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Mohamed M'Boirick: "Tengo 23 años cotizados, no he recibido ninguna ayuda y hasta he sido el rey Baltasar"

Mohamed consiguió "los papeles" con la regularización masiva de Aznar y lamenta que el Consell acepte ahora medir la estadística del colectivo migrante

Mohamed Mboirick, portavoz de la Unión Africana de España

Miguel Angel Montesinos

Mónica Ros

Mónica Ros

València

Es ejemplo de integración y "de la realidad" del colectivo migrante que llega huyendo de la miseria y en busca de una oportunidad. Se llama Mohamed M'Boirick, tiene 53 años y llegó a València con 28 años desde Mauritania con la firme intención de "buscarse" la vida para ayudar a su familia. "Esa es la realidad del migrante", explica. Eso sí, tras más de 25 años en València, asegura que si entra en un supermercado es más que posible que le siga el guarda de seguridad. "Esa es la otra realidad que vivimos", recalca. Y suspira. Por eso, la noticia de que el PP haya aprobado, a petición de Vox, medir particularmente a los inmigrantes en las estadísticas le parece "lamentable, ya que "se fomentan los bulos y el discurso de odio". En aras de explicar, con su voz y con su rostro, cuál es la situación del colectivo migrante, acepta la entrevista. Lleva años siendo portavoz de movimientos y asociaciones como Unión Africana u Orriols Convive, aunque se reconoce "agotado". "No hay casi avances y el colectivo migrante sigue estigmatizado. Y con noticias como esta lo estará más", explica. Aún así relata su historia para explicar que su caso no es la excepción. "La inmensa mayoría somos como yo", asegura. Es decir, trabajadores que se intentan integrar sin que les miren de reojo.

Como persona en situación administrativa irregular trabajó en invernaderos "clandestinos" de Almería y Lleida. "Aunque el migrante no tenga su situación administrativa en regla sí tiene trabajo, aunque en unas condiciones lamentables", asegura. Por eso, su vida cambió cuando consiguió "los papeles" gracias a la regularización masiva que impulsó el gobierno de José María Aznar por el que miles de personas obtuvieron permiso de residencia y trabajo, impulsado por la Ley Orgánica 4/2000. Uno de ellos fue Mohamed y desde entonces no ha parado de trabajar. "Tengo 23 años cotizados y en los más de 25 años que llevo aquí no he recibido ayuda alguna. Esto debe saberse porque es mentira que los migrantes lleguen y tengan ayudas de todo. Hay que estar regularizados y se deben cumplir los requisitos, que son los mismos para extranjeros que para nacionales. Hablan de gasto sanitario y puedo asegurar que a las personas africanas ir al médico no nos gusta. Yo habré ido 5 o 6 veces como mucho en estos 25 años. Ponerse a medir y a hacer distinción con los inmigrantes solo traerá más odio", asegura.

Su Majestad en 2019

Mohamed se casó y tuvo un hijo en València, que hoy tiene 17 años. El hombre ha trabajado en la agricultura, en la construcción y como conductor de camión. Desde hace seis años es chófer del Grupo Auro, que trabaja con la plataforma Uber, y está contento. Con su trabajo y con su vida. "Me siento un valenciano más", asegura. Tanto es así que dice, con orgullo, que fue el rey Baltasar en la Cabalgata de los Reyes Magos que organizó el Ayuntamiento de València en 2019.

Mohamed M'Boirick como rey Baltasar del Ayuntamiento de València en 2019.

Mohamed M'Boirick como rey Baltasar del Ayuntamiento de València en 2019. / EFE/Cárdenas

"Fue toda una experiencia y no dudé en ser rey Mago, y eso que soy musulmán", dice entre risas. Explica que el migrante "tiene claro que va a vivir en un país que no es el suyo, en un país extraño, con otras costumbres y tradiciones. Si no tienes claro eso no emprendes el viaje. El migrante es respetuoso y quiere la integración, pero no es fácil. Querer integrarse y que no te dejen es otra realidad", asegura. Por eso "entre nosotros creamos comunidad", afirma quien ha sido (y es) portavoz de la Unión Africana en la Comunitat Valenciana.

Ha pasado más tiempo en València que en su país natal. Sin embargo, afirma que, 25 años después de vivir y convivir en València, aún siente miradas de recelo y desconfianza en quienes no le conocen. "Si voy a realizar determinados trámites me miran raro. O si vas a un supermercado es posible que me siga el guarda de seguridad. Hay un racismo que es difícil combatir. Llevo muchos años en el activismo y está muy arraigado. Así que solo falta que encima desde los gobiernos se alimente más ese odio, ese miedo y ese recelo al extranjero. Venimos a trabajar, a aportar a esta sociedad y a convivir", concluye.

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