Lo que aprendimos durante el apagón

Empleadas del hogar: Las mujeres que sostuvieron la vida durante el apagón

Los cuidados siguen considerados un trabajo "de segunda" aunque son, literalmente, esenciales para la vida

Las trabajadoras reivindican sueldos dignos y derechos laborales del siglo XXI

Una empleada doméstica en su hogar, en una fotografía de archivo.

Una empleada doméstica en su hogar, en una fotografía de archivo. / F.Calabuig

Gonzalo Sánchez

Gonzalo Sánchez

València

Son invisibles y precarias, pero su trabajo sostuvo la vida de muchísimas personas vulnerables durante el apagón. Mientras la luz se iba ellas estaban con personas mayores en hospitales, o con gente dependiente en sus casas, acompañándolas y ayudándolas. Las empleadas domésticas dicen que su trabajo (el de cuidados, tan denostado desde siempre) sostiene la vida. Y durante la apagón esa frase cobró todo el sentido.

Dolores Jacinto, portavoz de la Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y los Cuidados (Aiphyc) explica que, pese a ser festivo, muchas empleadas domésticas vivieron el apagón con sus empleadores y las que no, trataron de comunicar con ellos. "Son mujeres que lo dan todo, al final es normal tener cierta implicación emocional con la gente que cuidan", cuenta. Cuidar de una persona con alzheimer durante el apagón, o acabar de limpiar con la ayuda de linternas son algunas de las situaciones que vivieron durante el corte de luz.

Su labor es esencial, pero se vio muchísimo más el día que se fue la luz, actuando como sostén del sector más vulnerable de la sociedad y dándoles el apoyo que necesitaban en ese momento. Muchas de ellas se quedaron junto a personas mayores que no podían valerse por sí solas y realizaron un trabajo que prácticamente nunca les es reconocido, pero que está ahí. Precisamente cuando todo falla (en la pandemia, durante la dana o en un apagón) es cuando la labor esencial de las empleadas domésticas sale a la luz.

Imagen de la protesta del año pasado de las mujeres migrantes y empleadas del hogar

Imagen de la protesta del año pasado de las mujeres migrantes y empleadas del hogar / Germán Caballero

Dignificar los cuidados

Jacinto explica que, pese a la importancia de su trabajo, se sigue viendo como una faena indigna o "de segunda", con unos sueldos que normalmente rozan la miseria. De hecho, las empleadas domésticas cuentan con una legislación laboral a parte que las coloca en un segundo escalón respecto al resto de trabajadores.

"Hoy han despedido a una compañera, se ha declarado improcedente y le ha quedado una indemnización de 12 días por año trabajado. Al resto le quedan 20 días pero en este sector son 12 y de un sueldo hiper precario. Es de risa la indemización que le quedó", lamenta Jacinto.

Por eso reivindica que "no se siga viendo este sector como de segunda, sino lo contrario. De nuestro trabajo depende la vida de muchas personas y se nos debería dar y reconocer más, porque somos primordiales. Al menos empezar por cobrar unos sueldos decentes", reivindica.

Movilidad restringida

Igual que en la pandemia o en la dana, las empleadas domésticas se encontraron de repente que tenían una movilidad restringida. Bien para volver a sus casas o para acudir a sus puestos de trabajo. "El metro estaba fallando y muchas compañeras se la jugaron porque tenían que acudir a sus puestos de trabajo para que no las despidieran. Igual para acudir a los pueblos donde trabajan muchas y donde tenían que ir para cuidar de sus empleadores", cuenta.

Pese a destacar durante las crisis, el sector continúa fuertemente precarizado y copado de mujeres migrantes, muchas de ellas sin la documentacion en regla y sometidas a condiciones de explotación laboral. A pesar de ello la regulación laboral (que el Gobierno mejoró recientemente) sigue sin estar a la altura de un colectivo que demuestra que son las que sostienen la vida cada vez que todo falla.

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