Entrevista | Esteban González Pons Vicepresidente del Parlamento Europeo y novelista
"No conozco un político que se haya ido bien. Los que mejor salen, lo hacen a rastras"
El dirigente del PP, que presenta novela, 'Libro de Pecados', defiende la legitimidad de Mazón para gobernar la Generalitat: "No solo tiene mayoría parlamentaria, sino que ha demostrado que esa mayoría está viva con la aprobación de los presupuestos"

Esteban San Canuto / Sergio Medina / Fernando Bustamante

Acude a la entrevista con el sombrero de novelista y su última creación bajo el brazo. 'Libro de Pecados' (Espasa) es su tercera novela. Pecados es él, González Pons, el dirigente valenciano del PP más cercano a Alberto Núñez Feijóo y vicepresidente del Parlamento Europeo. También uno de los políticos valencianos más veteranos en activo, vivo aún tras unas cuantas batallas que se llevaron por delante a otros de su generación. Hoy está de promoción, pero a algo responde sobre el momento actual, tan enrevesado. Y sobre su pasado y su futuro. Y sobre Mazón y la riada.
¿Viene a hablar de su libro y solo de su libro?
Mi voluntad es hacerme un Paco Umbral.
Un narrador escéptico, de vuelta de todo. ¿Es su estado vital en este momento?
El narrador, Pecados, el que da el título al libro, es mi trasunto, o yo el suyo. No tengo sus vicios (los míos son distintos), pero sí tengo esa aridez en la garganta y esas heridas en el corazón. La edad nos hace tolerantes y compasivos. Y yo, a estas alturas, ya miro el mundo con la tolerancia y la compasión con que lo mira el narrador.
¿Lleva una mochila con muchas decepciones personales?
Más que con decepciones personales, con amigos y personas queridas y no tanto a las que he decepcionado. La edad no te muestra a cuántas personas has decepcionado, sino cuántas veces te has decepcionado a ti mismo. Tengo ya edad suficiente para saber que me he decepcionado muchas veces.
A lo mejor no debí dedicarme a la política o no haber vuelto a Valencia en 2003
¿Algún ejemplo?
Muchas veces pienso en cosas que debí hacer y no hice. Desde que debía estudiar una carrera distinta a que a lo mejor no debí dedicarme a la política o debí haber seguido en Madrid y no haber venido a Valencia en 2003. Volviendo la vista atrás, uno se da cuenta de las veces en que se equivocó de camino y las que no estuvo a la altura de las circunstancias.
Pecados es un apodo que dice mucho, casi todo. ¿Usted tiene muchos sin confesar?
Muchos. De algunos me arrepiento y otros me los llevaré conmigo al infierno para seguir disfrutando de su recuerdo.
¿València es una ciénaga de egoísmos, como la ciudad de la novela?
La ciudad de la novela podría ser València, Murcia, Alicante, Castellón, Barcelona... Es una capital del Mediterráneo. Ninguna en concreto y todas a la vez. Valencia surgió de una ciénaga, sí, y muchas veces esta ciudad sigue devorando a aquellos que más la quieren. Es una ciudad que se ama con locura y a la que se teme con esa misma locura. El que la ama, la teme.
¿Una ciudad (y un país) con muchos puentes físicos, pero donde faltan puentes políticos?
Hay dos valencias y dos cauces del río. Uno el parque y otro el desagüe. Sin los puentes, el centro de la ciudad sería una isla. València es una ciudad de puentes y debería serlo también en lo moral y en lo político.
La enfermedad profesional de los políticos es la vanidad. Los políticos mueren de ella
Los políticos se enamoran sobre todo de sí mismos, dice el narrador. ¿Qué político ha conocido más enamorado de sí mismo? Igual me dice Esteban González Pons.
Hay una respuesta fácil que quiero evitar. En este momento tenemos un político que preside el gobierno que es un narcisista consumado. Pero voy a salirme de eso. La enfermedad profesional de los políticos es la vanidad. Los políticos mueren de vanidad igual que otros profesionales mueren de otras patologías. Hay políticos con la autoestima muy alta, que son los auténticos políticos de poder. Y hay políticos con la autoestima muy baja, que son los que más necesitan el aplauso del público. Pero además los políticos se enamoran entre ellos. Y de esto va la novela. Igual que en la redacción de un periódico o en una oficina o un hospital.
Hablar de política, sexo y quizá amor en estos momentos es pensar en José Luis Ábalos, ¿no?
Sí, pero en mi condición de escritor no quiero hacer leña del árbol caído. Ábalos en este momento es un personaje de novela en busca de autor.
Hay corrupción en su novela. ¿Este es un país corrupto?
No, la política lo es. La política no es particularmente más corrupta en España que en otros países. Es que la política llama al amaño, al acuerdo por debajo de la mesa, al favor y al clientelismo. Cerca del poder hay que estar con mucho cuidado, porque el poder por sí mismo es corruptor. Una de las ventajas de la democracia es que el poder puede cambiar de manos. Y es sano que cambie.
Cerca del poder hay que estar con mucho cuidado, porque el poder por sí mismo es corruptor
¿Hay manera de prevenir esa corrupción o de combatirla, porque parece que ninguna funciona?
Hay una que es la transparencia y debemos tender cada vez más hacia ella. Cuanta más luz, menos vampiros. Y luego hay otra, que los mandatos políticos sean limitados y que nadie esté demasiado tiempo ejerciendo el poder y no se creen redes clientelares. De todas maneras, en España tenemos tenemos mucho que aprender. En los países escandinavos, un primer ministro recibe el móvil de su predecesor para estar al tanto de las últimas llamadas y los compromisos que había adquirido. Cualquier ministro en España que reciba un móvil lo que hace es darle el suyo a su hija y decirle que en el trabajo le han dado uno gratis para él. En el sur de Europa todavía tenemos que hacer un esfuerzo para entender que lo público es lo público, hasta incluso el móvil. Tenemos que desnudar mucho al poder de su oropel.
¿Su móvil aguantaría una revisión pública?
Podría dar una respuesta más larga, pero la verdadera es que no. Ningún móvil aguanta hoy una exposición pública.
¿Por qué ‘novelitas’, si me permite la expresión, y no reflexión política sesuda? ¿Le sobra seriedad a la actualidad?
No está a mi alcance escribir un gran ensayo político. Soy un narrador, no un filósofo. En España estamos poco habituados a políticos que escriben novelas y damos por hecho que los políticos tienen que escribir ensayos, pero yo soy lector y autor de ficción. Si tuviera que escribir un libro sobre filosofía no lo leería ni yo.
Escribe desde Bruselas libros mediterráneos, con apego al goce de vivir y al disfrute de los sentidos. ¿Qué queda del político que deseaba una «política sandía: verde por fuera y roja corazón por dentro»?
Queda todo, porque sigo creyendo en la política viva, con sentimientos. Sigo creyendo en la política creativa, que está cerca de la gente. Sigo siendo aquel conseller que un día se colgó de un larguero o aquel que proclamó la política sandía, o el que en su primer día en la Conselleria de Educación decidió dejar de construir la piel del IVAM hasta que acabara con todos los barracones escolares. No he cambiado. Solo soy un poco más maduro.
¿Y ha utilizado el poder para vengarse?
Nunca he utilizado el poder para vengarme. Entre otras cosas, afortunadamente, porque tampoco he tenido demasiado pode. He pasado mucho tiempo en la política, pero siempre en el legislativo. En realidad, mi carrera política ha sido de portavoz y he tocado muy poco poder.
Aquí corrió hace años la leyenda de un exconseller y alto mando de un partido que ordenó no contratar y vetar al exmarido de su mujer. ¿Conoce la historia?
No.
¿Lo más difícil para un político es saber cuándo ha llegado el final de su carrera?
Como para las artistas. Sí, un político tiene que saber irse, pero no conozco un político que se haya ido bien de la política. Los que mejor salen, lo hacen a rastras. No hay una salida agradable. Los políticos son los nuevos gladiadores sin sangre y muerte, pero son los que dan el espectáculo de la pelea todos los días en televisión. Y es muy raro que un político se gane la espada de madera como gladiador.
Está en los 60 años. ¿Cuál es su sueño, si le queda alguno?
Me quedan muchos. Seguir publicando novelas. Ver un día que en la Comunitat Valenciana se recupera el consenso institucional y que mi ciudad, València, recupere el renacentismo con el que yo la recuerdo y que es tan raro en este tiempo contemporáneo.
No aspiro a presidir la Generalitat ni a la alcaldía de València. Me veo en Bruselas
¿No aspira a presidir la Generalitat o a la alcaldía de València?
No. Me veo en Bruselas. De todas las cosas que he hecho en mi vida, lo mejor ha sido representar a mi país y a mi comunidad en Bruselas. El servicio mejor que puedo prestar a Valencia y España está en Bruselas.
Hemos hablado bastante del libro. Permita que le pregunte si usted lo hubiera hecho mejor que Carlos Mazón en la dana.
No puedo responder a eso, porque hay que verse en las circunstancias para poder juzgar. Carlos Mazón hizo todo lo que estuvo a su alcance y actuó de la mejor forma que él sabía.
¿Cree que Mazón está legitimado para gobernar la Generalitat tras todo lo sucedido en la riada?
Si. La legitimación viene de las Corts y no solo es que Carlos Mazón tiene mayoría, es que acaba de aprobar unos presupuestos demostrando que esa mayoría está viva. Por lo tanto, en puros términos democráticos, no solo tiene mayoría parlamentaria, sino que ha demostrado que esa mayoría le sigue apoyando. Tiene toda la legitimidad para presidir la Generalitat.
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