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Curiosidad, tensión y lágrimas esperando en vano junto al aparcamiento

Cerca de doscientas personas acuden a los aledaños del Museu para mostrar su indignación y la convierten en una vigilia

Una ciudadana colombiana residente en Paiporta solloza durante la protesta

Una ciudadana colombiana residente en Paiporta solloza durante la protesta / Fernando Bustamante

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

Algo más de doscientas personas, cuya cantidad fue creciendo la tarde se convertía en noche, se concentraron en las entradas naturales al recinto blindado de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Especialmente, en el acceso al aparcamiento bajo l'Umbracle, donde si no una multitud, sí un grupo de diferente procedencia, a caballo entre los indignados y los curiosos, que esperaban ver a las autoridades acceder. Cosa imposible porque entraron por el acceso directo a la galería interior y porque, en cualquier caso, las lunas tintadas hacían imposible reconocer a nadie en los asientos traseros. Y nada habría pasado porque la Policía Nacional blindó el acceso. Permisivos mientras la gente contemplaba simplemente curiosa y ordenando el repliegue cuando los ánimos se caldearon.

Protestas megáfono en mano

Protestas megáfono en mano / Moisés Domínguez

Que no fue más que cuando un "activista", "me llamo Eduard Mediterrani y en redes soy Capitán Fantasía", impecablemente trajeado y con una senyera de capa, tomó el megáfono para increpar al President de la Generalitaty, blanco único de las protestas. "No se merecen vuestra protección. Ojalá no vuelvas a tocar esta senyera con tus manos. No tienes credibilidad bonico. Y tú eras que decía que mejor lo del cambio, que esto será la Florida del Mediterráneo. Somos poquitos, pero espero que dentro de un año y pico te vayas. ¿Y dónde estás, Vito Quiles? Aquí es donde tienes que estar también". Los mensajes dieron energía a un público que, hasta entonces, permanecía simplemente en silencio o expectante. Por allí andaba una ciudadana colombiana, ataviada con la camiseta de la selección de su país, lamentando entre gritos y lágrimas que "soy afectada de Paiporta. No me han solucionado nada. Se merecen irse a la cárcel".

Dos jóvenes con mensajes en el móvil

Dos jóvenes con mensajes en el móvil / Fernando Bustamante

Vigilia con velas y televisión en directo

La asistencia se convirtió en vigilia, con velas de té incluidas, porque se quedaron siguiendo el acto a través de los teléfonos móviles. Dos amigas sostenían sus teléfonos. "No teniu cor ni apraula" y "Ara tots alcem la veu per qui ja no pot alçar-la". "No somos afectadas, pero sí que conocemos gente que lo es. Venimos a apoyar con la presencia. Es que hay cosas que no entendemos, de verdad. Están pidiendo al presidente de la Generalitat que no venga y resulta que viene. Es que no debería estar aquí". Alguna voz en otro sentido: "¡Que salga por aquí Pedro Sánchez!".

Siguiendo el funeral por el teléfono

Siguiendo el funeral por el teléfono / Fernando Bustamante

"En las urnas te vas a enterar"

Era una mezcla de diferentes sensibilidades. Desde vecinos de las zonas afectadas, como un funcionario que acusaba al ayuntamiento de Beniparrell de "acoso laboral". Lágrimas ocasionales y mucha tertulia política. "En las urnas te vas a enterar. Mi sobrina acababa de parir y gracias a Dios Padre Celestial pudo salvarse".

Los convocados, con el camino de velas

Los convocados, con el camino de velas / Moisés Domínguez / D

Alfonso vino desde Sevilla, desde donde había venido el día después de la riada. Muestra fotografías de lo que captó con su teléfono e incluso una en la que le está cogiendo la mano a Felipe VI que más parece un pulso. "Los poderes sobran. Solo quieren ordeñarnos. Para ellos no somos personas". Y mientras, docenas de teléfonos móviles grabando o autograbando, en un particular "yo estuve aquí".

Alfonso muestra su foto con el rey en Paiporta

Alfonso muestra su foto con el rey en Paiporta / Moisés Domínguez

Conforme pasaba el tiempo quedaba claro que por ahí no iba a desfilar reconocible ninguna autoridad. Habían sorteado la exhibición pública, hubo más insultos y aplausos. Y turistas que se encontraban con la concentración, ciclistas, patinadores y curiosidad, carne de redes sociales (no faltaron los y las cazadores de postureo) con algún grito aislado más.

A la salida de las autoridades arreciaron los gritos. Cada vez que salia un vehículo, y sobre todo si lo hacía a toda velocidad, el enfado se multiplicaba. En cada asiento posterior pensaban que iba el blanco de las iras.

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