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DANAs mediterráneas en Europa

El litoral mediterráneo español es un punto caliente de cambio climático a nivel mundial. En la imagen, un episodio de fuertes lluvias en Dénia.

El litoral mediterráneo español es un punto caliente de cambio climático a nivel mundial. En la imagen, un episodio de fuertes lluvias en Dénia. / L-EMV

Jorge Olcina

En las últimas semanas llegan varias propuestas de entrevista para medios de comunicación europeos que se interesan por la situación de las precipitaciones intensas del litoral mediterráneo de nuestro país. Desde la DANA de Valencia del año pasado se ha generado una atención destacada en televisiones, radios y diarios de buen número de países (Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Polonia, Bélgica, Países Bajos…). En su mayoría se trata de países con miles de turistas que vienen a los destinos turísticos del Mediterráneo español a veranear o que viven de manera regular -residentes- en poblaciones de este territorio. El elevado número de víctimas mortales registrado el pasado octubre preocupó sobremanera y de ahí el interés de los medios europeos cada vez que se decreta un aviso rojo y se lanzan los mensajes de alerta a la población.

El litoral mediterráneo español es, como se ha dicho con reiteración, un punto caliente de cambio climático a nivel mundial. Es un territorio de riesgo, con mucha población ubicada en zonas de riesgo ante peligros naturales diversos; principalmente, inundaciones, sequías y temporales marítimos. Pero la propia pérdida de confort térmico en los meses de verano comienza a ser objeto de titulares de algunos medios que recomiendan a sus ciudadanos revisar sus reservas turísticas en esta parte de España.

La cuenca del Mediterráneo es un centro de atención europeo por múltiples motivos (geopolíticos, económicos, humanitarios). Y desde hace unos años se ha añadido un factor nuevo de preocupación: los efectos del cambio climático que dejan daños económicos cuantiosos y víctimas mortales. No se trata de asustar a la población, pero sí de reconocer la situación y trabajar para reducir el impacto de este proceso, de momento imparable.

Nos tocan años, décadas, de convivencia con el cambio climático y debemos hacerlo con sensatez, planificando acciones y desarrollándolas para minimizar efectos no deseados. Europa está atenta, también, a nuestra actuación en este tema.

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