Medio siglo dels 'Deu d'Alaquàs': los padres del autogobierno pasan revista a su obra

Vicent Soler, Josep Guia, J.J. Pérez Benlloch, Josep Corell y Carles Martínez Llaneza se reúnen para recordar la detención que aceleró la transición valenciana el 24 de junio de 1975

"Si tenemos Generalitat hoy, podemos decir que es gracias als ‘Deu d’Alaquàs’, a aquella detención y a lo que significaba”

Encuentro con cinco de los 'Deu d'Alaquàs': los activistas políticos detenidos hace medio siglo por defender la autonomía.

J.M. López

València

La reunión

La palabra clave era “convivencia”. Era la tercera reunión, tras una en un gabinete económico en la calle Sorní, en mayo, y otra en las Escuelas Pías de Micer Mascó, en junio. Josep Guia escogió para el día de Sant Joan de 1975 una casa de ejercicios espirituales en Alaquàs. Un periodista, un abogado, varios profesores, un sindicalista, un arquitecto, economistas… Formaban un grupo heterogéneo, todo el espectro de la oposición democrática al franquismo, que quería romper con el régimen, pero también anhelaba un horizonte propio para los valencianos. “Las monjas eran muy discretas. No preguntaban si la convivencia sería espiritual o material, sino simplemente si nos quedaríamos a cenar o queríamos habitaciones para dormir”, cuenta Josep Guia, líder del PSAN.

Así comienza el recuerdo de la detención que desencadenó la transición valenciana, el ‘preámbulo’ de la actual Generalitat. Este martes, 24 de junio, se cumple medio siglo del episodio que constituye el mito fundacional del autogobierno de los valencianos. Y sus 'padres', cinco de los 'Deu d’Alaquàs', detenidos aquel día, tres días privados de libertad por el Tribunal de Orden Público, desempolvan recuerdos para Levante-EMV en un encuentro en la Societat Coral El Micalet. Son Vicent Soler (SVI), J.J. Pérez Benlloch (PSPV), Josep Corell (USO), Josep Guia (PSAN) y el comunista Carles Martínez Llaneza. Faltan Carles Dolç, que no pudo asistir, además de Xavier Navarro, y los fallecidos Ernest Lluch, Paco Candela y Laura Pastor, la única mujer del grupo.

Vicent Soler (SVI), JJ Pérez Benlloch (PSPV), Josep Corell (USO), Josep Guia (PSAN) y el comunista Carles Martínez Llaneza. Faltan Carles Dolç, que no pudo asistir, además de Xavier Navarro, y los ya fallecidos Ernest Lluch, Paco Candela y Laura Pastor, la única mujer del grupo.

Vicent Soler (SVI), JJ Pérez Benlloch (PSPV), Josep Corell (USO), Josep Guia (PSAN) y el comunista Carles Martínez Llaneza. Faltan Carles Dolç, que no pudo asistir, además de Xavier Navarro, y los ya fallecidos Ernest Lluch, Paco Candela y Laura Pastor, la única mujer del grupo. / J.M. López

Pese a que era la tercera reunión, los trabajos estaban muy avanzados. El objetivo, ni más ni menos, era constituir el Consell Democràtic del País Valencià. A la casa de ejercicios cada uno llegaba con un mapa en la mano, con un horizonte particular para el 'País Valencià' (marca transversal entonces, sin mácula), pero había un mínimo común. “Había pocas diferencias. Teníamos un consenso básico. Pep (Guía) quería más que Vicent Ventura y que yo, pero los dos queríamos lo mismo”, recuerda el periodista J.J. Pérez Benlloch. Lo formalizarían en la siguiente reunión, ya en agosto, ya libres bajo fianza. Ese programa de mínimos se articularía en seis puntos, y ya se habla de amnistía, de un "Estatut provisional d'Autonomia", de la cooficialidad del valenciano. La Generalitat es el horizonte.

Declaración constituyente del Consell Democràtic del País Valencià, tras la detención, en agosto.

Declaración constituyente del Consell Democràtic del País Valencià, tras la detención, en agosto. / Archivo Josep Guia

La detención

24 de junio. Cuando llevan menos de una hora de reunión, con los papeles delatores, revolucionarios, encima de la mesa, entra la policía pistola en mano. "Todo el mundo las manos encima de la mesa, no toquen ningún papel". Los separaron de la mesa, los metieron en dos furgonas. A Laura Pastor, la única mujer, del Partit Carlí, en un coche aparte. Guia, Vicent Soler y Ernest Lluch (el exministro socialista asesinado por ETA) se engulleron, trocito a trocito, la agenda de teléfonos que Guia llevaba encima. “Cosas que pasan cuando tienes pocos años”, se excusa el líder histórico del PSAN. No les registraron, no comprobaron si llevaban armas, no hubo violencia, pero el dispositivo, de dimensión casi antiterrorista frente a la casa de ejercicios, asusta a Soler. Furgonetas, coches, ametralladoras. En la Gran Vía, son tantos que los separan. Guia tiene suerte, y acaba con Paco Candela (PSAN) y Xavier Navarro (UC) en una comisaría enfrente de la Jefatura que ya no existe. El padre de una alumna, un ‘gris’, se apiada y les facilita desayuno cada día y algún diario.

Imagen de los detenidos.

Imagen de los detenidos. / Levante-EMV

Enfrente, en el sótano de la Jefatura, hay más incertidumbre. El comunista heterodoxo Carles Martínez Llaneza pasó mucho tiempo aislado. Conforme los iban interrogando los metían en la misma celda. Una compañera le pasó una botella grande con café con leche y un cruasán. “Me lo tomé muy a gusto. Y un cigarrito. Llamé al guardia para que me diera fuego, y justo en ese momento pasa Lluch por el pasillo y le di la botella. No sé si lo compartió. Yo no me iba a tomar litro y medio de leche”, cuenta entre risas.

Dentro de la sala de interrogatorios, a la luz del flexo, buscaban “un cabecilla”. Entre los interrogadores de la Brigada Político Social, el temido Benjamín Solsona. No los tocaron, cuenta Soler, pero sí les explicaban todas las animaladas que podían hacerles. Soler, para mayor inquietud, había pasado la primera noche aislado con un joven de buen aspecto que, según acabó confesándole, había matado a una persona, cuenta ante las risas de sus compañeros, alguno de los cuales se entera de aquello medio siglo después. “Estaban obsesionados con que señaláramos a un cabecilla. Y todo era explicarles, pedagógicamente, que era una plataforma muy plural, sin un jefe”, recuerda Soler, exconseller con Lerma y Puig.

Porta de la revista Oriflama. La coartada de los reunidos, en caso de detención, era continuar la mesa redonda celebrada días atrás que había sido portada en una revista.

Porta de la revista Oriflama. La coartada de los reunidos, en caso de detención, era continuar la mesa redonda celebrada días atrás que había sido portada en una revista. / Archivo Josep Guia

Ese movimiento, en realidad, sí tenía cabezas visibles. Soler cita a Vicent Ventura, y sigue haciendo pedagogía. Gracias a Vicent Ventura, en 1974 se había formado la Taula Democràtica, con el PSPV, el Partit Comunista, el Partit Carlí y Unió Democrática, entre otros.

Pero se crea la Junta Democrática, otro órgano de oposición al régimen, primero en París, y luego dentro, liderada por los comunistas. Solo reconocían a las nacionalidades históricas. “Vicent Ventura, el líder de todos nosotros, plantea al Partido Comunista un dilema: no puedes desear tener una voz propia, hacer del País Valencià un sujeto político, y al tiempo estar en un tinglado que a nivel español no tiene ese consideración especial”.

Esa era, coinciden, la clave de todo: no era solo ruptura democrática. Era democracia más autogobierno. “La idea era que esta vez no perdiéramos el tren del autogobierno. Lo habíamos perdido en la República y ahora no queríamos”, insiste Soler. Por eso la proclama era ‘Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia’: “La única manera era que tuviéramos voz propia para negociar bilateralmente con el conjunto del estado un Estatut d’Autonomia” tras la ruptura democrática.

El momento

En junio 1995, semanas después de la derrota socialista ante Zaplana, J.J. Pérez Benlloch escribía casi una necrológica dels Deu en ‘El Temps’. Había pasado 20 años: “L’episodi no ens val ni tan sols com a batalleta per ser contada als néts”. “Tinc la convicció que a aquest país li falta memòria: no se’n fa de memòria, i això és terrible”. Hoy, los reunidos comparten una visión menos severa. “Cívicamente no somos nada. Un episodio más de aquellos tiempos. Pero en esos momentos fue un hecho muy notable, no solo para la sociedad politizada”, concede el periodista.

En efecto, aquella detención movilizó a la oposición y activó sinergias, también con el espectro conservador. Fueron años de gran iniciativa política: ni se sabe la de borradores de Estatut que se escribieron. “La reunión tuvo un eco tan grande que puso al País Valencià en primera línea de actualidad en lucha antifranquista. El País Valencià concebido de una manera unitaria, sin problemas en Castelló y Alicante. Empujó a la Junta del Partido Comunista a constituir una Junta Democràtica del País Valencià y a utilizar la lengua propia como herramienta política con normalidad”, cuenta Guia, que remata: “Todo eso lo impulsamos nosotros. Y en 1976 nos fusionamos las dos plataformas, la Junta Democràtica y el Consell Democràtic e hicimos la Taula de Forces Polítiques i sindicales del País Valencià”.  

Soler insiste en la trascendencia de ese momento: “Es un momento crucial, abril del 76. Porque es el momento en que todos sin excepción plantean que no habrá democracia si no hay autogobierno. Nunca en la historia contemporánea valenciana se había llegado a ese consenso. Por tanto, cuando se crea la Taula de Forces, trazamos un punto de inflexión. Eso no pasó en tiempos de la República. Es un camino que costó. Todos acabaron ‘empeltant-se’ de este criterio de valencianidad básica de hacer del País Valencià un sujeto político”.

Fuimos los pioneros en pedir la Generalitat, en dar a las instituciones de autogobierno el nombre de Generalitat

Josep Guia

— Líder del PSAN

Y todo comenzó con tres días de “convivencia” forzosa en el calabozo, aunque los “Deu” no cobren ‘royalties’ al Palau, ironiza Guia. “Fuimos los pioneros en pedir la Generalitat, en dar a las instituciones de autogobierno el nombre de Generalitat. Si tenemos Generalitat hoy podemos decir que es gracias als ‘Deu d’Alaquàs’, a aquella detención y a lo que significaba”.

El legado

Medio siglo después, hay algunas preguntas inevitables. ¿Cuál es el estado de salud de la criatura? ¿‘Cap a on’ camina el autogobierno de los valencianos? Pérez Benlloch es pesimista. En la tertulia aparece la anomalía de tener un ‘president’ que casi nunca habla en valenciano. Pero también constatan factores de “salud cívica” hacia la lengua, como el resultado de la consulta escolar; o las manifestaciones, mes tras mes, pidiendo responsabilidades al Consell tras la dana: “Son dos índices de vitalidad de nuestro pueblo muy esperanzadores”.

Soler saca el fantasma en el armario de la identidad valenciana: “El valencianismo político está planteado desde una perspectiva, desgraciadamente, de izquierdas. Y digo desgraciadamente porque un país se construye si está también la derecha”. La derecha, recuerdan, arrastró los pies en aquella Transició. Cita la victoria de la izquierda en las primeras generales, las de junio de 1977; recuerda el éxito de la primera gran manifestación, la del 9 d’Octubre de ese año, -“que organizamos prácticamente los que estamos aquí”- y a la que UCD de Emilio Attard solo se incorpora en la calle Barcas, constatado su carácter masivo. A la transición, lamenta, la falta la legitimidad política de la derecha.

“El valencianismo político está planteado desde una perspectiva, desgraciadamente, de izquierdas. Y digo desgraciadamente porque un país se construye si está también la derecha”

Vicent Soler

— Exconseller socialista

“Ante esta de falta de espacio en la nueva situación democrática, ¿qué hacen? Aparece la bandera espuria del anticatalanismo. Espuria porque en general -a lo mejor solo Pep Guia y el PSAN-, hemos distinguido entre la comunidad cultural y lingüística del sujeto político. Y eso la derecha lo sabía, pero intenta utilizarlo para romper un consenso social. Ese el gran drama de la transición”.

Con la perspectiva que da medio siglo de autogobierno, el exconseller Soler pone sobre la mesa una clave de futuro: “La gran asignatura pendiente es intentar que esa herida que se abrió a partir de 1978 se cierre de alguna manera. No hay razones para mantener esta herida abierta y supurando: los buenos valencianos y malos valencianos. ¿No ganaríamos todos si estuviéramos más cerca? Siempre habrá minorías que no estarán, pero que un cuerpo social tan grande tenga un proyecto en común no estaría tan mal”.

Cincuenta años después de aquella reunión en la Casa de Ejercicios de Alaquàs, la necesaria “convivència” sigue siendo la llave que abre la puerta del futuro de los valencianos. 

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