Las infecciones bacterianas de la población infantil se dispararon en la zona cero tras la dana
Un estudio muestra que el 72 % de los problemas gastrointestinales de niños de municipios dana tras el 29-O los causaron microorganismos

Vecinos cruzan las calles de Paiporta con la compra, en la primera semana después de la catástrofe. / Biel Aliño/EFE

No todas las consecuencias de la barrancada del 29 de octubre quedaron a vista del ojo humano. En las visibles acumulaciones de fango, infraestructuras de saneamiento destrozadas, apagones eléctricos, dificultades para obtener alimento y complicaciones en la red de abastecimiento de agua se gestó una pequeña, diminuta, microscópica amenaza que se acabó de materializar en los días posteriores en forma de gérmenes, bacterias y contagios microbiológicos, tal y como han demostrado Elena Montesinos Sanchis y Eva María López Medina.
Ambas son pediatras del Hospital General de València y autoras del estudio 'La dana y las infecciones gastrointestinales. ¿Qué hemos aprendido?' presentado esta semana en el congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP) celebrado en València, un informe en el que revela que las infecciones gastrointestinales crecieron en las semanas posteriores a la riada y que este aumento fue especialmente "por bacterias de transmisión fecal-oral", según explica Montesinos a Levante-EMV.
Según cuenta la pediatra, el estudio partió de la experiencia de lo ocurrido en otras catástrofes similares y lo que estaban viendo en su propio trabajo. El departamento de salud del General atiende a una parte de la zona cero de la dana en l’Horta Sud como Paiporta, Picanya o Torrent y en los dos primeros meses tras la dana diagnosticaron 55 niños con gastroenteritis agudas, con una media de edad de 4,6 años.
De estos, un 72,7 % (casi tres de cada cuatro) tenía muestras de algún microorganismo de los que el 60 % eran bacterias y el 34,5 % virus. Este porcentaje es mucho mayor del que se extrajo de las muestras de las personas atendidas que no vivían en una localidad afectada por la barrancada donde solo en el 22,5 % (menos de uno de cada cuatro) se habían hallado muestras de algún microorganismo de los que el 12 % eran de bacterias y un 4,7 % de virus.

Patio de un colegio devastado por la DANA en Catarroja. / Eduardo Ripoll
La comparación de estos datos significa que los niños de la zona dana analizada por el estudio tuvieron tres veces más posibilidades de que los problemas gastrointestinales fueran por una infección microbiológica y casi cinco veces más que esto se debiera directamente a una bacteria. Entre estas, las bacterias más detectadas fueron E.coli Enteropatógeno (en el 32 % de casos), Cammpylobacter (21,8 %), E.coli enteroagregativo (16,4 %) y Salmonella (7,3 %) mientras que en el caso de los virus fueron sapovirus, astrovirus, adenovirus y rotavirus.
Ver solo «el pico del iceberg»
Montesinos explica que los 55 casos atendidos en la zona dana de su departamento de salud (todos con cuadros leves y moderadors que no requirieron hospitalización pero sí suministro de antibióticos, remarca) pueden ser solo el «pico del iceberg» de estas infecciones ya que son los que acudieron al médico, pero que pudo haber habido muchos más sin diagnóstico. También destaca que muchas familias se marcharon de la zona cero (bien por elección o bien porque no tenían otro remedio) con lo que muchos niños evitaron el contacto con estas bacterias.
De hecho, fue en las primeras semanas tras la dana, en el mes de noviembre, cuando el nivel de contagios por este tipo de infecciones era mayor. «El grueso de los casos fue sobre todo el primer mes, luego la cantidad fue menor», detalla la pediatra del Hospital General de València quien admite, no obstante, que el estudio ha quedado circunscrito a los dos meses inmediatamente posteriores al 29 de octubre.
En ese primer mes fue cuando todavía había mayores cantidades de fango acumuladas en las calles, especialmente en los garajes (aunque esa situación se alargó en algunas zonas hasta enero), cuando los suministros básicos todavía fallaban tras la emergencia (con el consiguiente problema para el mantenimiento de la comida) y cuando muchas infraestructuras de saneamiento no funcionaban correctamente, causas que Montesinos apunta como posibles motivos para que se diera el pico de infecciones bacterianas en las zonas de la dana.
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