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Premios Levante-EMV 2025 | Acción Social

El Casal de la Pau lleva medio siglo abriendo puertas donde otros cierran

La Asociación Domus Pacis–Casal de la Pau recibirá el Premio Levante-EMV de Acción Social por su labor con personas excarceladas, enfermas y marginadas

Personal y usuarios del Casal de la Pau en una imagen de archivo.

Personal y usuarios del Casal de la Pau en una imagen de archivo. / Germán Caballero / GERMAN CABALLERO

J.M.B.

València
Cintillo Premios Levante 2025

Cintillo Premios Levante 2025 / ED

La Asociación Domus Pacis–Casal de la Pau será reconocida con uno de los Premios Levante-EMV en la categoría de Acción Social, con el patrocinio de Nealis, un galardón que celebra más de cinco décadas de compromiso con las personas más olvidadas de la sociedad valenciana. Nacida en los años 70, la entidad sigue siendo hoy el último refugio para quienes salen de prisión y no tienen a dónde ir. Personas sin familia, sin recursos y, en muchos casos, con graves problemas de salud física o mental. Expresidiarios, enfermos y marginados encuentran en el Casal un hogar cuando todas las puertas se han cerrado.

El reconocimiento llega en un momento en que la exclusión social, la soledad y la falta de oportunidades siguen siendo una realidad invisible. Por ello, el premio no solo distingue una trayectoria, sino también una forma de entender la acción social desde la empatía y el compromiso cívico. En el Casal de la Pau se considera que cada persona, por muy roto que llegue su pasado, conserva la posibilidad de empezar de nuevo. Esa mirada, sencilla y radical, ha sostenido durante medio siglo un proyecto que no ha dejado de adaptarse a las necesidades del presente.

La labor de este centro, con un albergue en la calle En Llopis de Valencia que dispone de 24 plazas, comienza mucho antes de que los internos salgan de la cárcel. Cada martes, un equipo de voluntarios —entre ellos abogados y una trabajadora social— accede al centro penitenciario de Picassent para visitar a más de doscientas personas y realizar un seguimiento personalizado. En muchos casos, su intervención permite que los reclusos disfruten de permisos o accedan al tercer grado cuando no tienen a nadie que los avale. Esa mediación marca la diferencia entre la reinserción y el abandono, entre la oportunidad de reconstruir una vida o volver a perderla en la calle.

Fundado por el sacerdote José Antonio Bargues, la entidad mantiene vivo el espíritu humanista de sus orígene

En el Casal de la Pau no existe un perfil único de residente. Lo que une a todos es la exclusión y la ausencia de una red que los sostenga. Cada ingreso se estudia junto a la trabajadora social y, cuando la persona no encaja en los recursos del centro, se intenta derivarla a otras entidades. Cuando no hay alternativa, el Casal abre sus puertas. Fundado por el sacerdote José Antonio Bargues, la entidad mantiene vivo el espíritu humanista de sus orígenes. En sus instalaciones se conserva una fotografía del fundador junto a los primeros residentes, símbolo de un legado que ha resistido el paso del tiempo e inspira a nuevas generaciones de voluntarios.

José Antonio Bargues, a la izquierda, en una reunión en el Casal de la Pau.

José Antonio Bargues, a la izquierda, en una reunión en el Casal de la Pau. / Germán Caballero / GERMAN CABALLERO

La mayoría de personas acogidas arrastran problemas de salud mental, adicciones, enfermedades crónicas o largos periodos de soledad. El equipo se coordina con la sanidad pública para garantizar atención médica y seguimiento. Además del albergue principal, la asociación gestiona un piso en la calle Carmelitas destinado a personas excarceladas con enfermedades terminales. Allí, quienes salen de prisión sin familia ni recursos pueden pasar sus últimos días acompañados, con cuidado y dignidad. Ese acompañamiento hasta el final de la vida es una de las facetas más conmovedoras del proyecto, un ejemplo silencioso de humanidad que rara vez ocupa titulares.

En cada historia de acogida se refleja la convicción de que la reinserción no es solo una palabra, sino una práctica diaria sostenida por la paciencia y la fe en el otro.

La misión del Casal de la Pau no se limita a ofrecer techo. Su objetivo es devolver la dignidad a quienes el sistema ha dejado al margen. El equipo acompaña a cada persona en su proceso de recuperación y autonomía, y cuando esa autonomía se logra, se considera un éxito compartido. Cuando no es posible, el centro sigue ofreciendo cuidado, respeto y compañía hasta el final. En cada historia de acogida se refleja la convicción de que la reinserción no es solo una palabra, sino una práctica diaria sostenida por la paciencia y la fe en el otro.

El Premio Levante-EMV de Acción Social reconoce así una labor constante, silenciosa y profundamente humana. Medio siglo después, el Casal de la Pau sigue abriendo la puerta que todos los demás cierran. Detrás de esa puerta continúa latiendo un hogar donde la compasión, la justicia y la dignidad humana siguen siendo ley.

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