados por el acompañamiento sonoro de más de un centenar de músicos.

Entonces llegó el gran momento. Indalecio Carbonell, capitán moro, apareció en lo alto de una carroza junto a su favorita, su esposa Chelo Pascual, escoltados por un imponente ballet que representaba el agua como símbolo de vida, movimiento y poder. Tras ellos, una carroza de sabios decorada en dorado y negro cerraba el cortejo, aportando un aire de conocimiento y solemnidad.

Para poner el broche a la capitanía de Abencerrajes, desfiló su escuadra especial con una espectacular indumentaria inspirada en el arte de la cetrería. La filà Chano, por su parte, desfiló como filà del Mig con un traje en tonos azules que evocaba la figura de los mercenarios: luchadores de alquiler cuya única lealtad era al oro. Su escuadra especial impresionó con un atuendo igualmente azulado, cubierto por una lluvia de monedas que subrayaba esa esencia errante y codiciosa.

Y como cada año, llegó el turno del pequeño Sant Jordiet. Martín Bellver, montado sobre un caballo blanco y acompañado por su filà Domingo Miques, desató la ternura del público en su esperado paso.

La Entrada Mora de las Fiestas de Alcoy 2025 llegó a su fin, pero esta vez, algo ha cambiado. Porque si en cada edición se celebra el esplendor, la música y la tradición, este año también se celebró el avance. La historia no solo desfiló por las calles de Alcoy, la hizo una mujer: Ana Gisbert, que abrió un nuevo capítulo en la Festa.

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