L'Albufera
La vida vuelve al Tancat de la Pipa
El humedal renaturalizado que gestionan SEO/Birdlife y Acció Ecologista-Agró ha reabierto a visitantes tras meses colapsado por la dana

El Tancat de la Pipa se vuelve a llenar de visitantes un año después

“Estamos al lado del barranco del Poyo, que desemboca en l’Albufera y aquí lo que llegó sobre todo fue mucha agua y mucho fango, no tanto plásticos grandes, que se fueron directos al lago y los campos de arroz”. Así resume Lourdes Ribera, voluntaria de Acció Ecologista-Agró, los motivos por los que ha pasado “un año de locura máxima” tras la dana del pasado 29 de octubre. “Veíamos el paisaje que vemos día tras día y no lo reconocíamos”, ha reconocido. El paisaje al que se refiere es el Tancat de la Pipa, un humedal renaturalizado que gestiona esta organización ecologista junto con SEO/Birdlife, y donde los efectos de la dana fueron devastadores y que este domingo, por primera vez desde hace casi un año, ha reabierto a los visitantes.
El enclave sufrió cuantiosos daños materiales y una paralización de su función de filtro verde, que permite mejorar la calidad del agua y favorecer la aparición de fauna autóctona. Es decir, que el agua dejó de entrar, circular con una profundidad de 30 centímetros, acumularse en las lagunas y después volver a l'Albufera, que es lo que hacía. Se convirtió en una laguna enorme donde no circulaba el agua. Han pasado meses de arreglar bombas, quitar fango y reconstruir puentes, pero la vida ha vuelto al Tancat de la Pipa, que ha reabierto después de casi un año del desastre. Ya puede filtrar el agua para mejorar su calidad, poco a poco irá volviendo el ciclo habitual de la avifauna y se ha recuperado, también, como espacio de educación ambiental. De hecho, este domingo ha acogido las primeras visitas de adultos y niños.

El Tancat de la Pipa vuelve a acoger visitantes tas un año cerrado por obras / Francisco Calabuig
Agua por las rodillas
Se trata de un espacio situado al norte del parque natural, de unas cuarenta hectáreas, entre los barrancos del Poyo y Catarroja, propiedad de la Confederación Hidrográfica del Júcar. La ruptura de la mota del barranco del Poyo arrasó sobre todo el Port de Catarroja, no tanto el Tancat, pero en este área sí se inundó la zona del motor, que actúa también de mirador y centro de visitantes. “El agua nos llegaba por aquí”, explica Lourdes, señalándose las rodillas. El edificio del motor se salvó gracias a la sabiduría ancestral de l’Albufera: “Ya sabían lo que se hacían y construyeron en alto”. Pero el puente de madera peatonal que permitía acceder al humedal y que está a unos cien metros del motor fue completamente arrastrado. Apareció en el embarcadero y, en su camino desbocado, rompió árboles y bancos.
Pero, sobre todo, se paralizó el sistema de filtrado y mejora de la calidad del agua. Al Tancat, en condiciones normales, le entra agua por efecto de la gravedad y sale por la parte final cercana l’Albufera con la ayuda de unas bombas, después de que el humedal haya hecho su función de filtro verde. “Pero con la dana, todo el sedimento de fango aterrizó en lagunas y filtros y no los dejó funcionar”, resume Anna Valentín, delegada de SEO/Birdlife en València. Lourdes Ribera, por su parte, relata un listado de daños que ha obligado a la Confederación Hidrográfica del Júcar a hacer obras de emergencia: “Se nos estropearon las dos bombas que bombean el agua porque entraron también muchos troncos, con lo que el sistema quedó colapsado, totalmente inundado.
Una temporada de nidificación perdida
La función del Tancat como espacio de recuperación de especies autóctonas en regresión o en peligro de extinción también se ha visto afectada. En un ciclo virtuoso -aunque en equilibrio inestable- la buena calidad del agua había hecho resurgir aves de l’Albufera como la focha o el pato colorado. En este último caso, de hecho, el Tancat de la Pipa albergaba antes de la dana la mitad de la población reproductora de esta especie, entre 20 y 25 parejas, que solían nidificar en este enclave.

Aves en los arrozales cercanos al Tancat de la Pipa, que reabre tras un año cerrado por la dana / Francisco Calabuig
“Pero este año no se han reproducido aquí, porque el humedal no estaba en condiciones, y no lo han hecho en ningún otro lugar de l’Albufera”, explica la delegada de SEO/Birdlife en València. Es a lo que se refieren como “temporada de nidificación perdida”. Pero no solo de estas aves: la destrucción de las plantas acuáticas sumergidas ha dejado también sin su hábitat a otras aves como la roseta o el gall de canyar.
Un tiempo de parón
Las obras de emergencia llevadas a cabo por la CHJ han conseguido volver a poner en funcionamiento el humedal. Pero no ha sido fácil. “Para poder entrar aquí con la maquinaria, de cara a quitar la vegetación, se tuvo que segar, se tuvo que sacar toda la materia orgánica, se tuvo que nivelar todo el fango que entró”, explica Ribera. Y es que, para poder trabajar y para limpiar las zonas de paso de agua, los canales y las entradas al Tancat debían estar en seco.
“Ha sido un proceso bastante largo: primero estudiar si se pueden arreglar las bombas, que una vez puestas en marcha se volvieron a colapsar, con lo que hubo un tiempo ahí de parón entre que las pedíamos y venían las nuevas”, detalla. Es decir, un proceso “bastante complicado y un poco lento”, en un hábitat especialmente delicado. “Cuando avanzábamos por un lado, por otro lado nos salía otro problema”.
“Una regeneración muy rápida”
Pero todo ese trabajo ha obrado el milagro: las representantes de Acció Ecologista y SEO/Birdlife aseguran que el Tancat ha vuelto a funcionar. “Cuando pensábamos volver a llenar la reserva nos vino agua del cielo, totalmente, y se llenó”, afirma Lourdes Ribera. De hecho, dice, ya hay patos. “Los humedales tienen una capacidad muy rápida de regeneración, sobre todo de fauna, aunque lo que costará un poco más de ver quizá sea el resultado del filtro verde en sí”, explica.
O, como lo expresa Anna Valentín, todo el hábitat ha vivido “un estrés muy fuerte, tanto la fauna como la flora”. Pero “se va recuperando la normalidad”. También las aves, que tienen querencia a volver siempre al mismo espacio, por lo que esperan que el año que viene sí se puedan acoger nidos. “Pero para acoger a las parejas nidificantes debe haber una buena orla de vegetación”, explica Valentín. Es posible que la haya porque los hábitats en zonas húmedas son ”muy agradecidos”. “Como mínimo, volveríamos al punto de partida de antes de la dana, al que aún no hemos llegado”, considera.

Aves pasan por el cielo sobre el Tancat de la Pipa, que reabre tras un año cerrado por la dana / Francisco Calabuig
Aves en l’Albufera
Las aves han vuelto también a alimentarse y moverse por los campos de arroz de l’Albufera, algunos todavía anegados, otros arrasados por el agua y otros en los que no ha podido recogerse ni quemarse aún la paja del arroz fruto de las lluvias en las últimas semanas.
Lo que desde SEO/Birdlife también esperan que vuelvan, aunque no para reproducirse sino para comer o refugiarse, son los flamencos, cuyo color rosado tiñe desde hace algunos años la laguna. “Si hay muchas molestias, los flamencos huyen, como hicieron después de la dana”, reconoce Anna Valentín. Pero cuando la naturaleza en general, y las zonas húmedas en particular, “recuperan su pulso”, las condiciones óptimas para que vengan se restablecen. Es posible que pronto, hacia la primavera, podamos verlos en los arrozales, picando granos de arroz que quedan tras la cosecha o alimentándose de invertebrados submarinos.
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