El mar alcanza en València una temperatura inusualmente alta para el mes de junio

La boya del Puerto registró el sábado los 25,57 grados, una cifra a la que no se llegó el pasado año hasta mediados de julio

EFE

València / Madrid

A pocos días del comienzo del verano, los oceanos y los mares que rodean España registran temperaturas inusualmente altas, con «máximos históricos» que, en el caso de la boya del Puerto de València, dejaron este sábado 25,57 grados, una cifra que el pasado año no se alcanzó hasta el 9 de julio. De hecho, la temperatura más alta de junio de 2024 fueron los 24,5 grados registrados el 30 de ese mes.

Este incremento térmico no es un hecho aislado. En sistemas como el mar y la atmósfera «el calor se intercambia de forma constante, ha explicado José Ángel Núñez, portavoz de Aemet, quien ha precisado que en el Mediterráneo, una cuenca relativamente pequeña y cerrada, el calentamiento del aire se traduce rápidamente en un aumento de la temperatura marina.

"Además, el calor no solo afecta a la superficie: se acumula y se va propagando en profundidad. Esto provoca que, cada verano, los picos térmicos lleguen antes y con valores cada vez más extremos, superando récords anteriores", ha apuntado Núñez.

Por ejemplo, el experto de la Aemet ha detallado que en las aguas del mar balear y con datos hasta el 4 de junio, de los 155 días transcurridos, 35 han superado el récord histórico de temperatura del día correspondiente, es decir, casi una cuarta parte del año ha sido excepcionalmente cálida en términos históricos.

Promedio anual temperatura superficial del mar en España

En todas las zonas marítimas españolas, los registros máximos de temperatura en el periodo 1940-2024 se alcanzaron entre los años 2022 y 2023; Por el contrario, los valores mínimos se registraron entre 1940 y 1941 en el mar Mediterráneo, y en 1972 en el océano Atlántico.

En este contexto, José Ángel Núñez ha destacado que los mayores incrementos de temperatura se han producido en el Mediterráneo occidental, concretamente en la zona marítima de Baleares, que comprende las aguas entre Mallorca, Menorca, València, Castellón, Tarragona y Barcelona.

"En estas áreas, el aumento ha sido de 1,3 grados centígrados, lo que supone más del doble del registrado en Finisterre y casi el doble que en Canarias", ha subrayado.

El pasado año, el récord de temperatura del agua alcanzado frente a la costa de València se registró el 10 de agosto a las 19.00 horas, cuando el agua llegó a los 29 grados.

Aumento de la evaporación

El calentamiento del aire y del mar en las últimas décadas está estrechamente vinculado a cambios en varios componentes del ciclo hidrológico y sistemas hidrológicos, entre ellos el aumento de la evaporación y del contenido de vapor de agua en la atmósfera.

Núñez ha aclarado que en coherencia con el calentamiento observado —más acusado durante los meses de verano, tanto en la temperatura del mar como del aire—, se ha registrado un aumento significativo de la evaporación en verano y gran parte de ese flujo de humedad, desde la superficie hacia la atmósfera, se traduce en un notable incremento del total de agua en la columna atmosférica sobre el Mediterráneo occidental.

Esta situación no solo supone una mayor disponibilidad energética, sino también un aumento de la humedad, factores que, cuando coinciden con la configuración atmosférica adecuada, favorecen la aparición de fenómenos meteorológicos más intensos y torrenciales, ha concluido el portavoz.

Tres años en el umbral de los 29 grados

Hasta 2022, el valor más alto en el litoral valenciano eran los 28.65 ºC registrados el 7 de agosto de 2015. Pero desde 2022 se ha alcanzado o superado el umbral de los 29 ºC. hasta tres veces consecutivas. En 2022 se rozaron los 30 ºC (29.94 ºC) el 11 de agosto. Y en 2023 se superaron los 29 (29.48) el día 24 de agosto. La máxima temperatura de 2024 fueron los 29 grados del 10 de agosto.

Ni en 2023 ni en 2024 se registraron a mediados de junio temperaturas del agua por encima de los 25 grados como sí ha ocurrido este año. Sí ocurrió en 2022 que es, precisamente, el año que tiene el récord de temperatura más alta durante el verano en la boya del Puerto de València. Los dos días anteriores a ese 22 de agosto se registraron 29,72, el nueve, y 29,79, el diez. Además, las mínimas no bajaron de 29,10. 

Lo normal, sobre 25 grados

Las pronunciadas variaciones de la temperatura del agua del Mediterráneo son cada vez más reiteradas y persistentes. Se trata de episodios causados a partir del calentamiento de la superficie del mar desde la atmósfera y por el transporte de masas de agua cálidas que se llegan a acumular en determinadas zonas. Además, para considerar como tal el episodio, debe superar el umbral de las temperaturas altas. Es decir, el agua tiene que estar mucho más caliente de lo normal (sobre los 25 ºC) y mantenerse así cinco días o más. 

«Desde que hay registros la temperatura del mar ha aumentado más de 1,2 ºC, y los años 2022 y 2023, de forma consecutiva, son los años con las aguas más cálidas frente a la costa de nuestro territorio», explicaba hace un año José Ángel Núñez, jefe de climatología de Aemet en la Comunitat Valenciana. Así, el incremento medio anual es de 0,04 ºC.

Desajustes y medusas

Concretamente, «en el mar balear, entre las costas de Valencia, Castelló, Tarragona, Barcelona y Mallorca, gran parte del año el mar ha estado muy cálido», ya señalaba entonces el climatólogo. En agosto de 2024 la temperatura estuvo en torno a los 28 ºC de media, el 8 de agosto se registraron 27,72ºC, más de dos grados por encima del promedio del termómetro marino.

El calentamiento del agua ha provocado desajustes marinos. Juan Antonio Raga, catedrático de la UV explicaba el pasado verano a Levante-EMV que a «algunas se adapten fácilmente al cambio y a otras les cuesta; pero también hay a las que les es imposible».

Además el aumento de las temperaturas genera un descenso del oxígeno en el agua «influye en la calcificación de los corales y de exoesqueletos marinos». Y favorece al desarrollo de medusas (tanto en número como en tamaño). Los cambios también posibilitan que especies exóticas se trasladen al Mediterráneo. «Llegan al mar, lo colonizan y desplazan a todas las especies locales», añade.

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