Debate abierto: el regreso del cambio de hora más cuestionado

Una persona cambia la hora de su reloj. / EP
Natacha Payá
Se aproxima, una vez más, la cita ineludible con el calendario que marca la entrada oficial en el horario de invierno. Este evento anual exige que los ciudadanos retrasemos las manecillas del reloj para adaptarnos al nuevo ciclo de luz solar.
El momento exacto de esta transición ocurrirá la madrugada del domingo 26 de octubre. Puntualmente, cuando los relojes marquen las 03:00 de la mañana (hora peninsular y Baleares) deberán ajustarse a las 02:00, de nuevo.
Este ajuste, que a muchos les resulta agradable por la popular hora extra de sueño, no es una elección, sino el obligado cumplimiento de la Directiva europea 2000/84/CE, aplicable sin excepción a todos los estados miembros de la Unión Europea. Es importante destacar que, a pesar de que la Comisión Europea ha promovido durante años la idea de eliminar esta práctica bianual, la propuesta de supresión aún no ha sido ratificada por todos los países. De acuerdo con la legislación vigente en España, establecida en el Real Decreto 236/2002, el sistema de cambio de hora se mantendrá en vigor, como mínimo, hasta el 2026. El horario de invierno tradicionalmente se ha defendido por sus supuestos beneficios: entre ellos, el ahorro energético al aprovechar más las horas de luz por la mañana, lo que se traduce en una reducción del consumo de energía eléctrico y la menor contaminación asociada.
Sin embargo, la consecuencia inmediata y la notoria es el adelanto del anochecer, un fenómeno que automáticamente hace que los días se sientan considerablemente más cortos. Tomando como referencia la ciudad de Valencia, el impacto del cambio de hora será evidente en la rutina diaria. Después de medianoche del día 26, la próxima salida del sol se registrará aproximadamente a las 7:30 horas. Por otro lado, la hora en la que se pondrá el sol se adelantará alrededor de las 18:04 horas.
De esta forma, aunque la reducción gradual de la li es un proceso natural que se inicia tras el verano, el cambio de hora magnifica la percepción de pérdida de luz vespertina, dirigiendo la jornada hacia el día más breve del año.
Finalmente, no se pueden ignorar los efectos negativos de este pequeño “mini jet lag”. Aunque se realiza en fin de semana para minimizar la interrupción laboral, la alteración del ritmo circadiano puede generar problemas de ansiedad, fatiga y cansancio, afectando particularmente a grupos sensibles como bebés, niños y personas con ciertas patologías médicas. Y ustedes, ¿qué piensan de este cambio bianual?
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