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“Verdad”, “rabia” y “deber” se cuelan en un funeral de Estado que no cierra las heridas

Los discursos de los familiares de víctimas evidencian que las heridas abiertas a cuenta de la gestión de la catástrofe no están, ni mucho menos, cerradas

Andrea Ferrari y Naiara Chuliá, familiares de víctimas de la dana, sentadas junto a los reyes en el funeral de Estado

Andrea Ferrari y Naiara Chuliá, familiares de víctimas de la dana, sentadas junto a los reyes en el funeral de Estado / Germán Caballero

València

Si se esperaba una catarsis colectiva, solo lo fue a medias. El funeral de Estado por las 237 víctimas que dejó la dana del pasado 29 de octubre en toda España, celebrado este miércoles en València cuando se cumple un año de la catástrofe, fue un “abrazo” hacia los familiares de las víctimas que, en sus intervenciones, hablaron de dolor, de pesadillas, de miedo, pero también de fuerza y de impulso para seguir adelante. Pero las heridas abiertas a cuenta de la gestión de la catástrofe no están, ni mucho menos, cerradas. Lo demostraron los gritos y abucheos hacia el president de la Generalitat, Carlos Mazón, de algunos de los familiares presentes en el acto, pero también la voz de los familiares de las víctimas, representadas por tres personas que perdieron familiares el catastrófico 29-O, pronunciaron también exigencias de verdad y respeto, reconocimientos de la propia rabia y acusaciones a “quien omite su deber” durante las emergencias.

El protagonismo del homenaje lo tuvieron las víctimas de la dana, representadas por sus familiares. Durante el acto leyeron discursos tres personas: Andrea Ferrari y Naiara Chuliá, hija y mujer respectivamente de dos víctimas de la provincia de Valencia, y Virginia Ortiz, prima de un fallecido en Letur, Albacete. Tras ellas, habló el rey Felipe VI que, más allá de compartir el dolor de las víctimas, apostó por “seguir analizando las causas y circunstancias de la tragedia”.

Andrea: verdad y respeto

Andrea Ferrari se quedó huérfana con 19 años pero su serenidad al hablar impacta. Es la hija de Eva Canut, que falleció a la salida de su trabajo en Riba-roja, en el polígono de La Reva, antes de que sonara la alarma. Eva tenía 54 años y Andrea, con 20 ahora, reconoció en el funeral que muchos como ella caminan “con cicatrices en el alma pero con la mirada firme”. Con esa fimerza, también pidió “respeto” y, sobre todo, “verdad”.

No están solas, lo saben. “Las asociaciones han canalizado el dolor y lo han convertido en justicia”, agradeció. A pesar de las circunstancias y “en medio del caos, la humanidad sigue existiendo”, añadió. La humanidad que desprendían los voluntarios que los ayudaron pero, sobre todo, la que desprendía su madre, Eva Canut: “Hablar de ella es hablar de luz y amor en estado puro, la persona con más brillo y radiante que iluminaba allá donde iba”.

Andrea Ferrari sale a leer su discurso en el funeral de Estado

Andrea Ferrari sale a leer su discurso en el funeral de Estado / Germán Caballero

Lo que más ansían los que, como ella, hace un año vieron derrumbarse todo, es calma. Pero se consigue, dijo Andrea, con “esfuerzo, esperanza y unión”. “Convirtamos el homenaje en una lección, la de honrar la memoria de quienes se fueron y cuidar a los que estamos aquí”, instó a todos. “Mientras exista memoria nunca habrá olvido y lo más importante es que prevalezca la verdad, el respeto y la humanidad”, reivindicó finalmente. Una exigencia en la línea de las reclamaciones de las asociaciones de víctimas: verdad, justicia y reparación.

Naiara: una carta de amor con rabia

En la carta de amor de Naiara Chuliá a su marido Slim Regaieg, se coló la rabia. La de perder al amor de su vida con 47 años, dos hijos y después de una vida difícil y llena de retos. Slim era tunecino y Naiara lo conoció en Mallorca. Hace ya un tiempo que vivían en València, donde estaban reformando, poco a poco, con ilusión, la casa que habían comprado. Ahora, está más vacía, pero ella sigue con la reforma. Como sabe que a él le gustaría que lo hiciera.

Naiara lee su discurso en el funeral de Estado

Naiara lee su discurso en el funeral de Estado / Germán Caballero

Unos días antes de la tragedia, recordó, estuvieron los dos pintando. “Pensé: soy tan feliz que me da miedo, pero no te lo dije”, añadió, siempre dirigiéndose a su pareja, siempre hablando en presente. De su cumpleaños, que celebraron el sábado anterior a la dana, aún guarda congelado un poco de merengue. No quiere comerlo, pero tampoco tirarlo. 

Pero Naiara sabe que toca seguir adelante, por sus hijos. Y le cuesta alejarlos de la rabia que siente por cómo perdió a Slim, y alejarse ella misma de ese sentimiento. “Es duro educar lejos del dolor, la rabia y la tristeza cuando tú te sientes así”, reconoció. Sabe que su marido, su gran amor, no permitiría que bajara los brazos ni que se rindiera. “No quiero sentirme mal cuando me río ni culpable por lo que te ocurrió”, recalcó. La pérdida dolerá toda la vida pero sabe que la conversación es infinita. “Todos los días hablo contigo, el amor de mi vida, mi confidente”, reconoció, a modo de cierre, de fórmula de despedida, de su misiva para Slim.

Virginia: “No debemos dejar el poder en manos de quienes no nos protegen”

Virginia Ortiz perdió a su primo en Letur, arrastrado por el agua. Su discurso en el funeral de Estado ha sido el más breve de los tres, pero el más reivindicativo. Para Virginia, la dana deja un vacío enorme, toneladas de dolor, pero también una enseñanza, o una advertencia hacia el futuro: “No debemos dejar el poder en manos de quienes no nos protegen”. 

Virigina Ortiz se emociona en el funeral de Estado

Virginia Ortiz se emociona en el funeral de Estado / Germán Caballero

“El poder siempre ha sido nuestro y sabemos que unidos haremos justicia”, manifestó Ortiz. Como Andrea, como Naiara, y como el resto de los familiares de las 237 víctimas, ansía una paz que aún no ha llegado. “La mayoría solo queremos vivir en paz, pero esta paz solo es posible en una sociedad de igualdad y seguridad”, destacó. Y señaló claramente a quienes considera responsables de la tragedia que se llevó la vida de su primo: “No son las inundaciones las causantes de la catástrofe que hemos sufrido; es quien omite su deber a sabiendas de que su omisión puede suponer la pérdida de vidas humanas”. Quien omite su deber, advirtió, es “quien comete el acto primigenio que deriva en esas muertes”.

Virginia también ha tuvo unas palabras para los familiares de aquellas víctimas que todavía no han aparecido. “Lamento que no todos tuvieran ese consuelo”, dijo. El consuelo de comprobar, de no esperar más un milagro. Dolor, rabia, exigencia de verdad y una llamada a la acción.

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