Preguntas urgentes que deben resolver las autoridades ante los fenómenos extremos que están por llegar

Vecino de Azuara caminando por una calle anegada por las últimas lluvias.

Vecino de Azuara caminando por una calle anegada por las últimas lluvias. / Efe. Javier Belver

Juanjo Villena

El otro día, con la tormenta que dejó inundaciones en Belchite, se volvió a evidenciar la falta de planes para gestionar correctamente el riesgo y después los efectos derivados de un fenómeno meteorológico extremo. Mucha gente fue sorprendida en sus puestos de trabajo o en casa por la avenida, pese a haber avisos de riesgo importante de la AEMET, un diluvio de tres pares de narices y estar en zona inundable bien detectada por la cartografía. 

Tras lo sucedido con la DANA del pasado otoño, los ayuntamientos en armonía con los servicios de emergencias y Protección Civil, y además con el amparo de otras instituciones autonómicas y nacionales, deberían haber destinado recursos a renovar los Planes de Actuación Municipal (PAM) frente a este tipo de eventos. Ahora ya volvemos a estar en época de colosos y con un mar Mediterráneo cuya superficie muestra temperaturas extraordinariamente altas, especialmente en su vertiente occidental, la que baña nuestras costas. Esto último puede agravar los episodios de calor, al menguar la capacidad de las brisas para refrescar durante el día y ejercer como una especie de sauna durante la noche. También incrementa la virulencia de las tormentas al haber más humedad y energía disponible, algo que ya habrá influido en los chaparrones de las últimas semanas. 

Confiando en que muchos consistorios ya lo habrán hecho, hay que recordar esta tarea al resto, porque es de vital importancia. Se deben reservar unos días para contestar a las siguientes preguntas, siempre con la ayuda de expertos en la materia: tenemos parte del pueblo o la ciudad en zona inundable, ¿qué debemos hacer en caso de aviso naranja por lluvias de la AEMET?, ¿y si es rojo? Sobre todo en este último caso, ¿hay que recomendar alguna conducta a la población de la zona?, ¿se debe evacuar? ¿Es necesario recoger a los niños de los colegios?

Si no hay avisos de riesgo extremo, pero sí una tormenta muy intensa, ¿cómo podemos constatar que supone riesgos para nuestra localidad?, ¿qué fuentes debemos consultar y con quién podemos hablar para obtener información fiable? Si se va la luz y deja de haber señal, ¿qué alternativas tenemos para contactar con Emergencias? Porque las hay. Y ojo con esto: ¿con quién podemos hablar de los pueblos que están aguas arriba del río o rambla que pasa por nuestra localidad?

Este trabajo de reflexión y recogida de información hay que hacerla también frente a otros eventos meteorológicos. Lo mismo si el núcleo urbano está en zona de riesgo de incendios o de terremotos. Si ya se hizo el PAM en el pasado, revísenlo, no vaya a ser que alguien lo redactara para salir del paso con retales de aquí y allá, y cuatro garabatos. Que de esos he visto algunos.

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