“La soberbia tecnológica nos ha hecho bajar la guardia ante riesgos meteorológicos como la dana”

Expertos como Rafael Armengot y el jefe de Climatología de AEMET de la Comunitat analizan las causas, impactos y las lecciones que nos deja el 29-O en una jornada de divulgación científica en Aldaia

Jornadas de Avamet sobre la dana del 29-O

Eduardo Ripoll

València

Un audio de Radio Valencia en el 57 avisando a la población de que llegaba la riada, que se ha podido escuchar durante la jornada de divulgación científica ‘Dana 29-O: causas, impactos y lecciones’, organizada por Avamet y el Ayuntamiento de Aldaia, hace que la comparación con la tardía reacción ante la tragedia del 29 de octubre nos haga replantearnos la importancia del factor humano ante “fenómenos extraordinarios, que no insólitos”, según matiza el geógrafo y meteorólogo Rafael Armengot, en esta era tecnológica.

“Con la soberbia tecnológica de que el hormigón y los ordenadores lo pueden todo, hemos bajado la guardia y se han habitado zonas muy delicadas que no se deberían de habitar”, reconoce Armengor, uno de los expertos de referencia meteorológica, planificación territorial y comunicación científica que han abordado los “fallos tanto de planificación urbanística como de prevención, vigilancia y alerta temprana a la población” durante la dana.

Hace 67 años, con una nula tecnología se consiguió avisar a tiempo a la población gracias a esa vigilancia humana, con sirenas y la policía recorriendo las calles, porque la alerta temprana se dio cinco horas antes de la riada, destaca José Ángel Núñez, jefe de Climatología de AEMET en la Comunitat Valenciana. “Las agencias de meteorología son una fuente de información técnica, pero luego están los que tienen que tomar decisiones. La información estaba aportada pero las decisiones no se tomaron”, incide sobre el impacto de vidas humanas que se podían haber evitado.

“Estamos en una sociedad tan tecnológica que hemos perdido de vista la importancia del factor humano”, remarca Núñez, y dicho factor es vital cuando se producen fenómenos extremos, “los cuales no están integrados en los sistemas informáticos, porque se producen con periodos de recurrencia de decenas de años, y en ese momento es el factor humano el que debe evaluar el riesgo y servirse de personas sobre el terreno que estén informando en tiempo real de lo que está ocurriendo”.

Lecciones aprendidas

Entre las lecciones aprendidas tras la tragedia, y que se extraen de esta jornada, es en primer lugar atender a la meteorología y “tomarse muy en serio los avisos que emite AEMET, si se dan es por algo”, señala Armengot. En segundo lugar que la población tenga una mínima cultura meteorológica, con cuestiones lógicas como saber que, aunque no llueva aquí, si llueve en las montañas es agua tiene que venir. Es decir, "no despreciar el riesgo porque aquí no esté lloviendo".

Otra conclusión, en la que coinciden los ponentes, entre los que se encontraban también, Victòria Rosselló (À Punt), Enrique Moltó (UA), Carlos Sanchis (UV) y Ana Camarasa (UV), es potenciar el factor humano como elemento esencial de la gestión y no fiarlo exclusivamente a la tecnología o mecanismos automáticos.

Jornada de divulgación científica ‘Dana 29-O: causas, impactos y lecciones’, organizada por Avamet

Jornada de divulgación científica ‘Dana 29-O: causas, impactos y lecciones’, organizada por Avamet / Eduardo Ripoll

“Tenemos unas herramientas estadísticas, pero al final está el hombre, que es el que tiene que interpretar los datos y si esos datos son coherentes o no. Puede ser que en este episodio hayamos confiado demasiado en la tecnología”, añade José Ángel Núñez. Por ello, aboga por desplegar a agentes por el territorio para que estén vigilando lo que está pasando 'in situ' y así disponer de información in situ”, medida que ha defendido que se habría de activar en los barrancos de l’Horteta y Gallego, donde no hay medidores de la CHJ.

En la jornada uno de los aspectos que se ha abordado es cómo repensar el territorio y que se puede hacer con todo lo que ya está construido. “Los campos actuaban como zonas de disipación, como así reflejan las crónicas de la época. En cambio ahora en vez de campos tenemos viviendas, polígonos, y barreras con vías de comunicación”, argumenta el responsable de Avamet.

“Las obras de ingeniería nunca podrán suplir y vencer al agua cuando toma sus caminos, siempre ganará la naturaleza”, señala Armengot. “Por eso es más importante enfocarlo en cómo habitamos el territorio que en combatirlo haciéndole frente con obras. Las obras podrán ayudar pero lo fundamental es que ocupemos el territorio de una forma más sensata”, ha concluido.

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