El Arzobispado se lía con las banderas

Quien pase por la calle del Palau, en pleno centro histórico de València, es posible que se haya fijado en el balcón del edificio del Arzobispado. Allí ondean desde hace años tres banderas: la de España, la de la Comunitat Valenciana y la del Vaticano. Pero es posible que esa colocación no sea del todo correcta.

Como cualquier otro país, el Vaticano —el Estado más pequeño del mundo— tiene sus propios símbolos oficiales: escudo, himno y bandera. Esta última se utiliza sobre todo en actos diplomáticos, en visitas oficiales o en edificios que realmente pertenezcan al Estado vaticano, como las nunciaturas apostólicas (las embajadas del Vaticano repartidas por el mundo).

Sin embargo, el edificio del Arzobispado de València no es una sede oficial del Vaticano, por lo que, desde el punto de vista del protocolo, la bandera vaticana no debería estar allí de forma permanente. Su presencia podría dar a entender erróneamente que se trata de un edificio perteneciente al Estado pontificio y que representa diplomáticamente al Papa en un territorio, cuando en realidad es una sede eclesiástica local, con funciones pastorales y administrativas, dentro de la estructura de la Iglesia católica.

Pero eso no es todo. El orden en que están colocadas las banderas tampoco sigue el protocolo oficial. En España, por ley, la bandera nacional debe ocupar siempre el lugar más destacado. Después deben colocarse las banderas de otros países (como la del Vaticano, en este caso) y, por último, las banderas autonómicas o locales. En el balcón del Arzobispado, sin embargo, la bandera de la Comunitat Valenciana aparece por delante de la vaticana, algo que rompe con ese orden establecido.

Este tipo de detalles, aunque puedan parecer menores, tienen su importancia en el lenguaje simbólico de las instituciones. Y, en este caso, todo apunta a que el uso y la disposición de la bandera vaticana en el Arzobispado de València no son los más adecuados.

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