Análisis
La política valenciana orbita sobre el gran enigma Mazón
Rozando el ecuador de la legislatura, la clave de bóveda política es quién encabezará la candidatura del PP en 2027. La gestión de la dana ha colocado al ‘president’ en una situación insólita.

Mazón frena los impulsos de la prensa en su último acto público, el viernes en Benaguasil. / E.P.
La Comunitat Valenciana roza el ecuador de la legislatura y se encuentra en una situación insólita: se desconoce si el president de la Generalitat será candidato en las próximas elecciones generales. Sobre ese importante agujero negro orbita la política valenciana. No ha sucedido antes, ni siquiera cuando José Luis Olivas asumió en julio de 2002 la presidencia tras el salto de Eduardo Zaplana al Gobierno de José María Aznar, porque sabía en ese momento que el candidato en 2003 iba a ser Francisco Camps.
Precisamente, el paso al frente de Camps ofreciéndose como solución para presidir el partido ante un millar de simpatizantes (decenas de excargos del partido y un reducido número de concejales actuales entre ellos) es uno de los dos grandes elementos que en los últimos días ha elevado la temperatura interna (y el ruido) sobre qué puede suceder con la presidencia de la Generalitat. El otro es la convocatoria del congreso nacional del PP por parte de Alberto Núñez Feijóo, lo que ha abierto el interrogante de si el líder popular está dispuesto a llegar a esa cita en Madrid en julio con Mazón al lado. A ello habría que añadir la recepción esta semana a las víctimas por parte de las autoridades europeas, adscritas de la familia ‘popular’, donde estas han exhibido un discurso y tono diferentes al del president.
Mazón era apuesta segura hace un año, a pesar de haber incomodado a la dirección nacional del PP con su rápido pacto con Vox tras las elecciones autonómicas para asegurarse el gobierno valenciano. Mazón iba lanzado tras un año en el poder. Pero todos los cálculos políticos saltaron por los aires el 29 de octubre. El día de la mortal riada (228 fallecidos) cogió a Mazón en una comida «de trabajo» con la periodista Maribel Vilaplana hasta las 17.45 y entrando en el centro de coordinación de emergencias a las 20.28, con la alerta masiva a la ciudadanía ya enviada (20.11) y con las ciudades de la zona cero ya inundadas. El barón valenciano está desde ese momento en el ojo del huracán y se mantiene en un contexto de constante debilidad.
Pero se mantiene. Y más de seis meses después de la riada, con una instrucción judicial que ha puesto el foco en la actuación de la Generalitat el 29-O, no da señal alguna de ceder por su parte. Al contrario, exhibe una estrategia firme de resistencia con un discurso de confrontación directa con el Gobierno central.
En los últimos días el ruido procedente de Madrid sobre una hipotética salida de Mazón se ha intensificado. Cualquier gesto del president, como una salida unos minutos del Palau con gesto severo, ha pasado a ser observado en esa clave. Pero nadie en el PP garantiza que vaya a suceder ni es capaz de aventurar una fecha, anterior o posterior al congreso.
Así que la opción de Mazón en 2027, si no hay adelanto, se antoja más que complicada cuando lo sucedido el 29-O sigue marcando la agenda diaria, pero no es imposible. Básicamente porque el propio Mazón quiere que siga siendo posible. No se desengancha de esa opción. Tendrán que hacerlo otros si esa es la idea.
El jefe del Consell se beneficia también de que la escopeta tiene pocos tiros. No solo para ocupar la presidencia de la Generalitat si es apartado sin adelantar elecciones, que es lo que reclama el PSPV y que es poco factible porque los escenarios más normales con el desgaste actual serían una derrota o una mayor dependencia parlamentaria de Vox. Al PP le viene bien el tiempo, que es la carta a su vez a la que se aferra Mazón.
Pero sacado el president actual de la ecuación, dos son los nombres que ofrecen más garantías. Uno es el de la vicepresidenta primera y portavoz del Consell, Susana Camarero, que ha adquirido protagonismo en la defensa de Mazón en estos seis meses y tiene una buena conexión con Génova y los círculos conservadores madrileños (allí ha desarrollado la mayor parte de su carrera). Y, por supuesto, la alcaldesa de València, María José Catalá, contemplada desde el minuto uno como la opción preferente, pero que ofrece dos inconvenientes que persisten: su negativa por motivos personales y el hecho de que supondría crear a su vez un nuevo problema al tener que decidir otro cartel para una alcaldía considerada clave en los esquemas de Feijóo de cara a aglutinar una mayoría que le permita conquistar La Moncloa.
El valenciano con más rango actualmente en Génova es el eurodiputado Esteban González Pons, que no será vicesecretario de Institucional pero se mantendrá en el comité ejecutivo tras el congreso de julio por su puesto de portavoz del PP en Bruselas. En las posiciones más centradas ya se ha aireado su nombre también como opción de futuro, sobre todo tras las disculpas a las víctimas esta semana (interpretadas como un recado de la dirección nacional a Mazón), pero esta hipótesis suena complicada. Está también su resistencia personal y su línea en la UE, enfrentada a los Patriots (el grupo de la ultraderecha), lo que lo convierte en un estorbo si Feijóo necesita los votos de Vox.
Queda siempre el golpe de efecto de un mirlo blanco, campo donde podría entrar algún cargo intermedio actual del PPCV, como presidentes de diputaciones o alcaldes de ciudades medias. Pero es una opción de alto riesgo contando que las elecciones esperan en mayo de 2027, si no antes. Por ahora, queda un agujero negro.
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